Dia seis

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Desperté por el molesto brillo que entraba por la ventana del lugar sintiéndome en un principio algo desorientada pero rápidamente mi memoria comenzó a atacarme con los recuerdo de la noche anterior logrando poner mi rostro rojo al sentir esa sensación de placer con el solo recuerdo de Ian gimiendo abajo de mi, en eso noto que entre las sabanas me falta mi pelinegro pero toda preocupación se desvanece al ver una pequeña nota en su lugar:

"Nicole salí temprano a tu casa y traje algo de ropa para ti, ahora estoy buscando el desayuno no tardo. Ian"

Mire a mi derecha y me tope con mis jeans favoritos y una blusa azul que suelo usar en casa, un juego de ropa interior limpia y un par de deportivas que hacían juego con la blusa, sin pensarlo dos veces comienzo a ordenar la cabaña comenzado por levantar aquellas sabanas en las que dormí la noche anterior... ¡DIOS! Era tan embarazoso recordar aquella noche cada cinco minutos, todo lo que veía y lo que tomaba o hacia solo me traía un puñado de imágenes que ahora que razono bien fueron muy vergonzosas, sin embargo no puedo borrar de mi rostro esa estúpida sonrisa de satisfacción y perversión que aparece cada vez que me avergüenza el recordar esa noche así que tomo mi ropa limpia y me meto a bañar al muy bien decorado cuarto de baño que tenia la pequeña cabaña, el agua tibia cayendo en mi cuerpo mientras me enjabono solo hace mas difícil olvidar la noche anterior así que no prolongo mi ducha y al terminar me cambio rápidamente.

Al salir a la pequeña sala de estar de la cabaña me encuentro con Ian quien traía en sus manos un par de platos con lo que parecían contener el desayuno. Al tomar el desayuno note que el me estaba observando y en cierto punto me parecía incomodo, sin embargo su mirada era muy diferente a la de anoche pues no había ese destello de lujuria en sus grises ojos o esa tentadora imagen de sus suaves labios, solo podía notar algo dulce en su mirada y esa sutil sonrisa que formaban esos labios que tan solo una noche anterior había devorado con desenfreno.

Empezamos a hablar de cosas sin sentido no se si para evitar hablar de lo de anoche o solo porque nos surgió pero se que jamas en mi vida había visto a Ian tan sincero conmigo y he de admitir que ese fue el mejor desayuno de mi vida, después de terminar lo del plato nos dispusimos a retirarnos despidiéndonos de aquel maravilloso escondite que seria para mi uno de mis lugares preferidos en este mundo.

Ya ha pasado un par de semanas desde lo ocurrido en la cabaña y gracias al concurso de disfraces he ganado "popularidad" entre mis compañeros, todos los hombres me saludan, me invitan a salir, quieren hacer plática conmigo o quieren que tome el almuerzo con ellos lo cual me ha distanciado un poco mas de Ian.

Ya es el último día de Noviembre y estoy emocionada porque se acerca mas la temporada del año que me encanta y pensando en eso salgo del salón para comprar algo de comer en la cafetería pero mi camino fue obstruido por Matt, mi compañero de clase clasificado como el mas guapo de la escuela (según las chicas), un joven alto de tés clara, cabello rubio y ojos verdes; pero que para mi no era mi tipo.

–Hola Nicole – saludo el rubio mientras se paraba delante mio.

–Hola Matt, ¿puedo ayudarte? – le pregunte sin rodeos.

–De hecho, quería saber si quieres salir mañana conmigo ¿que dices? –insinuó el chico de ojos verdes mientras me miraba de una forma extraña.

–Lo siento pero... Ya tengo planes – le dije deseando que se fuera.

–Vamos Nicole – insistió el chico – una cosa tan bella como tu debería de salir con alguien como yo ¿no lo crees?

–Lo siento Matt pero no eres mi tipo – le conteste moleta por su maldita arrogancia.

Cuando intente pasar por un lado para deshacerme de aquel imbécil una de sus manos se aferro a una de las mías y con un jalón me atrapo entre su cuerpo y sus brazos sin dejarme escapatoria alguna, yo trate de escapar de su prisión pero todo fue inútil y viendo que el no pensaba en darse por vencido conmigo comencé a asustarme ya que parecía que quería besarme por la fuerza. Cuando estaba dándome por vencida vi como un libro golpeaba la frente de aquél chico logrando que aflojara su agarre lo suficiente como para empujarlo, cuando voltee a a ver quien arrojo ese libro vi que era Ian quien tenía cara de pocos amigos y quien no tardo en llegar casi corriendo hacia donde estaba Matt solo para tomarlo del cuello de la camisa diciéndole que si se acercaba a mi de nuevo le rompería ese rostro del cual ganaba su popularidad; Ian me miro a los ojos solo para tomarme de la mano y llevarme casi a rastras a la biblioteca de la escuela la cual parecía estar vacía.

–¿Que hacías con ese arrogante de Matt? – me reclamo el pelinegro realmente enojado tratando de no gritar.

–Si no te diste cuenta el fue quien me estaba acosando – conteste molesta al reclamó del pelinegro – no es como que yo lo halla buscado para que me hiciera esto.

–¿Entonces que hacían en el salón solos? – preguntó Ian con su irá más controlada y a la vez con confusión en su rostro.

–Estaba en el salón buscando algo de dinero para comer en la cafetería cuando el apareció diciendo cosas estúpidas y sin sentido.

–¿Y porque te estaba abrazando entonces?

–Porque rechace su asquerosa propuesta y trate de salir pero el me atrapo sin que yo pudiera hacer algo.

Nos miramos a los ojos entre molestos y desconcertados cuando en eso se escucharon pasos dirigiéndose hacia donde estábamos parados así que Ian me tomo de la mano y me jalo hacia unos estantes de la biblioteca que ya nadie visitaba, me acorralo entre un viejo estante de madera y su fuerte cuerpo mientras me miraba seriamente a los ojos para pasar una de sus manos por mi hombro derecho y bajar a mi pecho, desabotonando lento y seductor la camisa escolar. Cuando dejo descubierto esa parte de mi cuerpo comenzó a besar con desespero mi hombro produciendo en mi esa sensación que ya mi cuerpo extrañaba, pasando sus manos por mi cuerpo de una forma casi urgente mientras que yo trataba de  callar mis gemidos mordiendo mis labios y tratando de mirar aquellos ojos que volvían a tener aquel destello de lujuria en ellos y casi como leyendo mi mente me beso ferozmente los labios haciendo a mis sentidos enloquecer, las caricias se hacían más fuertes por parte de ambos y los besos en aquel hombro desnudo fueron tan intensos que cuando el pelinegro separo su boca de la piel dejo una rojiza marca en el diciendo "esta es mi marca así que ya eres mía".

Los besos y caricias realmente nos estaban llevando al borde de la locura pero el sonido de la campana nos hizo volver a la realidad notando que estábamos en una condición critica: nuestro cabello revuelto, el uniforme hecho un desastre, y nuestras agitadas respiraciones solamente nos delataban. Cuando al fin recobramos postura y nos arreglamos el uniforme y cabello logramos escabullirnos de la bibliotecaria quien al parecer acababa de volver de su descanso solo para que Ian me mirara y con una sonrisa socarrona me susurrará al oído " Día seis"

15 Días ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora