Carrera contra el tiempo

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Antes de empezar, quiero comentarles que cambié la ubicación del apartamento porque según la Wikihunter, La Asociación está ubicada en Swardani City, no en Yorkshin City. Peeero, como soy bien pato, no me había percatado de esto.

Mil disculpas, disfruten la lectura. 🍂

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6:45 a.m.

Swardani City es una ciudad que nunca descansa, eso le quedaba claro a cada habitante de la ciudad, aunque había ciertos puntos específicos que eran la excepción, por lo menos al amanecer era así.

El hotel designado para cazadores era uno de esos lugares, no se veía ni un alma pasar por el vestíbulo antes de las 7:30 a.m. y tampoco nadie después de las 11:30 p.m.

El portero y la joven recepcionista solo eran personas promedio, ninguno de los dos eran usuarios de Nen, esto con el fin de hacer sentir cómodos a todos los cazadores que se hospedaban ahí y para darles un sentido de responsabilidad, pues como cazadores era su deber cuidar de ellos, o al menos esa era la idea de La Asociación.

Por ser un lugar tan tranquilo y poco concurrido, los dos trabajadores quedaron como estatuas al ver al débil y sucio rubio entrar a toda velocidad al hotel, o bueno, a toda la velocidad que su estado le permitía en ese momento.

—¿Ese era el joven Kurapika? —preguntó el portero, volteando a ver la silueta del muchacho desaparecer entre el graderío.

—E-eso creo… —dijo la jovencita, nerviosa por la apariencia del cazador.

No lo habían visto por casi dos semanas, pero nadie cuestionó nada porque los niños seguían usando las habitación y la condición del rubio no era un secreto para nadie, creyeron que tal vez lo habían internado o simplemente se había mudado. Ambos pensaron que sería mejor ir con Kurapika y consultar si necesitaba algo, pero la expresión del cazador los asustaba demasiado; finalmente, los dos regresaron a sus ocupaciones, haciendo de la vista gorda.

La respiración errática del último miembro del clan kuruta se escuchaba por los amplios pasillos del hotel, sus ojos se movían de un lado a otro frenéticamente, buscando la habitación que compartió con los chicos antes de seguirle el juego a esas personas.

La puerta que buscaba parecía ser inalcanzable, pero de un momento a otro, logró llegar hasta ella y la abrió lo más rápido que pudo. La habitación estaba en silencio y no habían pertenencias de los muchachos a la vista. Otro de los tantos ataques de tos que le habían hostigado al momento lo hizo detenerse a medio camino de la habitación de los dos niños, sentía que su reloj de arena cada vez tenía menos granos a su favor, se le acababa el tiempo.

Al fin sus ojos se aclararon un poco, aunque respirar seguía siendo difícil, ¿Cuándo fue la última vez que pudo respirar normal? A base de fuerza de voluntad comenzó a dar pequeños y lentos pasos hasta llegar al marco de la puerta. Su temblorosa mano derecha se apoyó en la pared y levantó la vista, la habitación estaba vacía, solo estaban las dos maletas de los niños.

Sosteniéndose de la pared, caminó hacia el cuarto de Alluka, su garganta parecía cerrarse con cada paso que daba y su visión volvía a nublarse. Un par más de los infalibles "inhalar y exhalar" de Senritsu, y giró la perilla de la habitación.

Definitivamente era su culpa.

La ventana estaba rota, habían cristales en el suelo y la maleta de Alluka con la cama desarreglada. Sin darle tiempo de lamentarse o culparse, su teléfono comenzó a sonar de nuevo.

—¿Qué es lo que quieren? —dijo, soportando la enorme necesidad de toser. Sus pulmones ardían, igual que todos sus músculos.

—Tienes veinticuatro horas para llegar al cuartel o ya sabes lo que pasará.

La ganancia del perdedor [Leopika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora