TODO POR EL TODO

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Desperté por el agradable olor a comida que llegaba desde la cocina, me dolía la espalda y pues ya estaba dudando si podría caminar, no lo iba a negar era un dolor complaciente al recordar todo lo hecho la tarde y noche del día anterior y que era obvio que mi estómago exigiere la comida que se le negó el día anterior, me incorporé en la cama, colocando mis pies con cuidado sobre el piso, rebusque su camisa con mi mirada, cuando la halle el ingresó a la habitación, me sonrió mientras los colores se me subían al rostro, la desnudez apenaba una vez que la luz del día se cernía sobre mi piel bastante marcada.

-Lamento que me veas de esta man... -

No pude terminar aquella oración, ya que me había besado de manera sorpresiva, mientras acunaba mi rostro entre sus manos, no podía evitar ilusionarme bastante con solo el hecho de que al separarse vi como toda su ensoñación era hacia mí.

-No lamentes nada Alastor, me encanta lo que tengo frente a mí y será mejor que te pongas algo encima y vayamos a desayunar si no me voy a merendar lo que tengo frente a mí y se me va a olvidar que tengo que ir a trabajar-

Él era el demonio encarnado, sonaba tan tentador quedarme con él ese día, pero no, yo necesitaba mis gafas y mi ropa, no me complacía andar desnudo en una casa ajena a la mía, por lo que tomé rápidamente la camisa y cubrí desnudez cuando iba a sentarme a desayunar, noté que su plato y el mío estaban demasiado juntos cuando voltee a verlo me sonrió lo más que puede notar.

-Pensé que sería una excelente idea que desayunaras sentado sobre mis regazos-

No sé si lo había notado, me escandalicé bastante ante tal insinuación, sin esperar ni una negativa o alguna afirmación, me tomó de la cintura y me sentó sobre su regazo, el primero en terminar el desayuno fue él mientras se ofrecía a ayudarme a alimentarme, jamás en mi estúpida vida se me habría ocurrido que algo así fuere posible hasta que bueno lo conocí a él, se encontraba acariciando los costados de mi torso, retomando mi cintura.

-Alguien te ha dicho que eres envidiablemente irresistible-

Lo sentí incorporarse, diciéndome lo último al oído, haciéndome estremecer al sentir el calor de su aliento sobre mi oído, continuo de esa manera hasta que termine el ultimo bocado de mi desayuno, el plato fue a dar en el piso, Vox me habría volteado para luego recostarme sobre la mesa, enviando al piso con su mano cualquier cosa que estorbara, claramente esa cosa era el plato, me besó de manera hambrienta y apresurada mientras sus manos ascendían de manera presurosa desde mis piernas hasta mi cintura, lo ayude a como pude a liberar su miembro de aquella prisión de tela, rápidamente se acomodó entre mis piernas entrando por fin en mí, un gemido escapo de mis labios al sentirle completamente en mi interior, mientras me besaba de esa manera tan desesperada, fueron largos minutos en los que nos complacíamos de esa conexión corporal hasta alcanzar el climax, él se recargó levemente contra mi cuerpo, mientras reposaba su cabeza sobre mi pecho.

-No más rondas Vox, debes llevarme a mi casa y tú debes volver a tu trabajo-

Él volvió a incorporarse para dejar varios besos cortos en mis labios, para luego ayudarme a colocar mis pies sobre el suelo, cerró la camisa y me colocó uno de sus largos abrigos.

-Tienes razón, pero se me hace difícil olvidar todo esto, quisiera no despertar nunca de este sueño de tenerte conmigo y que recibas cada una de mis caricias y mis besos. -

Me hizo ruborizar el oír lo que decía, no sabía en qué punto, pero yo tampoco quería que aquello acabara, pero era hora de volver a mi realidad y él a la suya, salimos de su fino apartamento, mientras me ayudaba a entrar en el auto, no paraba de acariciar mi regazo, yo jugando con él lo hacía quitar la mano, pero con una sonrisa ladina adornado su rostro el volvía a colocar su mano en la misma área, llegamos, me ayudó a salir de su auto, sentí como colocaba su mano en el punto medio de mi espalda, me daba pena llegar a mi casa en aquellas ropas, pero bueno no tenía nada más que vestir por el momento, le pedí a Vox que me ayudara con las llaves, cuando logró abrir la puerta sentí como me empujaba juguetonamente al interior de mi casa, todo estaba tal cual lo había dejado.

RADIO OBSESIÓN 2: LA OTRA CARA DE LA MONEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora