Vínculo - Enamorada de mi amante

Capítulo III

— ¿Este es el idiota que se dejó chantajear? —pregunto Franco con una sonrisa burlona con mi móvil en la mano.

— Regrésame el móvil —demandé muy seria. Nico se lo quitó y miró la foto.

— Sí, parece modelo con esa cara —dijo mi hermano mostrándole la foto a Tom y a Logan.

— Si es Bryan Ferri —reconoció Logan. — Él es actor de cine, es muy bueno... lo he visto en algunas películas con Samanta.

— Actor de pacotilla, será —dijo Tom con repugnancia.

— Quiero mi móvil ahora y no me jodan más —dije molesta. Ya con mi móvil me levanté y volví al estudio sola.

A veces era difícil convivir con tantos hombres y no tener un consejo femenino al cual recurrir, en esos momentos me preguntaba porque no tenía amigas o porque tenía que estar en la lista de huérfanas de madre. Era el tipo de persona que se auto lamentaba mucho, pero a la vez no entendía sus propios sentimientos.

Por lo menos tenía a su padre, era un buen padre, pero desde que quedó viudo se mataba trabajando. Las mujeres para él simplemente no se comparaban con mi madre, así que madrastra no tendría por ahora, ni en un futuro cercano. Esperaba que él fuera feliz y encontrara el amor, otra vez.

Ahora tendría que empezar a escribir, si quería demostrar algo de responsabilidad y talento. Y me inspiré en la soledad de mi padre y su amor a mi difunta madre ya que me pedían un estilo diferente, dramático y romántico. Nada era más dramático que eso cuando se trata de mal de amores.

(⁎)

No sabía porque, pero sentía que estaba acosando a Eva, tenía la necesidad de molestarla y pelear con ella. Aquellas dos llamadas habían sido divertidas, aunque las palabras fueran simples provocaciones para arruinar su buen humor o, por lo contrario, divertirla y divertirse.

Estaba cansado y muy ocupado, aun así, no entendía porque me había comprometido a llevarle Sushi y pasar tiempo con ella mientras trabaja en una canción.

Era un estúpido o era el deseo sexual que despertaba esa chica con solo desafiarme. Esto parecía peligroso, pero la vida otra vez tomaba sentido desde la aparición de Eva destruyendo su rutinaria y aburrido estilo de vida.

Cuando quiera terminar de verla simplemente me acostaría con ella para que no haya más chispa de curiosidad en mí y listo, pensó. Ahora tenía que convertirse en el Adán de Eva y morder la manzana prohibida, dejar ser seducido por aquellas manos, aquel cuerpo, aquella piel y aquella voz. Eso era todo.

La deseaba, así que debía tenerla. La tomaría como tomaba todo lo que quería. Era mi naturaleza y no lucharía contra ella. La seduciría y en el momento menos esperado ella estaría en su puerta necesitándolo y rogando por todo lo que podría darle. Placer total y puro, adentrarla en lo más lascivo y libidinoso, hacerla adicta y disfrutar de ello.

Cerré los ojos, sintiéndome invadido por el deseo, imaginándola sobre mi cuerpo. Cuando abrí los ojos encontré el camerino y nada más. Estaba notablemente listo para la acción (en el ámbito sexual), pero no podría tener desahogo, ya que era un hombre responsable y serio. Lo mejor sería matar las ganas con el recuerdo de su abuela en traje de baño mientras bebía agua para saciar la sed que sentía.

— Señor Ferry, es su turno —le dijo una voz.

Miré a la puerta y encontré a uno de los asistentes algo apurado.

— Ya salgo.

El joven se fue dejándolo solo frente al espejo. Recreándose el personaje que tendría que tomar frente a la cámara, sacó todo síntoma de cansancio. Animándose un poco de que al final del día tendría su recompensa, aunque no del ámbito sexual, pero tendría algo de diversión. Por ahora debía olvidarse de él mismo y poner la mente en su personaje.