Capítulo 3

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No llevaba ni dos días en el refugio de aquel nuevo grupo, y ya tenía unas enfermizas ganas de salir de allí. Era de noche y me habían proporcionado una celda individual. Dante estaba a mis pies en el colchón, acurrucado y roncando con suavidad. Y por muy cómoda que fuera aquella cama, a comparación del duro suelo al que estaba acostumbrado mi cuerpo, no podía dormir.

Era más de medianoche y en las celdas contiguas podía oír pequeñas conversaciones que se llevaban a cabo en susurros por otras personas. Y lejos de molestarme, me tranquilizaban, el saber que había más gente allí, como yo, simplemente sobreviviendo en este apestoso mundo. 

Dante se removió algo incómodo, posiblemente teniendo algún tipo de sueño o pesadilla que le incitaba a mover las patas con fuerza.

— Tranquilo chico. —susurré mientras me incorporaba para acariciar su lomo. Pero no sirvió de nada, pues fuera lo que fuera lo que estuviera ocurriendo en su cabeza, brincó del susto en cuanto coloqué mi mano sobre él— ¿Pesadillas? — pregunté acercando mi cara a su hocico, y no tardó en ocultar su cabeza en mi cuello, como si el simple tacto pudiera proporcionarle algo de paz.

— ¡Callad ya malditos! — alzó la voz alguien a varias celdas de distancia.

No pude evitar reírme, porque aquella persona solo había conseguido que los susurros aumentaran. Y antes de que estallara una disputa, salí de la cama colocando en mis pies desnudos en un par de zapatillas.

— Dejemos a los locos matarse entre ellos. —hice un gesto con mi cabeza y el perro no tardó en seguir mis pasos al exterior.

Tenía el cuerpo entumecido, y aunque horas atrás Beth me había acompañado a las duchas, para retirar toda aquella suciedad que tenía en mí desde hacía semanas, aún me sentía excesivamente exhausta. Debía ser por la pérdida de sangre, o quizás por los dos ataques de pánico causados por Daryl.

Inspiré con fuerza en cuanto el aire frío del exterior me recibió junto a un cielo salpicado por unas pocas estrellas. Aún me quedaba por conocer a una persona, que según Hershel era importante para el grupo. Pero sería mañana al amanecer, ya que esta persona, que además era el padre de Carl, se había dedicado por completo a cuidar de la huerta estos días. Me sorprendía el saber que había alguien, que aun teniendo una extraña en su campamento, había decidido que era mejor aislarse y cuidar de un par de lechugas.

— ¿Qué haces despierta? —la voz de Maggie me sacó de mis pensamientos, y todavía en la oscuridad pude verla frente a mí.

— Podría decir lo mismo. —contesté alzando mis hombros, despreocupada.

No veía nítidamente su rostro, pero alcancé a escuchar una débil risa por su parte. 

Touché. —ahora fui yo la que sonrío dando un par de pasos. La prisión quedó atrás y por inercia caminé junto a ella hasta la torre de vigilancia— Estoy de guardia con Gleen. —se giró para observarme y su mirada cayó en Dante, que ahora estaba demasiado ocupado correteando por la gran extensión de césped— Veo que ambos sois de sueño ligero. —asentí a sus palabras, observando como Gleen comenzaba a descender de la plataforma.

¹THE EYES OF DEATH ⎯⎯  ᴅᴀʀʏʟ ᴅɪxᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora