II

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El llanto de Jungkook se representa al resto del mundo como un suave soplido que silba entre las hojas de los árboles del bosque.

Jimin de nuevo lo había ignorado.

Su corazón está destrozado. Si el rubio está viendo a otro no tendría por qué ocultarlo tanto, o si quería ocultarlo... No, mejor que no lo hiciera, ya que siempre valoró la total honestidad de Jimin. El rubio era incapaz de engañarlo de esa manera tan ruin.

No sabía que pasaba, solamente sabía que el amor se había acabado y se volvió unidireccional, pero quería explicaciones, quería verlo una vez más; había algo que lo impulsaba a seguir golpeando dicha puerta, pero iba comprendiendo de que su paciencia no era tan eterna como lo creía. Además de que tenía un sentimiento de que su tiempo se acababa, no sabía de qué, pero creía que así era, la sensación se presentaba como un instinto indicándole un contador en reversa.

Él no pedía nada más que siquiera una simple mirada, pues no podía exigir demasiado: había estado ausente mucho tiempo y había dejado a Jimin solo cuando él más lo necesitaba. La culpa le ahogaba a cada momento que lo recordaba, pero no podía hacer mucho más; de un momento a otro no vio a nadie y luego volvió a ver todo, amaneciendo en un extraño parque aterrador y una memoria defectuosa, temiendo que haya sido esa situación que da paso muchas historias de terror de que se había dormido durante años sin que haya sido un coma real.

Su pecho aprieta, sus ojos arden y su respiración es tan ligera que es casi imperceptible, como si no la estuviera realizando. Era triste para él ver que solo podía tener de una a una hora y media en dónde podía rogar por la atención de Jimin sin recibir ningún tipo de contestación; después de aquel tiempo, él se iba a vagar por las calles buscando a sus padres, hablándoles y pidiendo contención, pero parecía que no lo escuchaban, como si no existiera.

El chiquillo prefería no torturarse tanto como ya lo hacía en las madrugadas, por lo que evitaba a toda costa ir tanto la universidad en donde asistía con su novio o al trabajo de su novio; infería que en alguno de esos dos lugares habría de estar el rubio que le robaba el aliento y ahora también robaba sus lágrimas. Se prometieron no hacerse llorar y ninguno pudo cumplir su promesa. Ya lo veían como algo que no se podía evitar, pero eso no significaba que no fuera doloroso para ambos.

Tenía sus arrebatos y a veces perseguía a Jimin durante todo el día, hablándole, gritándole, tratando de tomar su mano, pero no recibía respuesta, así que prefería quedarse como algo o alguien invisible y solamente abrazarlo sin que se diera cuenta, besar sus mejillas, acariciar su cabello, entre demás caricias que le otorgaban paz al castaño y no se le hacía extraño que nadie le prestara atención pues su prioridad era Jimin y nadie más. Ya prefería ser su acosador y amarlo en silencio por mucho que eso le quemara, pero era la única forma ya que el rubio no lo escuchaba y no entendía la razón; sabía que él no estaba mudo y el resto no podían estar todos sordos, por lo que algo no encajaba en el rompecabezas que formó en su mente, pero la pieza que faltaba no la podía descifrar, y pensarlo demasiado le provocaba dolor de cabeza.

El castaño no se daba cuenta de que ninguna persona podía verlo, de que él nunca chocaba con nadie por cuidadoso que fuera pues a todos los atravesaba, llenándolos de un frío insoportable, después de todo, solo era un alma vagando por la Tierra buscando su paz eterna; pero no lo sabía, él no tenía idea, a sus ojos él seguía vivo y siempre prefería estar completamente muerto en vez que seguir viviendo aquella tortura de ver a su amor llorando constantemente y no poder ni hablarle ni consolarle.

El latente, constante y desesperado recuerdo que el rubio mantenía de él era el que impedía que se fuera al lugar que tuviera que irse, después de todo, su amor los unió hasta después de la muerte, por lo que no iba a abandonar al amor de su vida en su peor momento aún después del fin; pues le juró amor sincero y no sabía si el contrario seguía con aquella promesa, pero él la mantendría hasta que viera sus últimos días, sin darse cuenta de que sus últimos días ya habían pasado.

Compartían un amor puro y mutuo el cual formó un lazo tan fuerte que ni la muerte los pudo separar, por esa razón ambos estaban tan mal; aquel que seguía vivo lloraba por el muerto y el muerto lloraba por el vivo, no lograban mantener un equilibrio a pesar de que su único deseo era una simple mirada del otro, o si se ponían exigentes, un abrazo, pero no sería mucho más lo que pedían. Era algo simple, ellos consideraban de que era simple lo que estaban pidiendo, además de que la vida podía hacerles vueltas complicadas que un simple abrazo o una simple mirada con su único amor no habría de ser tan complicado. Lamentablemente las cartas de sus sendas no les jugaron a favor a ninguno de los dos, por lo que tendrían que mantener aquel amor suelto sin nadie que lo recibiera, pues el otro no tenía idea de que se le estaba dedicando.

El castaño observaba con ansia y angustia aquella puerta, pero la cabaña estaba muy en paz así que puedo deducir de que Jimin no se había levantado; igual se ponía en su lugar y le deseaba dulces sueños, sabiendo de que no podría tenerlos bajo la condición en la que estaba además del agregado de que él golpeaba constantemente durante mucho tiempo su puerta. Decidió acabar con eso, ya no iba a insistir tanto, solo serían unos pocos golpes y si no recibía respuesta sería para mejor, no podía estar solo pensando en él.

Contemplar al rubio era uno de los placeres más reconfortantes para Jungkook, y como no lo podía hacer presencialmente al no poder entrar en la cabaña, lograba quedarse tranquilo mínimamente después de observar unos largos minutos cómo el pequeño dormía con una expresión triste y un poco intranquila. Obviamente ya no era lo mismo el ver al muchacho dormir a lo lejos si se compara a las veces en las que lo pudo ver dormir sobre su pecho acurrucando su perfecto cuerpo contra el suyo.

Cuando el cansancio se hacía presente, el castaño decidía caminar hacia un claro que daba una vista espectacular hacia las estrellas por lo despejado que era, y descansaba su cuerpo sobre la suave hierba verde un poco húmeda por el frío y la brisa con rocío nocturno observando los brillantes astros esparcidos que lo cubrían.

Tenía que buscar ayuda, pero no se le ocurría nada, no podía recordar si en algún momento de su vida conoció a alguien que le pudiera ayudar, ni siquiera comprendía por qué no tenía el impulso de volver a su casa y prefería dormir a la intemperie.

Miró sus manos frente a su cara. Eran translúcidas y podía observar el cielo a través de ellas... Estaba muriendo... Sorbió su nariz una última vez y se dispuso a descansar.

𝙺𝚗𝚘𝚌𝚔 𝚔𝚗𝚘𝚌𝚔 - ☾︎Kookmin☽︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora