Capitulo XXXIV

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Salimos a comer  todos juntos para luego  pasar a un pub y reírnos un poco. Luego llegamos a una discoteca  en la cual me divertí mucho con Franco entre saltos y risas. Cuando llegué a la barra pedí dos cervezas. Mientras esperaba mi orden un chico alado mío  me sonrió, yo hice lo mismo. Se veía muy lindo.

-          Te invitó algo ¿quieres?- me preguntó.

-          No, gracias.

-          Dos Whisky a las rocas por favor- pidió.- ya hice la orden ahora tendrás que acompañarme a terminar de tomarlo.

-          Es ley- recordé ese dicho en mi temprana juventud.

-          Sí, es ley… siéntate- así lo hice y las cervezas llegaron al mismo tiempo que la orden del lindo chico.

-          ¿Fondo?- yo sonreí, era buena  con las bebidas así que no importaba.

-          Okey

El chico lindo  moreno se lo  tomó en un segundo y  yo me quede picada.

-          Pide otro

-          Como gustes-  la orden volvió a llegar pasando lo mismo que hace un momento. Franco llegó a buscarme ya que tardaba mucho.

-          Porque tardas, la estamos pasando en grande.

-          Estaba bebiendo unas cuantas  copitas de mi bebida predilecta.

-          No me digas- dijo con ironía  en medio del bullicio. Tomó su cerveza y yo la mía dejando de lado al chico del trago gratis.

-          Anda a divertirte, yo me quedo aquí bebiendo unos tragos más.

-          Te estaré  vigilando ¿vale?

-          Vale.

Volví a darle la cara a la barra y el moreno seguía  allí bebiendo de lo mismo  pero más despacio. Frente a mi había un vaso lleno y supuse que era la tercera ronda.

-          ¿fondo?- pregunté

-          Como quieras.

Al terminar el chico se levantó de su asiento.

-          ¿Dónde vas?- pregunté.

-          A buscar diversión a otro lado.

-          Entonces gracias por esto- agite el vaso con hielo. El  chico sonrió maliciosamente, esa sonrisa me helo la piel. Comencé a sentir un mareo horrible y mi corazón daba saltos agitados, estaba perdiendo el equilibrio hasta que las manos del moreno me sostuvieron.

-          Necesitas aire fresco- el moreno me besó el cuello y comenzó a sacarme del lugar. Yo cada vez estaba peor y perdiendo la conciencia. Drogas,  me había drogado el puto imbécil. “jamás desvíes la  vista de lo que bebes” me había dicho una vez Hugo.  Aquí estaba mi error, después de tanto  tiempo.

Después de salir de la discoteca y sentir el aire fresco, comenzamos a  caminar hasta un auto color rojo. Caí en el asiento de atrás con la cabeza en las piernas de alguien.

-          Allí está tu juguetito- le oí decir al moreno, yo me acomodé en el asiento ya que no estaba en condiciones de huir, no tenía ni fuerza para hablar.

-          Mi hermosa Eva… ¿no te dije que no confiaras en nadie?- Hugo, esa voz era inconfundible y ahora  sí que tenía miedo. Necesitaba huir de allí.

Vínculo - Enamorada de mi amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora