Tu personaje es la cosecha de tus hábitos

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Este va a ser un pelín más largo.

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Gon descansaba comodamente sobre el sillón del lugar que estaba rentando con Killua, las risas de Alluka alegraban el lugar enormemente, y vaya que lo necesitaban.

Estaban a una semana de la muerte de uno de sus mejores amigos, alguien a quien incluso pudo considerar como una figura paterna y que ahora ya nunca más podría ver. El moreno trataba de levantarse y continuar hacia adelante porque sabía que es lo que su amigo querría; sin embargo, tratar de caminar en la vida y lidiar con las pérdidas era algo muy difícil, era una experiencia muy cruel y que no le deseaba a nadie.

Las lágrimas se amontonaron en sus ojos, cuando escuchó a killua llamarle para comer. El chico se limpió el rostro y se levantó del sillón con ánimo, si su amigo había partido antes, al menos todavía contaba con el resto de personas a las que apreciaba y valoraba.

—¿Estás bien, Gon? —preguntó Alluka, dándole un cubierto para su comida.

—Sí, estaba pensando en Leorio, pero ya estoy bien —respondió el moreno, sonriendo para los dos hermanos.

Killua abrazó al chico, no sabiendo qué más hacer. El albino se estaba sobreponiendo a la situación un poco mejor, pero también le dolía saber que nunca más lo vería de nuevo, Leorio fue de las primeras personas en mostrarle un interés genuino por su bienestar. Alluka también se unió al abrazo, los tres niños estaban unidos, ese era un punto a su favor.

La comida que Killua preparaba no era demasiado elaborada, pero era de un nivel más alto que los huevos con arroz que preparaba Gon. Los tres niños se sentaron a comer juntos, cuando el moreno dijo: —Creo que me quedaré un poco más del mes aquí y después volveré a Isla Ballena.

—Oh… Ya veo —dijo Killua, fingiendo desinterés

—¿De verdad te vas? —dijo Alluka.

—Sí, yo vivo con mi tía y mi abuela allá y creo que sería bueno que vuelva con ellas y no sé, tal vez terminar la escuela —dijo con una risilla al final.

Killua continuó comiendo, haciendo caso omiso a todo lo que el moreno hablaba con su hermana, no quería escuchar nada más si tenía que ver con su separación.

—Hermano, ¿Estás escuchando? —dijo Alluka atravesando la visión perdida del albino.

—¿Ehh? —dijo con la guardia baja— No, perdón.

—Gon pregunta si queremos ir con él a Isla Ballena, ¿podemos? —dijo con emoción.

—¿Qué? —preguntó, incrédulo de lo que sus oídos escuchaban.

—Es que quiero estar con ustedes y quiero volver con mi familia, no sé si quieres ir o no…

—¡Por supuesto que quiero! —respondió, casi saltando de su silla. Cuando se dio cuenta de su reacción, su rostro se volvió de un rojo intenso y sus mejillas parecían hervir de vergüenza.

—¡Yaaay! ¡Tía Mito y la abuela Abe se pondrán muy contentas! —dijo Gon, correspondiendo al ánimo del albino.

Los tres niños se levantaron de sus sillas y comenzaron a reír con el corazón alegre, hasta que Gon mencionó a su amigo rubio.

El día del entierro, Kurapika se quebró frente a todo el mundo. Muchas personas lo vieron llorar sobre el hombro de Mizaistom y es que nadie lo había visto derramar una sola lágrima antes, ni siquiera sus amigos.

"Por lo menos, Leorio no tuvo que verlo", pensó Gon. La manera tan calmada de actuar que mantuvo todo el tiempo había sido una máscara que ocultaba el desastre hecho en su interior. Cuando todo el entierro finalizó, solo los integrantes del zodiaco, Beans y algunos amigos se quedaron en el cementerio, limpiando todo y tratando de consolar a los tres jóvenes más cercanos al difunto.

La ganancia del perdedor [Leopika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora