[capítulo 6]

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Al despertar hizo lo que cualquier persona normal haría, revisar su celular.
Al desbloquearlo notó las tres notificación del gringo.

Mexican't

We need to talk

Tomorrow at 9:00 a.m. I arrive at your house

Ahora qué quiere la gringa, pensó mientras suspiraba, vio la hora 7:30. Dejó su celular sobre su cama y bajó con sus hijos, la mesa ya estaba puesta y casi todos estaban sentados a la espera de la comida que, por cierto, había tocado preparar a Sonora y Campeche.

El desayuno transcurrió rápido y tranquilo por dos razones, la primera era porque era demasiado temprano como para echar relajo, la segunda era porque todos debían ir a trabajar y debían apresurarse.
Aunque muchos no lo crean los mexicanos eran muy trabajadores, les gustaba el desmadre pero también sabían cuáles eran sus responsabilidades. Ellos se esforzaban por mejorar pero lamentablemente es difícil hacerlo cuando tu gobierno se hunde en corrupción.

Cuando el último estado salió de esa casa México regresó a su habitación y se bañó, al salir se puso un pantalón negro de vestir y una camisa blanca a la cual remangó hasta la mitad del brazo. Se dio cuenta de que le quedaba más ajustado de lo normal, lo atribuyó a los cambios que había tenido desde que se volvió alfa . Ya después compraría más ropa.

Al bajar dio la orden a su águila para que pudiera salir y cazar algo para comer, sus hijos ya se habían encargado de las otras mascotas. Se sentó en el sofá mientras revisaba sus mensajes, nada nuevo sólo ONU diciendo que la próxima reunión se haría en Inglaterra. Decidió mejor ver memes en lo que esperaba a su vecino del norte, eran las 8:50, no faltaba mucho para que llegara.

Tenía razón, en cinco minutos había sonado el timbre por toda la casa. México se levantó en cuanto escuchó ladridos detrás de la puerta.
Al salir la escena que vio le pareció demasiado tierna, su perro Yolotzin estaba ladrando al estadounidense y el omega sólo se arrinconaba contra la pared asustado.
Así es, USA era un omega, y vaya que omega. No hacía falta examinar su sangre para saberlo pues con sólo verlo hasta el más tonto se daría cuenta.

—Mexico, control your animal!— gritó mientras corría a abrazar al menor.

—Yoltzin, basta!— el perro obedeció inmediatamente a su amo, sentándose y mirándolo con inocencia. —Tranquilo gringuito— esta vez se dirigió al país que escondía su cabeza en el pecho del contrario, el alfa sólo acarició su cabello antes de separarlo con delicadeza de él.

Con un ademán silencioso el mexicano lo invitó a entrar a su casa, el de habla inglesa entró rápidamente no sin antes mirar con recelo al can que movía alegremente su cola.

México lo encaminó a través de los pasillos hasta llegar a una habitación con una gran puerta, la oficina de Mex. Al entrar ignoraron el hermoso escritorio de madera oscura y se dirigieron a los sillones de la habitación.
México fue a la vitrina y sacó un par de vasos.

—Quieres un poco de  whisky?

No mentiría, el mexicano se moría de ganas de invitar a su vecino para que probará aquella botella de whisky que había comprado sólo para él.

El invitado negó levemente con la cabeza extrañando a su compañero, el sabía que nunca se negaba a un buen trago, aunque no le dio importancia y supuso que sería en otra ocasión.
En cambio él no se limitó, se sirvió tequila hasta la mitad del vaso.

No era tan amante del alcohol como lo era de los autos pero tenía una basta selección de licores de todos tipos, colores y sabores.
Cuando un country venía a visitarlo o a hablar de negocios le gustaba ofrecer un buen trago a sus invitados, como buen anfitrión nunca escatimaba en gastos, después de todo para él lo más importante era ganar amistades. No le importaba gastar cuanto dinero fuera necesario si al acabar la reunión conseguía un nuevo aliado.

México x todosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora