Capítulo 4

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Ese chico patán se llamaba Abraham y molestaba a las chicas. Les robaba besos, les levantaba las faldas, las engatusaba y les hacía gestos obscenos, como si estuviera cogiendo con alguien invisible. Cómo lo odiaba.

Bueno, algunas solo se reían ante sus actitudes reprochables y otras iban más allá y se sentaban en su regazo para, supongo, excitarlo o excitarse ellas. La cara de ese latoso era de felicidad total.

El tipo era guapo para mi yo sumisa e ilusa. Una cara bonita podría justificar la patanería y si fuera criminal seguramente su físico sería el primer justificativo.

Me acerqué a Paola que se veía feliz y radiante. Ya no estaba cerca de la persona que me ponía furiosa.

—Ailyn, cariño... —dijo ella con esa voz suave.

—Hola... —respondí en tono serio.

—¿Qué tienes?

—Nada...

—Tu cara me dice otra cosa —Ella empezaba a sospechar.

¡Por favor, Dios mío! ¡No dejes que los celos y el rencor me dominen!

—Bueno pues —dije y me quedé callada por unos segundos—¡No es nada, cielo! ¡Nada importante!

Las cosas volvieron a la normalidad y mis emociones se estabilizaron. Las clases fueron más llevaderas. Las horas pasaron volando.

Sonó el timbre y era hora de salir de clases. Mi amiga y yo fuimos las últimas en salir porque éramos unas tortugas y queríamos tener inconvenientes con la escalera: ese lugar era el sitio favorito de los chicos.

Al llegar a la salida nos topamos con el indeseable Abraham. Este esbozó una sonrisa de te voy a coger.

—¿¡Vaya, y estas dos bellezas!?

Antes de que Paola hablara intervine y dije:

—¿Qué quieres?

Él no dijo nada y se quedó mirándonos a los ojos. Luego bajó la mirada para esculcarnos de pie a cabeza. Su mirada se mantuvo en nuestros muslos.

—¿Qué miras? Vete de aquí.

—Tienes lindas piernas para ser una aguafiestas.

—¿Qué dijiste, estúpido? Eres un tonto.

—¿Me parece o tu falda está más arriba que el día viernes?

—¡Ay, no te metas con mi falda! ¡Y déjanos en paz!

Microfalda ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora