Mejoras - 05

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Tal vez ha sido cosa suya y se lo ha imaginado, o simplemente es un animal merodeando por ahí, aunque fue un sonido considerablemente fuerte y a juzgar por su situación, puede que lo mejor sea ir a investigar antes de preocuparse más. Sólo por si acaso, deja lo que tenía en las manos y toma un cuchillo del cajón con apenas el filo para partir un limón.

Sale al patio trasero manteniendo la calma, pero en el fondo entre algunos arbustos, logra notar un bulto moviéndose entre ellos. No parecía como algún animal, aún así, pedía mentalmente que lo fuera.

—¡Llamaré a la policía!— tratando de no alterarse, apuntando y apretando el utensilio.

—¡Espera!— de la nada sale un niño de cabello negro subiendo ambos brazos —Lo siento— modulando su tono de voz —Aparta el cuchillo, no quise asustarte—

Confundida pero confiando en lo que un pequeño de quizás 11 años le está diciendo, deja el cubierto en son de paz sobre el suelo —¿Quién eres y qué haces aquí?—

—Eh... yo— antes de saber que decir, es interrumpido por el sonido de su teléfono sonando desde su bolsillo. Al sacarlo nota quién es y lo tiende hacia ______ —Por favor di que encontraste mi teléfono en la calle—

—¿Qué?—

—No le digas donde estoy—

—Bien, bien— inquieta, lo toma y pasa saliva —¿Ho-Hola?—

—¡Con un demonio Ike Broflovski! ¡Cinco minutos, maldita sea! Te dejé cinco mi— de sonar bastante enfurecido, se interrumpe al no reconocer la voz que le respondió —¿Quién habla? Por favor dime que no lo estás ayudando— algo arrogante y cansado.

—¿Eh? Lo siento, he encontrado esto en el suelo y creí adecuado contestar—

—Ponme en altavoz—

—¿Disculpe? Señor, suponiendo que conoce al dueño del teléfono, puedo entregárselo a usted—

—¿Señor?— silencio —Como sea, no sé en qué calle estoy pero de lo que si estoy seguro es que si Ike no regresa para el anochecer voy a—

No lo deja terminar y cuelga —Con que... Ike— lo mira un poco seria.

—¿Sí?— voltea a verla —Mi hermano me estaba siguiendo por aquí pero ya no lo veo—

—¿Algo más?— le devuelve el teléfono.

—Para nada, gracias— sonríe y sube la cerca cayendo del lado de la calle.

—Por supuesto...— suspira asimilando lo que acaba de pasar.
Se aproxima para ver al niño irse y de paso los alrededores, todo parecía tranquilo. Toma de nuevo el cuchillo y va de regreso a la cocina para continuar con lo suyo. Piensa en decirle a su padre que la cerca debería ser cambiada, se pueden colar con facilidad.

El fin de semana fue reflexivo con algunas charlas medio incómodas, aunque esto ayudó a mejorar la relación de ______ con sus padres.

La mañana de Lunes pintaba bien, un desayuno delicioso y la chica estaba lista para su nueva escuela. Su padre la deja cruzando la calle y a primera vista destaca lo grande que es.

Al entrar, aprecia unos segundos el doble de gente a su alrededor, se hace a un lado para dejar pasar y saca una hoja doblada con horarios. De alguna forma tenía que llegar al salón 203; meditó como acercarse a alguien para preguntar, pero sinceramente le aterraba un poco la idea, sin embargo, logra notar a alguien familiar caminando con pesar en el pasillo. Se acerca rápidamente antes de perderlo y lo saluda animada, luego aclara su garganta para sonar más relajada, siguiendo su paso.

—¿Qué haces aquí?— le preguntó él apenas mirándola indiferente.

—Busco mi nuevo salón— le muestra su hoja —¿Sabes donde es?—

—Arriba— moviendo la cabeza para despejar la vista de su flequillo —Puedes quedar con nosotros atrás del gimnasio— menciona una vez llegando al salón y se va.

—Gracias— ¿Nosotros? Debe referirse a sus amigos. Por algo, Pete es su primo favorito, por no decir que es el único que vive en el pueblo; a través de los años lograron entenderse a pesar de no convivir tanto y de la seriedad del chico.

Entra sin más, elige el asiento de la esquina hasta atrás y esperando que nadie lo esté usando, se sienta recargando sus brazos y cabeza. Se queda observando al frente y empieza a pensar que no necesitaba hacer amigos o involucrarse demasiado, en unos meses todo terminaría y se iría a la universidad a estudiar no se qué lejos del pueblo, de alguna forma eso la reconfortaba.

Minutos después, el solitario salón empezó a llenarse sin darse cuenta de su presencia hasta que Tweek la ve y dice su nombre acercándose.

—¡Hola!— reacciona con una sonrisa, sabía que ellos asisten a esta escuela, más no en este preciso lugar; se incorpora al ver al rubio junto a Craig —Lo siento, ¿no ocupan esta mesa?—

—Aquí sobran— Tweek sentándose a un lado.

—Hicieron de más, solían destrozarlas— menciona el azabache tomando su lugar.

Antes de proseguir a una plática, un profesor irrumpe apaciguando las voces para empezar.

[...]

Algunos temas, _____ ya los había visto, así que fácilmente empezaba a divagar en otras cosas. 
El timbre del receso la desconcentra y observa a todos formando pequeños grupos mientras se iban. Tomando la palabra de Pete, se pone pie y se encamina al gimnasio que encontró fácilmente en la planta baja, no obstante, estaba cerrado; como alternativa, entra a la cafetería atestada de personas.

Ahí se encontraba Kyle con sus amigos comiendo y escuchando a Stan quejarse de Wendy.

Los chicos se quedaron hasta después de clases para jugar baloncesto, pero como las porristas tenían reservado y ocupado el gimnasio, no tuvieron problema para ir al patio trasero.

Al cabo de un rato, el pelirrojo agarró sus cosas para irse.
Ha tomado el empleo de paseador de perros y afortunadamente, hoy tiene tres mascotas que llevar. Por una hora, tres dólares cada uno.
Despidiéndose de sus amigos, sale de la escuela y emocionado, va directamente a las respectivas casas para recoger a los animales.

Con un poodle, un san bernardo y un collie a la mano, camina con dirección al parque a dar unas vueltas. Todo iba con calma, los caninos muy juguetones y dispuestos a cooperar hasta que vieron a un gato bajar de un árbol. Kyle apenas empezó a poner atención a la situación cuando sintió forcejeos, sujetó como pudo las correas, pero una se le había resbalado, claramente la del más grande, quién ahora estaba libre de correr y perseguir al gato lo que pudiera. Con inquietud, Kyle va tras él con cuidado de los otros dos a su lado.
Estaban tan cerca del parque, pero tuvo que doblar una calle; el san bernardo había desaparecido, en su lugar, un gato que continuaba alejándose velozmente, y una chica mirando a la alcantarilla abierta. 

Adore You | South Park | Kyle & TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora