Capítulo 20. Una declaración de guerra

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– ¡¿Quien era?! – Magnus rugió, al grupo. – ¡¿A dónde se han llevado a mi mate?! – gritó, comenzando a perder control de su magia, chispas azules saliendo.

– ¡Ese maldito! – Jace gritó, enojado. – Ese era Sebastián Morgenstern. ¡Lo voy a matar! –

Magnus envió un mensaje de fuego a Meliorn, diciéndole que trajera a toda la gente que pudiera a su departamento. Igual a Luke y a Cat. Todos en la habitación estaban llenos de furia, con sus armas listas. Incluso Kadir.

– Vamos a ir al Instituto al momento en que los refuerzos lleguen, – Magnus gruñó, mirando fijamente a Kadir. – Voy a destruir a cada persona que se interponga entre mi familia y yo, me importan una mierda los acuerdos. Esto fue una declaración de guerra. –

– Fueron demasiado lejos. Es hora de que el Instituto de Nueva York responda por sus acciones, – Kadir concordó con él.

– Acabo de recuperar a mi hija. No voy a permitir que nadie me la quite de nuevo, – Jocelyn masculló, tomando el cuchillo serafín y dibujándose nuevamente sus runas.

Alec tomó el arco y flechas de Alec. Su mate las necesitaría cuando lo rescatara.

*

Sebastián jalaba a Izzy del cabello, ahora tenía la daga en su cuello, haciendo que Clary y Alec le siguieran. Al atravesar el portal se encontraron en la oficina de Maryse, quien estaba sentada en el escritorio, solo mirando a Alec.

Alec se dio cuenta de que ya no le tenía miedo. Claro, aun le aterrorizaba la idea de que algo le pasara a sus bebes, pero si era necesario, mataría a su propia madre.

– ¿Qué has estado haciendo, pequeña zorra? – Maryse le preguntó. Alec notó su tono frio, el mismo que antes le hacía temblar, pero ahora no tenía ese efecto.

– Nada de tu incumbencia, – Alec replicó, en el mismo frio tono. Se tapaba su estomago, intentando que ella no lo notara, agradeciendo por haber tomado un suéter de Magnus que le quedaba grande. – Si bien recuerdo, yo ya no soy tu hijo, y tu nunca fuiste una madre. –

– ¿Cómo te atreves a hablarme así, sucia zorra? – Maryse gritó, levantándose y mirándole con rabia. – ¿Crees que no sabemos? Sebastián ha estado vigilándote. Sabemos que has estado siendo la puta de un brujo. –

– ¡No te atrevas a hablarle así, perra despreciable! – Izzy le gritó a su madre, tratando de quitar la atención de Alec. Clary también captó el punto, intentando alejarse de Sebastián, manteniendo su atención en ella.

– ¡¿Cómo te atreves a hablarme así?! Son una decepción, ambos. Sebastián, ponles en el sótano. Tu padre se puede encargar de ellos cuando vuelva de su misión, – Maryse dijo.

Clary se movió frente a Alec, bloqueándole la vista a Maryse, mientras ella salía de la habitación. Caminaron detrás de Sebastián, esperando que el tampoco notara el embarazo de Alec.

Alec notó que mientras caminaran, Clary abrazó su estomago. Alec le miró extrañado, y su corazón se hundió cuando Clary asintió. ¿En que la había metido? Todo eso era su culpa.

Caminaron hacía el sótano, donde Alec había estado prisionero antes. Ahí vio que ahora había más cadenas que antes.

– Entreguen todas sus armas, ahora, – Sebastián, dijo, poniendo su espada en el cuello de Izzy. – Clary, tu aun puedes volver a mi lado. Estos traidores pagaran, pero puedo convencer a nuestro padre de que te perdone. Solo tienes que decirnos sus planes, – Sebastián le dijo, mirándose esperanzado.

El Ultimo Omega (Malec AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora