XII: Holly Joestar

966 107 54
                                    


PERDÓN PERDÓN PERDÓN

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


PERDÓN PERDÓN PERDÓN. Pero tuve muchos problemas la primera semana y ya la segunda andaba poniéndome al día con todo.

Les dejé una canción para anticipar lo que sucede en el capítulo, también he de decir que este capítulo es de... HOLLY :D espero que les guste.

Y por último, alerta de mucho texto.

____________________________
Lunes 27 de septiembre, hoy papá parte de nuevo a una nueva gira. Hoy no fui a clases para ir a despedirlo al aeropuerto ¿Me interesa realmente despedirlo? No, si por mi fuera, él tomaría ese avión y no volvería nunca a casa, por lástima sé que no va a ocurrir.

Mamá se despide de él, aparentando su ánimo de siempre, aunque todo es una farsa. Mientras él camina junto a su banda dirigiéndose al avión que los llevaría a no sé dónde, porque no me interesa, mamá mueve su mano repetidamente diciéndole “adiós”.

—¡Cuídate, querido!

Yo no digo nada, estoy con los brazos cruzados y con la mirada desviada, poniéndole atención a mi madre. Sus enredaderas cada vez rodean más y más su cuerpo, causándole aún más heridas de las que ya tiene. Decido no llamar su atención, sé que no me hará caso al menos hasta que lleguemos a casa y pueda verlas con tranquilidad.

Volvimos a casa, por suerte no aparenta ser nada grave así que me voy a mi habitación. Pasan las horas y me llama a comer, yo obedezco, salgo de mi habitación y noto que hay gotas de sangre repartidas por el piso de toda la casa, no son suficientes como para creer que su vida corra riesgo, pero sí me hace creer que está completamente lastimada.

Voy a al comedor, donde está ella comiendo sola, noto que está usando un chaleco. Hoy es un día caluroso, no para causar un shock por calor, pero sí lo suficiente como para no usar algún tipo de abrigo.

—Mamá, ¿qué haces usando un chaleco?

—Nada, es mi preferido. Siéntate Jojo, vamos a comer.

—Quítatelo.

—Jojo, ven a comer conmigo.

Estoy a punto de gritarle para que me obedezca, pero lo pienso dos veces antes de hacerlo, si lo hago probablemente se sienta mal y su stand se descontrole y la lastime aún más, o incluso, me lastime a mí. Debo convencerla en buenos términos que se quite esa prenda. Decido ser directo con ella, no conseguiría nada diciéndole cosas sutiles.

—Sé que me estás escondiendo las heridas de tu stand, muéstramelas.

—Jojo, no te quiero preocupar… ven a comer con tu madre.

—Si me muestras, me siento a comer.

Ella se quita el chaleco y revela, con ello, revela grandes parches a los alrededores de sus brazos y en el ligero escote que muestra su camiseta. Eso es lo más llamativo, pero no se detiene ahí, también tiene varios rasguños, clavadas de espinas e incluso algunas heridas abiertas que han dejado de sangrar. Obviamente me preocupo, pero debo actuar fríamente y con calma, me siento con ella y tenemos un almuerzo tranquilo, sin tocar el tema.

Le digo que yo me encargo de los platos, los cubiertos y las ollas, que ella debe descansar. Espero unos cuantos minutos para asegurarme que se fue a reposar, entonces decido tomar cartas en el asunto. Agarro el teléfono de la casa y la agenda donde guardan un gran repertorio de números telefónicos, voy a llamar al viejo para que venga. No me interesa la diferencia horaria o si es que allí es de noche o de día, el viejo debe saber lo que está pasando.

—¿Aló? Son la 1 de la mañana. ¿Sucedió algo? Nadie llama a esta hora porque sí. —Reconozco la voz de inmediato, es mi abuela.

—Soy Jotaro, necesito hablar con el viejo.

—¡JOJO! ¿Y esa novedad que quieres hablar con tus abuelos?

No tengo tiempo para tonterías.

—¡Necesito que me pases al viejo, pero ya!

Mamá resultó ser igual que la abuela Suzie, se dan vueltas en cosas sin importancia, incluso en los momentos donde se requiere mayor seriedad.

Finalmente pude hablar con el viejo, le explico a grandes rasgos la situación en casa, tratando de omitir detalles innecesarios. Él hace dos cosas, primero, insultar a mi padre con su clásico “SON OF THE BITCH”, y segundo, hacer los preparativos para que él y su amigo Avdol vengan a Japón. Ambos vuelos tardarían poco más de medio día en solo llegar a Tokio, así que, si todo sale bien, estarían llegando mañana a casa.

Mientras tanto, el viejo mandó a dos enfermeros y un médico de la Fundación Speedwagon para que revisen y se turnen en cuidar a mamá. Aun así, debo estar vigilando que el stand no los ataque, encargarme de las tareas del hogar como cocinar y, por último, preparar dos habitaciones, una para los enfermeros y la otra para el viejo con su amigo. Será un día muy largo.

El personal médico llega y ahora empieza mi verdadera preocupación, cuál será la reacción de mamá al enterarse que le conté al viejo todo lo que está pasando. Porque ella tenderá a minimizar el problema, decir que exagero, que no es necesario y probablemente negarse a recibir algún tipo de tratamiento o ayuda.
Los dirijo a la habitación de mamá. Mi pequeña predicción resulta parcialmente cierta, si bien, ella deja curar sus heridas, me insiste en que es exagerado esto de traer personas a que la cuiden y traten sus heridas.

—Jojo, ya te dije que estoy bien, no es necesario que hagas estas cosas.

Hace un año le hubiera gritado que es una perra escandalosa, que se calle y se deje tratar las heridas. Pero no puedo darme esa libertad ahora. En un momento como este lo que más debo conservar es la calma, cualquier evento negativo podría alterarla y, por lo tanto, alterar su stand. Para esto, debo calmar mis emociones negativas y mostrarme sereno y comprensivo.

—Mamá, deja que traten tus heridas, aquí estamos para ayudarte.

Maldición, es horrible lo difícil que es esto. Obviamente he tenido progresos, en un año pasé de enojarme, alterarme y gritar por cualquier cosa a ser alguien que puede controlarse a sí mismo. Sin embargo, ha sido un proceso largo y difícil, ha habido situaciones donde sí he perdido los estribos.

Ella solo asiente y acepta mi petición. Después de que terminan de curar sus heridas, quedó una enfermera cuidando a mamá. Yo igual me quedo vigilando un rato por precaución, en cualquier momento el estado de mamá puede empeorar, o incluso atacar a la persona que está cuidándola, pero no puedo hacerlo por tanto tiempo, debo limpiar los platos que dejé pendientes, preparar la cena y luego lavar la nueva loza que ensucio nuevamente.

Mientras hago todo eso, recuerdo que tengo prueba mañana y no he estudiado, aunque no creo que ni si quiera pueda asistir a la escuela, al menos no mientras el viejo no llegue.

La vez pasada fue incluso peor, terminé en la cárcel. Esa noche papá había abandonado la casa, como de costumbre para irse a sus estúpidas giras, mamá y yo quedamos solos y comenzó el infierno. Su stand la atacó en diversas ocasiones, al punto en que ella gritaba de dolor, los gritos fueron completamente insoportables. Yo intentaba calmarla de todos los medios posibles, pero era prácticamente imposible, de verdad creí que ella moriría aquella noche. Gritó tanto y tan fuerte que los vecinos llamaron a la policía, el resultado: ella en el hospital y yo en la cárcel acusado de violencia doméstica.

Obviamente, papá brillaba por su ausencia en un momento tan difícil. ¿Quién llegó? El viejo. Él pagó mi fianza y ya el día lunes pudimos volver a la “normalidad”. Recuerdo perfectamente ese día, porque el viejo pasó a recogerme a la escuela e interrumpió la pelea que iba a tener con Nori. Luego, llegué a casa, mamá ya estaba de alta y comenzaba a entrenar su stand, además sus heridas estaban casi completamente sanas. Se descubrió que, además, su stand tenía una habilidad oculta, una alta capacidad de recuperación y regeneración, haciendo que heridas que solían tardar semanas en recuperarse, sanaran en 2 a 3 días. Intentamos probar esta habilidad en heridas de terceros, pero no, no funcionaba, solo recupera las heridas del usuario.

En fin, basta de recuerdos, es hora de volver a la realidad. Termino de preparar la cena, le aviso al personal médico y llevo el plato de mamá hasta su habitación, elijo cenar con ella. Mi comida no resulta tan buena como la de ella, de hecho, está bastante mala, en algunas partes está muy salado y en otras casi ni tiene sabor. Pero ella se lo come con una sonrisa en el rostro y agradeciendo todo lo que hago.

—Te quedó muy bueno Jojo. —No, no es cierto, me está mintiendo. —Deberías hacer la cena más seguido.

Aunque… quizás solo me lo diga para motivarme y que me sienta mejor respecto a las cosas que hago. Sé que a veces las mamás hacen eso, dicen que les gustó algo, no porque en verdad esté bueno, sino para motivarte y que lo vuelvas a hacer.

En fin… hago todo lo que tengo que hacer, o sea, lavar los platos y las MALDITAS OLLAS después de cenar. Pero mi trabajo no termina aquí, claro que no. Voy a mi habitación a buscar el último tomo del manga que me había regalado Noriaki hace tanto tiempo, que por alguna razón no había terminado de leer, además de otro libro que pienso comenzar a leer esta noche. Vuelvo a la habitación de mamá a vigilar y, con una luz tenue, me pongo a leer para pasar el rato.

Las hojas pasan y, con eso, las horas. Ahora está de turno otro enfermero, quien intenta sacarme algo de conversación, pero yo sigo en lo mío. Reviso la hora y ya son las 4 de la mañana, los ojos realmente me pesan y no sé si pueda aguantar tanto. Tantas horas sin dormir, sumado al cansancio que me causó hacer las tareas de la casa, me tienen agotado, solo debo aguantar un par de horas más, hasta que llegue el viejo. Por suerte, mamá ha dormido toda la noche tranquilamente y sin interrupciones.

Aguanto a duras penas hasta la mañana siguiente, pero ya puedo ver como llegan los primeros rayos del sol.

—¿Por qué no duermes un rato? —Pregunta el enfermero que nos acompaña. —Mientras yo cuide a tu madre, no le ocurrirá nada.

“No la estoy cuidando a ella. La estoy vigilando, en realidad te estoy cuidando a ti”. Pienso para mí mismo, aunque no entendería nada.

—Estoy bien así.

Ya ni puedo leer por lo mucho que me pesan los ojos, solo me queda esperar a que pasen y pasen las horas y no dormirme en el intento.

Llegando a las 7 AM, rápidamente y a duras penas preparo un desayuno para el personal médico y para mamá. ¿Para mí? Nada, no puedo, estoy tan cansado y tan preocupado que no siento hambre.

Ya son casi las 10 de la mañana y mamá ya despertó, pero por decisión del médico debe seguir en cama para que termine de recuperarse. Para pasar el rato, cuento las horas que llevo despierto, si ayer me desperté a las 6… eso significa que ya llevo 28 horas sin dormir. Me hago una imagen mental de cómo debo andar en este momento, ojeras, ojos rojos, no me bañé anoche así que debo oler mal, la cabeza me pica así que debería estar saliéndome un poco de caspa, por último, al tocar mi cara ya siento algunas asperezas por los vellos de la barba que comienzan a asomarse.

Si intentara coquetearle a Nori con el aspecto que tengo actualmente de seguro me rociaría con gas pimienta. Sobre todo, si sigo los pésimos consejos que me dio el viejo alguna vez. En un momento como este, me pregunto qué estará haciendo ahora, a esta hora nos toca literatura, así que tal vez esté haciendo la prueba y preguntándose “Ayyy ¿por qué Jotaro no vino otra vez?”. ¿Debería avisarle al menos que estoy bien?

Mis pensamientos son interrumpidos por el timbre. Yo corro a abrir la puerta, eso significaría, por fin, algo de descanso. El viejo y su amigo entran a la casa y van directo a ver a mi madre. Por mi parte, me voy a dormir a mi habitación, no aguanto más.

De repente me encuentro despertando de día, noto que al lado mío se encuentra Nori, sentado. Abrazando un bulto bastante grande, que está envuelto en mantas de polar.

—¿Qué estás haciendo? –Le pregunto.

—Shh… Estoy dándole calor, está chiquito todavía.

¿Acaso eso que tiene envuelto es un bebé? ¿Y cómo? ¿En qué momento pasó esto? Si eso que sostiene es un bebé y… supongo que es nuestro, al menos debo verle la cara a nuestro hijo. Destapo un poco las mantas y solo veo ¿cáscara? ¿eso es un huevo?

—¿Kakyoin, tú pusiste ese huevo?

—Que no me llames Kakyoin, y sí, yo lo puse. Ahora hay que cuidarlo. —Vuelve a cubrir el huevo con las mantas.

—¡Permiso, vengo a ver a mi bisnieto favorito! —La puerta se abre y entra el viejo.

—¡Oye viejo, silencio! Que el huevo necesita tranquilidad. —Le grito.

Ahora me doy cuenta que las cagué, Nori me mira realmente feo. Busco tranquilidad para el huevo, pero lo primero que hago es levantar la voz, maldita sea.

Y luego… abro los ojos nuevamente, es de noche y… creo que esta es la realidad, lo del huevo solo había sido un mal sueño o al menos, uno bastante extraño. Lo primero que alcanzo a ver, es la silueta de Nori, que se encuentra sentado en el suelo, junto a mi futón con su uniforme puesto.

—¡Por fin despiertas!

—¿Qué hora es? —Le pregunto, estoy demasiado desorientado y necesito alguna forma de volver a la realidad.

—Las 7. —Él se levanta y va hacia el interruptor para encender la luz.

—¿Mi mamá? ¿La has visto? ¿Cómo está? —Me incorporo, sentándome en el futón.

—Bien, creo.  —Vuelve a sentarse donde estaba antes. —Le quitaron hace poco el suero y le dieron autorización para andar de pie.

La capacidad de regeneración de mamá es realmente asombrosa, ayer estaba en un estado deplorable y ya cuando había amanecido, las heridas estaban casi curadas por completo. Lo que es contraproducente es cuando despierta, ahí es cuando su stand se activa y comienza a hacerle daño, pero si está bien ahora es porque durante el día no se ha lastimado tanto.

—También le han salido heridas nuevas. Estuve hablando un rato y tomando el té con ella, el señor Joestar y Avdol. Ahora volvió a descansar.
Es un alivio saber que las cosas están un poco mejor.

—¿Qué haces aquí?

—Vine a dejarte mis cuadernos para que copies la materia. Pero tu abuelo me explicó todo lo que pasó y que probablemente estabas muy cansado, entonces pasé la tarde copiándote la materia, antes de tomar el té, claro.

Él es un sol, no tengo nada más que decir al respecto, incluso debo hasta desviar un poco la mirada. En ocasiones como estas, desprende tanta luz que se me hace difícil mirarlo. No sé qué hice para merecer a alguien así.

—Gracias.

—También la profesora me mandó a decirte que como faltaste a la prueba, debes mandar un justificativo o te reprobará.

—Le diré al viejo que me ayude con eso… —Vuelvo a mirarlo, esta vez a los ojos —por cierto, soñé contigo.

—¿Ah, sí? ¿Y qué soñaste?

—Que… —Vamos, Jotaro. Miente, miente. —vivíamos juntos. —Bueno, no era del todo mentira.

—Qué lindo. —Me sonríe. —Me gustaría vivir juntos algún día.

Él toma mi rostro y me besa en los labios, tomándome por sorpresa.

—No deberías hacer eso, no me he bañado ni lavado los dientes. Apesto.

—Mientras no andes desaseado constantemente, me da un poco igual, sobre todo después de lo que pasó.

Sus palabras son interrumpidas por un gran rugido de mi estómago. Llevo casi un día sin comer, la cena de ayer fue mi última comida, no desayuné y luego solo dormí. No puedo decirle esto a Nori, me va a regañar.

—Voy a hacerme algo de comer. —Apoyo mis manos en el futón para levantarme, pero soy interrumpido por él.

—Te iré a traer algo de comer. —Se levanta del suelo y sale por la puerta.

Al rato después vuelve con una bandeja que deja sobre mis piernas, esta contiene mi almuerzo recalentado, una jalea de postre y los cubiertos para comer.

—Por cierto, ¿irás a clase mañana? —me pregunta.

—No creo… —con los palillos agarro un pedazo de carne de cerdo y lo como. —estoy demasiado cansado. —Añado después de tragar.

—Entonces vendré mañana después de clases a dejarte la materia. —Me da un beso. —Nos vemos mañana.

Yo me despido con la mano y él se marcha. En un momento así me gustaría que se quede conmigo aún más tiempo, pero no quiero involucrarlo en mis problemas. Él igual tiene sus propias cosas y sus propios problemas en casa, no puede andar pendiente de mí.

Día siguiente. Mamá presenta unas notables mejorías, al punto que ya puede hacer su rutina con normalidad, sus heridas son menores así que el personal médico se marcha. Parece incluso hasta mágico, el viejo y Avdol llegan y mamá se recupera, o al menos eso creí.

Hoy intentamos volver a la rutina. El viejo fue a la escuela a justificar mis faltas, conociéndolo, iría a dar un escándalo porque ni el profesor de inglés es capaz de hablar en la lengua natal del viejo de manera fluida. Aunque el viejo ya sepa algo de japonés por tantas visitas que ha hecho, no, no le gusta, siempre primero hace un escándalo y luego termina cediendo y hablando en un japonés, no fluido, pero entendible. Como sea, siguiendo con lo de la rutina, Avdol se encuentra haciendo sus cosas raras con libros y cartas que yo no entiendo mucho, mientras vigila a mamá, quien hace sus tareas de ama de casa con normalidad. Yo, por mi parte, dedico el día a ponerme al corriente con las materias de los días lunes y martes, obviamente, acompañando a Avdol en la labor de vigilancia.

Por la tarde llega Nori, quien me trae los cuadernos que corresponden al día de hoy. Nos sentamos en la mesa del comedor y me entrega los cuadernos. Yo caigo en cuenta que no son suyos, él tiene la costumbre de decorar sus cuadernos con stickers o pegatinas que luego plastifica para que no se dañen ni desgasten. Estos cuadernos son diferentes, están algo descuidados y al revisarlos tienen una letra horrible, casi ilegible.

—¿Y estos cuadernos? No son tuyos.

—Sí… —Hace un pequeño juego con sus pulgares mientras baja la mirada. —Es que hoy te tocaba ciencias y… tuve que pedirle los cuadernos a alguien para que te pusieras al día.

Le sonrío en agradecimiento. En verdad lo besaría, pero no puedo, al menos no ahora, no mientras las puertas estén abiertas y mamá, el viejo o Avdol anden rondando por la casa.
Yo me concentro en hacer pasar la materia e intentar comprender las cosas que dicen, le pediría a Nori que me explique, pero creo que al final terminaría haciéndole yo una clase. Él solo se dedica a observarme, apoyando su cabeza sobre sus manos y sus brazos sobre la mesa. Me detengo para observarlo un segundo y reconozco esa mirada, son lo que yo denomino “ojitos de amor” un tipo de mirada especial que me otorga a mí y solo a mí, haciéndome sentir la persona más especial del universo.

Continuo con mi tarea casi de inmediato, mientras el corazón se me acelera por esa pequeña distracción que tuve. Me detengo a ratos para observarlo y él está siempre de la misma forma, como si no existiera nada mejor que hacer que observarme.

—Jojo, debo irme. —Dice de repente. —Tengo clases de conducción.

—Ve. —Noto que no hay nadie en la habitación y le estiro los labios con la intención que me bese. —De despedida.

Él se acerca a mis labios. El teléfono comienza a sonar, pero ignoramos su ruido. Él toma mi rostro con sus manos y nuestros labios se tocan por un tiempo que, a mi perspectiva, parece eterno, hasta mágico. Abre sus labios y siento su lengua queriendo pasar entre los míos para llegar a mi boca. Yo dejo que entre, si por mi fuera nos besaríamos así todo el día.

Empiezo a tomar el control yo, jugueteo con su lengua y paso mis manos por su cintura, atrayéndolo aún más hacia mí. Si me quiere dar un beso de esos, que sea bien dado. Poco a poco, siento que empieza a incomodarse mi pantalón. Es increíble cómo con tan poco sea capaz de encenderme del todo, en unos cuantos segundos ya tengo el pene erecto, pidiéndome a gritos que suceda algo más. Y él no se queda atrás, abro momentáneamente los ojos y logro observar sus mejillas pecosas que se encuentran completamente sonrojadas.

Estoy disfrutando por completo este momento, hasta que de la nada me empuja, haciendo que nos separemos por completo. Maldita sea, no andaba buscando sexo ni nada parecido, solo quería que durara un poco más. De la nada, llega mamá corriendo para atender el teléfono. Con razón, Nori nos vio porque escuchó los pasos antes de entrar al comedor, por mi parte, yo andaba tan nublado en el momento que no le hacía caso a teléfonos ni a pasos por el pasillo.

—¿No te ibas a ir? —Le pregunto.

—Sí. —Responde. —Pero no puedo irme así. —Añade susurrando.

Bajo la mirada y… ah, con razón. Le había pasado el mismo problemita que a mí.

—Vas a tener que esperar, lo siento.
Tomo mi lápiz y continúo escribiendo el contenido de las clases de hoy. Intento concentrarme, pero la charla de mamá al teléfono es algo que me distrae, no me interesa, aunque es bastante molesto. Hasta que llega un momento en que llama por completo mi atención, no sé qué dijo, pero gritó y mamá nunca grita si no es de emoción. Decido estar más alerta a ver si dice algo más.

—¡Cariño, me dijiste que la gira iba a ser corta, luego vendrías a casa y tendrías otra más! ¿Cómo que pasarán de largo?

Esta es una de las pocas veces que papá se digna a llamar a casa y es solo para entregar malas noticias. Levanto la vista para observar a mamá y de nuevo, su stand atacándola. Pierdo completamente la paciencia y me levanto para ir donde está ella, arrebato rápidamente el teléfono de su mano y corto la llamada.

—¿Puedes dejar que él haga sus malditas giras sin que te afecte?

—Jojo… no deberías meterte en estos temas, son cosas de papá y mamá. —Me dice con completa calma. Sin embargo, su stand no dice lo mismo, la envuelve cada vez más y más, causándole nuevas heridas por todo su cuerpo, creando incluso algunas manchas de sangre en su ropa.

—¿Qué no me meta? Desde que nací, él te ha desgraciado la vida. Incluso antes y tú te dejas pisotear. —¿Cómo quiere que no me meta si verla así es un diario vivir? —Cada vez que él se va pasa esto ¿Hasta cuándo piensas aguantar?

Tengo muchas más cosas en mi mente que ya no puedo decir. Su stand me rodea mi cabeza por la parte de mi boca, siento como la piel de mis labios, mejillas, orejas y cabeza comienzan a rasgarse, además de ser aplastado por sus enredaderas.

—¡Jojo! —Grita Nori

Invoco a Star Platinum y con sus manos sostengo la enredadera en un intento de que no continúe ejerciendo presión alrededor de mi cabeza. Veo las esmeraldas de Hierophant Green siendo lanzadas hacia la parte de la enredadera que está entre mamá y yo, todo en un intento de cortarlas, pero estas rebotan.

Mis manos también comienzan a sangrar gracias a que Star Platinum está sosteniendo las enredaderas. Esto se está poniendo peor, no solo yo estoy siendo lastimado, mamá está rodeada de su propio stand, hay que parar esto luego o va a morir.

La misma parte del stand de mamá que fue objetivo de Hierophant Green, ahora es atravesado por una llama que logra quemarla y cortar la conexión que tiene con la enredadera que me rodea, liberándome por completo.

Mamá cae al suelo de rodillas, aparentemente ella aún se encuentra consiente y no ha tenido muchos daños todavía. Esto se pone de mal en peor, las enredaderas comienzan a extenderse por toda la habitación, llegando incluso a bloquear la salida, Avdol, Nori, el viejo y yo estamos completamente encerrados. Una cosa es segura, debemos controlar y estabilizar a mamá antes de que muramos los 5 en esta habitación, el problema está en derrotarla haciéndole el menor daño posible.

—Avdol, quema las enredaderas. —Ordena el viejo.

Las enredaderas siguen extendiéndose por la habitación, creando una barrera protectora que nos separa de ella.

—Hay que detener luego esto. —Asegura el viejo.

Avdol lanza pequeñas llamaradas para eliminar las enredaderas, evitando las estructuras y muebles de madera. El viejo utiliza su propio Hermit Purple para sostener y rodear algunas partes del stand, evitando su propagación. Por mi parte, con las manos de Star Platinum lastimadas, hago lo mismo, sujetar y contener.

—¡Nori haz algo! —Le ordeno.

—¡No puedo, soy inútil!

—¡Ayuda o moriremos todos!

Él suelta un suspiro y deshace las piernas de Hierophant Green en tentáculos que extiende por el suelo de la habitación.

—¡Tuve una idea, pero necesito su ayuda! Eliminen esa barrera para que pueda pasar.

Una llamarada un poco más grande que las anteriores logra hacer un agujero en la barrera donde el tentáculo de Hierophant Green puede por fin pasar. Por lástima, las partes que sobrevivieron a las llamas se extendieron a través del tentáculo, hasta llegar y rodear su stand.

—¡Noriaki! —Suelto un grito de preocupación.

—¡Estoy bien! Sigan con lo suyo.

Obedezco, no me queda de otra. No lo salvaré, aunque me preocupe, él es un chico fuerte y sabe lo que hace. Sin embargo, no puedo quedarme del todo tranquilo. Star Platinum es quien se encarga de toda mi labor, yo me encargo de observar cada movimiento de Nori. Su stand se deshace y extiende aún más hasta que finalmente todo desaparece.

Nori apenas se sostiene de pie, yo corro a socorrerlo y el viejo hace lo mismo, pero con mamá. Lo abrazo por la espalda, sosteniéndolo para que no caiga.

—No sé qué hiciste, pero fue increíble. Gracias.

—Aún no ganamos. —Con sus debilitados brazos, señala a mi madre, quien se encuentra rodeada por los tentáculos de Nori, con la nuca conectada a la punta de este. —Debes noquearla... Tengo el control de su cuerpo en este momento… pero no sé cuánto más pueda aguantar. —Dice con su voz debilitada.

Hago una señal a Avdol para que cuide de Nori, ahora es él quién lo sostiene. Me aseguro que todo está bien y me dirijo a donde están mi abuelo con mi madre.

—Ni te atrevas. —Me advierte él.

—Lo siento viejo, es la única opción. —Lo observo fijamente, espero que entienda que tampoco quiero esto, pero es la única forma de detenerlo.

Él asiente y luego agacha la cabeza, cerrando los ojos. Doy un golpe limpio a la nuca de mamá, quien cae inconsciente. El stand de Nori desaparece también, intuyo que esto es mala señal y volteo a ver qué pasa, observo el peor escenario que podría ver, a Nori completamente inconsciente siendo recostado en el suelo. Ahora es cuando me preocupo por completo y hago la pregunta que más me dolería en la vida.

—¡Avdol! ¿ESTÁ RESPIRANDO? ¿TIENE PULSO?

Él revisa sus signos vitales, me hace una señal de que todo está bien y me alivio un poco. Ahora pienso en mi siguiente preocupación, mi madre.

—¿Y mamá? ¿Cómo está ella?

—Está bien. Hay que llevarlos a descansar y curar sus heridas. —Dice el viejo. —Avdol, contáctate con la fundación Speedwagon para que traigan a otro médico para que los examine. Jotaro, tú trae el botiquín de primeros auxilios.

Ambos hacemos caso a mi abuelo. Cuando todo está listo, él cura las heridas de mamá y yo las de Nori.

—Perdóname por hacer esto. —Me disculpo de antemano, aunque no pueda escucharme.

Retiro su uniforme que está manchado en sangre y la aparto, dejándolo solo en ropa interior.

—Permiso.

Desinfecto cada una de sus heridas de su pecho y abdomen, posteriormente pego una gasa en cada una de ellas. Repito el procedimiento con sus brazos, piernas, cabeza y espalda. Volteo a ver y el viejo ha hecho lo mismo con mamá. Avdol vuelve con las noticias de que pronto vendrá un médico a examinarnos a los 3, Avdol y el viejo han salido completamente ilesos de la situación.

El moreno se encarga de limpiar las heridas de mi cara y mi cabeza. Yo quise saltarme esta parte y asegurarme primero de que Nori y mamá puedan recuperarse con tranquilidad, pero no, él y el viejo insistieron en que primero debían tratar mis propias heridas. Ya terminado, yo por fin puedo empezar a asegurarme del bienestar de las personas que más amo.

—Te lo encargo. —Le digo a ambos hombres que me acompañan.

Voy a mi habitación y preparo mi futón. Luego hago lo mismo, pero con el futón de mamá en su respectiva habitación. El viejo traslada a mamá y Avdol a Nori a las habitaciones que preparé, para que descansen con tranquilidad.
Por mi parte, me encargo de lavar cada una de las prendas de ropa ensangrentadas, las de Nori, las de mamá y mi chaqueta. Recuerdo cuando me sangraba la nariz de niño y ensuciaba mis poleras, mamá siempre las lavaba con agua fría y a mano, así se aseguraba de que saliera toda la suciedad. Eso hice, lavar cada una de las prendas a mano y luego tenderlas. Voy donde Nori y me siento a su lado.

—Puede ir a ver a su madre, Jojo. Yo cuidaré del joven.

—No… prefiero quedarme. —Suspiro. —Quiero que vea una cara conocida cuando despierte.

¿Por qué no voy a ver a mamá? Simple, sé que el viejo se encargará bien de ella, estoy seguro de que mientras él esté aquí nada le va a pasar. No es que desconfíe de Avdol, al contrario, lo poco que lo conozco me ha asegurado de que es una persona de fiar. En un momento así, quiero ver cuando Nori despierte.

—Puedes ir a ver a mi madre y me avisas si despierta o si le pasa algo.

—Como desee.

Él se retira de la habitación y nos deja a Nori y a mí a solas. Observo a mi amado, quien se encuentra durmiendo casi desnudo, cubierto solo por las sábanas. Ahora me planteo si debería prestarle algo de ropa, puesto que la suya se encuentra secándose y, por cómo está el clima, no creo que esté lista hasta mañana.

Busco en mi closet toda la ropa vieja que tengo, que, por alguna razón, no me he desecho de ellas. Tras unos minutos buscando, logro encontrar un pijama celeste con estrellitas amarillas que alguna vez usé cuando tenía como 14 o 15… este debe ser más o menos de su talla. Este en algún momento fue mi pijama favorito, pero gracias a la pubertad, un día no me entró más. Dejo el pijama al lado de Nori para que se vista una vez que despierte.

Voy a buscar sus cosas al comedor y las llevo a la habitación. Me quedo atento a su celular si es que su madre llama, ante cualquier cosa inventaré una excusa de por qué no ha llegado a su casa.

Al rato después llega otro médico. Revisa a Nori y asegura que está bien, que en un par de horas despertará. También me da noticias de mamá, es lo mismo, sus heridas ya son consideradas como leves y despertará pronto.

Espero a que pase el tiempo, Nori aún no despierta. Ya son las 9, luego las 10 y nada. Su madre llama preguntando por él, yo contesto el teléfono e invento la excusa de que se está bañando, y que se quedará a dormir porque estamos atrasados con una tarea y trabajaremos toda la noche en ello. Vaya excusa tan mala, pero al parecer se la creyó. A las 10 y media llega Avdol avisando que mamá ya despertó. Yo suspiro de alivio, iré a verla apenas Nori despierte.
11:10 PM, Nori abre los ojos y lo primero que hace es quejarse por el dolor.

—Tranquilo, estás muy malherido. Debes descansar. —Acaricio su cabeza. —Lo hiciste muy bien, pero no lo vuelvas a hacer.

—¿Por qué no? —Posa su mano sobre mi mejilla. —Salvé a la señora Holly ¿no es así?

—Sí y mira cómo quedaste.

—¿Cómo está ella?

—Mejor que tú, ya despertó hace rato. El stand de mamá tiene la capacidad de regenerarse así que no tardará en recuperarse por completo.

—Jojo…

—Dime.

—¿Y mi ropa? ¿Por qué estoy en boxer solamente?

—Te la quité para curar tus heridas.

—¿Qué? —Se sonroja y esconde su rostro y sus brazos en sus sábanas, deteniendo mis caricias. —O sea que me viste.

—Dame un respiro. Tenía que hacerlo, alguien debía curar tus heridas. También lavé tu ropa y hablé con tu madre para que te quedes a dormir. Ahora que despertaste, voy a hacer la cena, aprovecha de vestirte, te dejé un pijama que te podría quedar bueno. Si no es de tu talla, puedes sacar cualquier cosa de mi closet.

Me levanto y voy a la cocina. Preparo algo rápido, la abuela Suzie me enseñó que, si algún día tenía prisa por comer o preparar algo debía hacer fideos con salsa de tomate, nunca falla. No demoro más de 20 minutos en preparar todo, lo pruebo y está… asqueroso, los fideos se me pasaron y a la salsa le falta sal. No sé cómo seré un adulto independiente si cocino tan mal, bueno si a alguien no le gusta lo que preparo, que no coman o se cocinen ellos.

Sirvo y llevo 3 platos a la habitación de mamá. Aprovecho la ventaja de tener un stand, es prácticamente tener 4 manos, él lleva 2 platos con sus manos y yo solo uno. Les entrego las cenas a cada uno. Avdol y mi madre agradecen, pero el viejo me lanza una mirada fulminante, como si con eso me expresara todo su odio y enojo.

—¿Y tú que recién te dignas a venir? ¿Te acordaste que tienes madre? —Hace esas preguntas con la intención de regañarme, pero no hacen efecto alguno en mí.

—Dame un respiro.

—Papá, Jojo y Kakyoin-kun son muy buenos amigos. No podrías separarlos ni aunque quisieras.

—Ese chico. ¿Es con el que te andabas peleando la otra vez? —Me pregunta el abuelo.

—Sí.

—Desde ese día que no se han separado. —Agrega mi madre. —Normal que se haya quedado esperando a que despierte.

—Pero Holly, no te ha venido a ver en todo este rato.

—¡Pero nada papá! Déjalo ver a su amigo.

Me retiro de la habitación, no estoy para escuchar esas conversaciones. Vuelvo a la cocina y preparo un plato para mí y otro para Nori. Abro la puerta y lo encuentro con el pantalón del pijama, pero con una de mis camisetas musculosas en la parte superior.

—¿Y eso? —Le pregunto.

—No me entró la parte de arriba.

La camiseta de tirantes le queda increíblemente grande, se le ve gran parte del pecho, además de que el agujero de la polera en donde van los brazos le llega hasta la mitad de las costillas. Parece cualquier cosa así.

—Te traje la cena.

Nos sentamos en el suelo para comer, solo espero que no vomite. Comemos en completa calma, él no parece quejarse de la comida, creo que ya se acostumbró a la porquería que cocino.

Terminamos de comer y yo voy a bañarme, al volver él me dice que también quiere bañarse que se siente sucio, yo le respondo que no puede hasta mañana o le arderán sus heridas, tendrá que limitarse a solo lavarse los dientes por esta noche.

—En la encimera del baño hay cepillos de dientes nuevos. Saca uno y lo dejas acá, para que tengas con qué limpiarte la boca la próxima vez que vengas.

—Jojo ¿No será mucho? Quiero decir, si empiezo a dejar cosas en tu casa ¿no estamos yendo demasiado rápido?

—¿De qué estás hablando? Vamos, es solo un cepillo de dientes, no es para tanto. Siempre andas metido en la casa, ya eres como de la familia.

—Gracias. —Asiente y se marcha.
Suelto un suspiro.

Best Friends [Jotakak]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora