Día Nueve

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No se que esta pasando pero desde el día en la sala audiovisual no dejo de pensar en lo placentero que fue estar con Ian, la forma en la que me tomo tan desesperada pero a la vez apasionada, realmente odio admitirlo pero en el fondo de mi alma deseaba que eso se repitiera. Lamentablemente la temporada de exámenes estaba a la vuelta de la esquina y no teníamos el tiempo para que algo así volviera a pasar, o eso pensé hasta que en la clase de estructura socioeconómica el profesor tuvo la idea de calificar el parcial con un trabajo de investigación en pareja.

-Nicole, ¿trabajamos juntos? - escuche a Ian quien ya estaba parado a un lado de mi asiento.

-Claro que si - respondí con una sonrisa.

El profesor nos dio como trabajo los países tercermundistas, pero lo que me hacía más feliz era el hecho de que al fin estaría a solas con Ian, después de ese pensamiento mi razón me dio una bofetada mental recordándome que sólo estaríamos juntos por la tarea y nada más. Así que con un esfuerzo casi sobrehumano me dispuse a ponernos de acuerdo con Ian para repartir la investigación y el fin de semana reunirnos en mi casa para revisar y juntar nuestras investigaciones en un solo proyecto.

Es sábado por la tarde y mi mente no me deja estar tranquila, me levanté muy temprano por la mañana y comencé a limpiar la casa como loca ya que por alguna extraña razón le quería dar a Ian una buena impresión de mí y de lo que soy capaz de hacer; no se que me pasa pero cada que estoy cerca de él mis nervios se descontrola y me traicionan, además de que mi corazón no deja de latir desbocado, mis pensamientos y mis acciones no conectan, cuando se va siento como que todo mi calor se va con el... No se lo que me pasa pero lo único que se ahora mismo es que quiero estar con el en todo momento y a toda hora.

Ya no puedo seguir divagando en mi mente ya que escucho como llaman a la puerta, en mi casa no hay nadie y eso no se si sea algo bueno o algo para alarmarse, cuando abro la puerta me encuentro con mi chico de ojos grises quien me miraba con una sonrisa que en serio no cambiaría por nada. Estaba parado en el umbral de mi puerta con sus brazos cruzados, sólo puedo notar como sus jeans negros y su camisa azul combinan muy bien en el, hasta que despierto de mi ensoñación para dejarlo pasar a la casa.

Ian tenía una mochila pequeña en la cual tenía su laptop y el cuaderno de la materia de estructura socioeconómica, pasamos al comedor de mi casa en donde empezamos a trabajar en el proyecto de la materia. No podía concentrarme del todo ya que siempre que lo miraba a la cara no podía evitar el desviar mi mirada a esos labios que sólo me hacían caer más en esas tentadoras fantasías que llegaban a mi cabeza una detrás de otra, mi razón me dió una bofetada mental ya que se suponía que sólo haríamos tarea así que decidí evitar el verlo a la cara para poder trabajar en paz.

Después de aproximadamente dos horas de ardua labor logramos terminar el bendito proyecto, sin darle la oportunidad al azabache de que me viera, me levantó de la mesa y me dirijo a la cocina con el pretexto de ofrecerle algo de comer y de beber pero cuando menos lo esperaba sentí como Ian me abrazaba desde la espalda acorralandome entre la barra de la cocina y su cálido cuerpo.

–¿Porque me estás evitando?– pregunto en un susurro el chico de ojos gris cerca de mi oído.

–¿A qué te refieres?– dije esto casi en un suspiro.

–Vamos Nicole, todo este tiempo has estado evadiendome– reclamó Ian mientras se acercaba más a mi oído –¿O acaso ya me odias?

–No es eso– respondí mientras aferraba mis manos en las de Ian –solo que sabía que si te seguía viendo no podría concentrarme en la tarea.

–Entonces mírame ahora.

Cuando menos lo esperaba el azabache me dió la vuelta para verlo a la cara y acto seguido me besara de forma desesperada pero a la vez apasionada, no sé qué tanto deseaba ese beso pero el sentir sus labios sobre los míos fue el mejor remedio para aliviar está ansiedad que enserio me estaba matando. Sin saber cómo pasó sentí como Ian me cargaba para pasar a sentarme en la barra y ponerse entre mis piernas abrazándome y besándome de una forma que no puedo aún explicar, sin embargo, se que era mutuo este sentimiento pues lo único a lo que atiné a hacer fue a rodear su torso con una de mis piernas; sabía que si esto seguía tendríamos sexo en ese sitio y siendo sincera no era muy cómodo para mi el lugar en el que estábamos ya que la cocina de mi casa tiene una ventana bastante grande como para delatarnos en caso de que mis padres o alguien más llegará a la casa.

15 Días ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora