𝗱𝗮𝗿𝘆𝗹 𝗱𝗶𝘅𝗼𝗻 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻
Todos conocen alguna leyenda de tiempos antiguos.
Lo que no todos saben, es que estas están destinadas a repetirse, tengan o no un final feliz.
Déjame contarte la historia del Lobo y la Luna.
Historia basad...
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POV Daryl
— ¿Cómo acabasteis en ese grupo? —preguntó Rick limpiando la sangre de su cara.
Tuve el instinto de mirar hacia ella, llevaba en la misma posición desde que me vi obligado a quitarla de encima del cuerpo de Len. Ahí, tumbada boca arriba en el asfalto, solo se movía para respirar.
— Fue por Luna. —me giré hacia Rick. Ambos estábamos sentados contra el coche donde dormían Michonne y Carl, por lo que mantuve un volumen bajo mientras hablaba— Querían llevársela... —cerré los ojos, recordando la impotencia y rabia que sentí en aquel momento— Eran demasiados. A mí me dejaron opción, podía irme sin ella o quedarme.
— Escogiste quedarte. —asintió Rick, dejando de lado el paño lleno de sangre.
— Sabía que eran unos capullos... pero no imaginé que harían algo como esto. —descansé los brazos sobre mis rodillas, agotado y aún dolorido por lo que sufrimos anoche— Luna quiso escapar desde el primer día, pero tenían esas leyes, esas estúpidas normas. —suspiré profundamente— Len se obsesionó con ella.
— ¿Len es el tipo...? —con su barbilla señaló en dirección a Luna, tumbada aún junto a aquel cadáver desfigurado.
— Sí, es ese.
— Tuvo lo que mereció. —dijo sin dudar.
Parte de mí se tranquilizó al oírle decir aquello. Cuando la vi en aquel estado, en un frenesí salvaje con la mirada perdida, temí que Rick, o cualquiera del grupo, cambiara su forma de verla. Porque aunque me impresionó encontrar un lado tan oscuro, para mí era evidente que seguía siendo ella. La chica molesta que no dudaba en incordiarme, de mirada dulce, pero filosa, rebosaba inocencia y bondad aunque tratara de ocultarlo con una máscara que le caía constantemente.
— Pensábamos marcharnos cuando encontraran al tipo que llevaban buscando durante días. —vi de reojo como Rick hacía una mueca— No sabíamos que eras tú. —agregué provocando que sonriera levemente— Estábamos a punto de irnos, hasta que te reconocí y Luna saltó como una jodida imprudente sobre Joe.
— Tuvo agallas. —rio discretamente, intentando deshacerse ahora de las manchas rojas que cubrían sus manos.
— Sí, o un instinto suicida. —negué con la cabeza, pues cuando ocurrió solo deseé sacarla arrastras de allí, para después gritarle los mil motivos por los que no hay que lanzarse sobre un grupo armado, que te supera en número— No sabíamos lo que iban a hacer. —murmuré avergonzado tras un largo silencio, odiándome por lo que le podría haber pasado a mi familia.
— No fue vuestra culpa. —me calmó buscando mis ojos, pero yo solo lo esquivé porque si veía su rostro ensangrentado, la culpa me hundiría aún más— Eh, no tuvisteis la culpa. —repitió seguro, y cuando encontré su mirada verdaderamente sentí algo de paz— Volvéis a estar con nosotros ahora. Tú eres mi hermano. —y aquello me golpeó en el pecho, tan fuerte, que no supe qué responder.
