𝙺𝚗𝚘𝚌𝚔 𝚔𝚗𝚘𝚌𝚔 - ☾︎Kookmin☽︎

VII

Jimin no estaba gritando ahora, solo lloraba con algo más de calma...

Sería "normal" esa situación de que solo llorara después de ser su cuerpo ultrajado al haberse calmado un poco y salir del shock, pero normal no es que pueda dejar caer sus lágrimas con calma y seriedad al ver cómo su jefe se le hacía escaso el oxígeno en sus pulmones por culpa de la nada, el señor yacía pidiendo ayuda al muchacho abusado frente a él para que le ayudara a respirar, pero Jimin no veía la causa de su falta de aire y tampoco veía la obligación de ayudarlo, por lo que solo lo miraba con sus lágrimas pasando por sus mejillas sin ninguna intención de impedir su inminente muerte, con una espina de felicidad y culpa por esa felicidad clavando su mente.

La atmósfera era aterradora y las corrientes de aire eran horriblemente intensas, Jimin no era afectado por aquella fuerte ventolera nacida de la nada, pero sí lograba sentir aquel miedo que Jungkook infundía. Los ojos del castaño estaban a poco de echar fuego y sus manos apretaban con tanta fuerza el cuello del hombre mayor que podrían comenzar a doler en cualquier momento, pero no le importaba con tal de hacer sufrir al desgraciado.

Era una muerte demasiado regalada a vista del castaño, por lo que mientras más sufriera, mejor, no le interesaban las consecuencias, solo quería defender a su pequeño al deshacerse de su abusador. El color bajó de la cara del señor, por lo que soltó su cuello un momento dejándolo caer estrepitosamente al suelo y acercándose a Jimin, quien yacía aun sentado sin ninguna expresión.

—Jimin, mi amor, vístete. Todo estará bien. Yo estoy contigo. — Habló Jungkook con voz más grave de la normal y provocando que un balbuceo ronco llegara a los oídos de Jimin, quien extrañamente pareció entender y logró reunir la fuerza suficiente para arreglar su ropa con una expresión muerta.

El mayor comenzó a toser con más separaciones, por lo que Jungkook volteó la cabeza lentamente observando directamente a los ojos del asqueroso en el suelo.

—¿Qué has hecho, Jimin? — Preguntó entre respiraciones dificultosas mirando con miedo al menor.

—Yo no he hecho nada. — Contestó con simpleza el rubio mirándolo con frialdad.

—Jajá, el diablo fui yo. — Intervino Jungkook tomando el cable del cargador del computador observándolo con malicia.

Ellos solo pudieron escuchar la imitación de risa sarcástica que Jungkook emitió, obviamente aterrando aún más al mayor, Jimin le restaba importancia, pues eso pasaba en su casa bastante seguido y ya lo daba por sueños despierto y nada más y eso no era una excepción; la única defensa contra el miedo que tenía en su contexto, era tomarlo como que todo era fantasía y así tranquilizarse un poco.

Los ojos del rubio estaban fijos en el cable ahora en el cuello del señor, pero parecía que no captaban lo que estaba pasando, no asimilaba que la misma nada estaba matando a su jefe frente a sus ojos; él solo se hallaba viendo cómo la saliva bajaba por la barbilla del mayor ante la insistencia por respirar, sus ojos estaban saltones y su piel de color papel blanco.

La risa grave de Jungkook resonaba en las paredes dándole mucho más pavor al señor en proceso de muerte quien recibía palizas contra el suelo como regalos extra para hacer más ameno el castigo a ojos del menor abusado, quien por las náuseas se veía obligado a desviar la mirada tratando de tomar sus cosas nuevamente.

A paso lento y adolorido, el rubio tomó rumbo a la puerta, pero antes de que pudiera irse, Jungkook se acercó a él y con una caricia suave en sus mejillas, pudo unir sus suaves y fríos labios con los gruesos y cálidos del rubio, quien sintió aquel contacto y una chispa eléctrica corrió por su cuerpo provocando que una cantidad mínima de endorfina fuese liberada por su cerebro y ayudando a que pudiera salir de la habitación con la frente en alto tratando de caminar correctamente.