Día Once

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Después de esa noche en la que recibí la nota de Ian mi insomnio desapareció mágicamente y pude dormir plácidamente esa noche, al día siguiente quería guardar la nota en mi habitación, pero la sensación de que sería descubierta me carcomia por dentro así que decidí llevarla en medio de un libro de la escuela para no perderla.

Al salir de mi habitación note a mis padres más serios de lo usual pero no me anime a preguntar ya que sabía que por sus caras no era algo bueno, después de desayunar mi padre me llevo a la escuela y espero en la entrada para que no me acercara a Ian, cómo lo había estado haciendo desde aquel día. Mientras me dirigía a mi salón de clases entre el bullicio de los estudiantes al escuchar la campana creí ver por el rabillo del ojo en cierto momento a Ian quien sin voltear a verme paso por mi lado, más sin embargo, sentí como su mano me entregaba algo que por reflejo humano no deje caer; al llegar a mi asiento e iniciar nuestras clases me atreví a ver qué era lo que Ian me había entregado y con un extraño nerviosismo tome el papel entre mis manos tratando de ocultarlo de la vista de todos para leer el mensaje que Ian tenía para mí.

"Nicole... 10 en punto en la sala audiovisual, pide permiso para salir"

Mi corazón empezó a latir tan fuerte que por un momento creí que todos mis compañeros lo escucharían, sin embargo, mi mente tomo la decisión de hacer lo que la nota de Ian decía. Espere a que se acercara la hora y mientras eso pasaba mi mente empezó a traicionarme dejando de prestar atención a la clase y empezar a recordar todo lo que Ian y yo vivimos de una forma tan lúcida que incluso comencé a sentir un calor que recorría mi cuerpo de tal forma que no lo podía soportar, en cuanto mire que el reloj de pared del salón marcaba cinco minutos para las diez le pedí amablemente a mi profesor que me dejara ir al baño, en cuanto accedió salí lo más pronto posible del aula ya que el calor que sentía era tan insoportable que creí que pronto se notaría mi extraña subida de temperatura. Tratando de pasar desapercibida logré llegar a tiempo a la sala audiovisual que como siempre que nos reuníamos ahí la puerta estaba abierta, al entrar la sala estaba a media luz debido a las cortinas que a pesar de cubrir las ventanas permitían que los rayos del sol entrarán levemente; miro al frente del salón y noto esa figura masculina que hacía tiempo no veía como antes y que al darse cuenta de mi presencia volteo a verme con aquellos ojos grises que tanto deseaba volver a ver, así que sin pensarlo corro hacia el para abrazarlo luego de tanto tiempo.

-¿Me extrañaste?- pregunto el pelinegro relajado pero a la vez burlón.

-Cállate ¿quieres?- conteste mientras enterraba mi rostro en su pecho.

Cuando pude reposar mi cabeza sobre su pecho logré escuchar el acelerado sonido de los latido de su corazón casi a la par de los míos, estaba extrañada por eso ya que Ian siempre parecía ser una persona serena hasta en los peores momentos y el escuchar como un solo abrazo alteraba su ritmo cardíaco solo me hizo sentir una emoción aún desconocida para mí. No sabía que hacer así que solo seguí abrazándolo perdiendome en mis pensamientos mientras nuestro alrededor parecía que el tiempo se había detenido, cuando de repente el chico de cabello negro me separa un poco de el para verme a los ojos e inclinarse hacia mi rostro, sabía que era lo que iba a pasar y siguiendo mi intuición femenina cerré mis ojos y me acerque para al fin darnos un beso que en esta ocasión era diferente para ambos, un beso que era tan anhelado por los dos que simplemente no tuvimos que ir más allá de ese beso y nuestras manos entrelazadas que hacían del momento algo inexplicablemente mágico.

-No sabes cómo deseaba esto- dijo con un tono casi sordo el pelinegro.

-En ese caso ya somos dos- conteste mientras volvia a besar a Ian, pero está vez de una forma más desesperada.

Parecía que terminaríamos teniendo sexo en ese lugar como la vez anterior, pero en lugar de eso una pequeña alarma proveniente del pantalón de Ian nos trajo de nuevo a la realidad del lugar en donde nos encontrábamos.

15 Días ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora