Dia Doce

131 10 3
                                    

... Amaba a Ian.

Estaba realmente enamorada de mi mejor amigo, ¿En qué momento mis sentimientos por el cambiaron tanto?

Necesitaba hablar con él pero sabía que todos los medios de comunicación con el pelinegro estaban recluidos en la habitación de mis padres y el entrar a ese lugar a pesar de lo que pasaba en esos momentos que mantenían a todos ocupados planeando un funeral, era obvio que si cometía el más mínimo error sería fatal. Pero estaba decidida en hablar con el así que mientras buscaba en mi clóset algo que usar para el funeral pensaba en las formas en las que podría acercarme a Ian cuando estuviera en la escuela.

La tarde llegó a su fin, dando pasó a la noche más triste de mi vida, a pesar de tener a Ian casi todo el tiempo en la mente mi pena por la perdida de la mujer que no dejo de aconsejarme hasta sus últimos momentos era más poderosa, olvidándome de todo solo opté a caminar por la sala funeraria hasta llegar al estacionamiento de la misma, vi un banco de metal cerca de una jardinera y solo me senté viendo el bello jardín de plantas muy elegantes mientras sentía como la tristeza se apoderaba de mi y llenando mis ojos de lágrimas deseando en ese momento un poco de comprensión por está situación.

En ese momento sentí la presencia de alguien en mi espalda que solo atino a abrazarme con ternura, aunque me asusté en un inicio de aquella persona que me abrazaba no tarde en darme cuenta y respirar aliviada al reconocer a la persona, Ian posaba su barbilla en mi cabeza mientras que susurraba que todo estaría bien. No atiné a hacer otra cosa más que safarme del abrazo para dejar ese banco y correr a sus brazos, dejando salir toda mi tristeza y dolor en aquel llanto reprimido que me torturaba mientras que Ian solo podía abrazarme más fuerte, enterrando mi cabeza en su pecho para que pudiera desahogarme de todo lo que pasaba.

Después de un buen rato llorando mi mente al fin recobro la razón haciendo que me preguntará una cosa.

-¿Cómo te enteraste?- pregunté cuando mi voz apenas me lo permitió.

-Alguien me dijo, y no pude quedarme quieto.

Después de eso solo hubo un silencio que en vez de ser incómodo fue muy tranquilizador para mi, en ese momento se escuchó como si alguien llegara a dónde estábamos y el pelinegro en un rápido movimiento me separó de el, tomo mi mano y me jalo hacia uno de los frondosos arbustos del jardín para ocultarnos de quien fuera que llegara a ese lugar. Cuando me asome para ver de quién se trataba vi a mis padres quienes parecían abatidos. Mientras ellos hablaban de lo que pasaría con todo lo respectivo hacia mi abuela mi madre soltó una pregunta que más bien parecía una bomba a punto de detonar.

-¿Has pensado lo que hablamos de Nicole?- dijo al fin tomando la mano de mi padre.

-Claro que sí, es solo que no sé si estamos haciendo lo correcto- contesto mientras miraba al piso -se que mi madre quería que fuera más comprensivo con ella de lo que fueron sus padres, pero no puedo aceptar que ese tipo que creí era su amigo este utilizándola para saciar sus bajas pasiones- al escuchar eso mire con rareza a Ian quien raramente tenía una especie de sonrojo en su rostro pero a la vez tenía una mirada llena de furia.

-No sabemos eso realmente, además si ella lo quiere a él no podemos seguir interfiriendo en su relación- replicó mi madre -además sé que Nicole es lo bastante madura como para tener una relación sana y responsable.

-Yo solo quiero lo mejor para ella y si eso implica mandarla a ese internado femenil, con todo el dolor del mundo lo haré.

Eso fue todo lo que alcancé a escuchar mi mente ya que tanto Ian como yo quedamos en shock al escuchar la declaración de mi padre, ¿realmente pensaba en alejarme de todo y todos por el coraje que le tenía al pelinegro? Mi mente empezó a trabajar como loca recordando lo que había vivido pensando en cómo sería dejarme de todo lo que conocía, y mientras pensaba en todo esto yo solo podía sentir como mis ojos inexplicablemente empezaban a llenarse de lágrimas. No pude pensar más en eso ya que una cálida mano me había regresado a la tierra mientras que la voz de aquel chico que estaba a mi lado me decía que todo estaría bien.

En esos momentos el chico de ojos grises me acerco hacia el tan solo para abrazarme y seguirme diciendo en un tono suave de su voz que todo estaría bien mientras que en mi mente aún no entendía el porque mis padres hacían tanta parafernalia tan solo por el hecho de haber estado con la persona que más amaba. ¿Realmente ese era el castigo que se merecía una mujer joven solo por entregárse al amor de su vida en cuerpo y alma?, o tal vez ¿era el castigo por dejarnos llevar por la lujuria? De cualquier forma que lo hubiera se sentía que me destina estaba sellado a alejarme del recién descubierto amor que sentía por Ian.

Estábamos tan sumidos en lo intensa que fue esa declaración que no nos dimos cuenta de cuando mis padres se retiraron de aquel jardín dejándonos de nueva cuenta solos y mientras me sumergía en mi propia autocompasión, el pelinegro parecía haber pensado algo pues en sus grises ojos parecía ver un destello de determinación.

–Nicole ¿Que harás mañana en la tarde/noche?– pregunto Ian con la mirada puesta en la nada.

–Supongo que estar en casa con mis padres, después de lo de hoy no creo que tengan ánimos de salir– conteste resignada –¿Porque la pregunta?

–Curiosidad.

Después de eso un silencio que jamás creí tener con el nos invadió y sin decir nada, Ian me tomo de nueva cuenta de mi mano y me guío por un pasillo hasta lo que es el estacionamiento de la sala funeraria y con delicadeza me tomo de la cintura y me besó con una ternura y calidez que desconocía hasta ahora de el, en ese momento deje de pensar las cosas y me deje llevar por la nueva sensación que ese beso me brindaba. Cuando nos separamos de aquel beso nos miramos fijamente sin decir nada, en ese momento sentí la enorme necesidad de decirle a Ian todo lo que sentía por el.

–Ian... Yo... Yo– en ese momento todos mis nervios me traicionaron y una timidez que no conocía se apoderaba de mi de forma repentina.

–No digas nada– hablo el chico de ojos grises mientras chocaba su frente contra la mía para verme más de cerca –aun no creo que sea el momento.

Después de eso me quedé pasmada ¿Ian sabía lo que quería decir?¿Cómo? Mi mente no dejaba de darle vueltas a estas nuevas dudas en mi mente y mientras veía como Ian se divertía de mi expresión facial se despedía de mi con un beso en la frente.

–Día doce– dijo el pelinegro mientras se alejaba de mí.

No sabía que era lo que esté demente tenía rondando en su cabeza, pero la expresión de su rostro me lo dejo todo claro.
"Todo estará bien"

15 Días ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora