Capitulo 3

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Lleva días intentando no actuar extraño, aunque es algo casi imposible con la manera en que su padre se empeña en mirar su espalda mientras hace cualquier tarea dentro de la casa. Su mano es una molestia constante, aunque ya no pulsa debido al dolor, la cantidad de vendas que usa para esconder la costra y evitar quitarla no le permite hacer las cosas como antes, eso sin contar que debe tener cuidado al lavar los platos.

Ah, la marca... Escondida tímidamente bajo los gruesos vendajes, escondiéndose junto a un corte "accidental", un cuchillo bien afilado y con el que jamás había tenido problemas, pero que los nervios de sentir a su padre demasiado cerca le hicieron hacer un fino corte en la piel, ocasionando que la sangre saliera exageradamente y le obligara a disculparse, escondiendo su mano y retrocediendo lejos de su progenitor para ir a curarse por sí mismo, escondiéndose en su habitación, sin saber si eso lo hacía más o menos sospechoso de lo que quería.

¿Qué se supone que debía de hacer? ¿Entregarse? ¿Había tan siquiera alguien a quien contárselo y lo pudiera aconsejar correctamente?

Piensa en sus amigos, la gente que lo rodea y la familia que está cerca. Nadie, absolutamente nadie es de confianza, no teme a los gritos, le tiene miedo al hierro que marcaría la palma de su mano de una peor manera que el cuchillo, teme a un mal matrimonio y la alta posibilidad de criar solo a un niño, de terminar el mismo en la misma situación que su padre, sintiéndose patético por no poder darle a su hijo lo que se merece, intentando llenar un hueco que jamás desaparece por más que lo intente.

—¿Qué debería de hacer?

Hace un esfuerzo por calmarse, lo que últimamente no parece funcionar como normalmente lo hacía, pero aun así lo intenta ya que tampoco sabe que más hacer aparte de respirar profundo e intentar no ahogarse con su propia saliva. Al final se levanta de nuevo, guardando lo que había utilizado antes de buscar la ropa necesaria para salir de casa, la nieve aun cubre todo a su alrededor, normalmente así era siempre, con el paisaje helado en todas partes.

—Padre. —se anuncia cuando entra a la sala, juntando sus manos debajo de sus holgadas mangas, su tipo de ropa favorito y el que justamente le favorecía para evitar preguntas incomodas cuando salga de su hogar—Voy a salir a caminar un poco, ¿Hay algo que desee que consiga?

Esta totalmente listo para salir de su casa cuando finalmente se dirige hacia su padre, es consciente de que los ojos de su padre le han seguido durante varios minutos mientras terminaba de prepararse, hasta que finalmente fue capaz de enfrentarlos para anunciar su pequeña salida, su necesidad de tomar aire fresco, sin ignorar que de paso podía conseguir algo para la hora de la cena o la comida de mañana.

—No es necesario, solo ten cuidado y regresa antes del anochecer, no está bien que estés solo tan tarde.

Hace un esfuerzo de sonreír mientras recibe las palabras de su padre, decide ignorar lo que podría estar sugiriendo, no quiere pensar en eso, así que simplemente hace una leve reverencia hacia su padre antes de abrir la puerta y finalmente respirar el aire frio, el cual golpea su rostro con más fuerza que si simplemente estuviera en la ventana de su habitación

—Bien, estoy fuera. Ahora... Primero hay que buscar al tío Odysseus...

Cierra detrás de si con cuidado, pensando cuidadosamente en sus acciones y lo que ya tenía pensado hacer, caminar hacia la puerta principal y pedir permiso para ir hacia la torre de vigilancia, la cual funcionaba también como una especie de convento, lleno de eruditos que no querían buscar el amor y preferían resguardarse entre libros, sin olvidar nunca la tarea de vigilar desde la parte más alta de la torre, asegurándose de siempre ser capaces de avisar sobre el avistamiento de extraños, intrusos o simplemente gente extraviada que necesitaba regresar y ya no sabía cómo hacerlo.

La marca del amor [Dohko&Shion]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora