Capitulo V: Muggles buenos.

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La concordancia entre Bash y Lea fue de amistad y a veces una relación de madre e hijo. Ella lo cuidaba, mientras él le servía de compañía. Eran muy divertidas las tardes con el peludo y los elfos. En las mañanas, Bash despertaba de la cama a la pequeña bruja dando brincos y cantando con su chillona voz. Lo hacía hasta que llegaba un gruñón Dopey diciendo que no hiciera tanto escándalo. Las risas de la niña inundaban la habitación al ver pelear a aquellas criaturas, según Lazzy, se peleaban por la compañía de Lea. Y según Lea, era la forma  en la que ellos se llevaban "bien". Pelearse era signo de que se aceptaban el uno al otro, pero su orgullo les impedía decirlo.

Bash de vez en cuando ayudaba a Lazzy en la cocina, siempre que Dopey no estuviera allí. Bash nunca habría imaginado tanta felicidad. Comida, techo, una suave cama y la amistad de un buen Amo -nótese que todavía sigue llamándole amo, cuando debería ser ama-. Dumbledore y Doge estaban contentos de que la pequeña sonriera más a menudo a causa del alborotador crup.

Lea era muy feliz y sus heridas estaban sanando notablemente. La señora Pomfrey la venia a revisar cada domingo por la mañana para ver su mejora. De lo único que no veía muchas expectativas era su tobillo derecho, preguntaba al respecto, pero la enfermera no le respondía lo que quería saber.

La pequeña bruja prácticamente devoraba varios libros de magia en una semana, cosa que maravillaba a sus cultos compañeros. Dumbledore comenzó a traerle muchos más libros a medida que pasaban los días y la infanta se lo agradecía.

No siempre ella estaba sumida en la lectura. De repente se distraía por su felpudo amigo que llegaba a ella tratando de conversarle y lo conseguía. Así ella supo que Bash no era un purasangre, era un mestizo, al igual que su madre, Rea -ya que por lo general los crup era un terrier Jack Russel, salvo por la cola bífida- y el don que tenia de hablar y servir, cualidad de un purasangre, vino de parte de su padre, Vito.

Lea le había comentado sobre su vida también, al menos lo que recordaba y evitaba el tema de su encarcelamiento -como siempre-.

-> ¡Amo vivir con muggles!, ¡Monstruos ser! - exclamaba Bash con odio.

Su ama le sonrió tristemente.

->Las personas nacen buenas, Bash. Tanto muggles como magos. Lo que los cambia es la misma realidad de sus vidas. Tú mismo eres testigo de aquello. Robando para comer y sobrevivir sabiendo que está mal y yo no te juzgue por eso -Lea explicaba la razón por la cual no odiaba a los muggles cuando tenía pruebas de sobra para hacerlo. Sabía que si existían muggles horribles, también habría magos desagradables. A su vez como magos y muggles que valgan la pena conocer.

Bash cabizbajo asintió.

-> ¿En serio Amo creer que haber muggles buenos?

-> ¡Claro! Yo misma conocí a unos pocos -le sonrió mientras le revolvía la cabeza.

-> ¿Dónde estar? ¡Bash querer conocerlos!

Aquello hizo que la risa de Lea desapareciera por completo.

->No lo sé, Bash… -respondió con una mirada muy triste.

El felpudo al verla así, cambio de tema y trato de animarle, hacer que se olvidará de esa pregunta. Lea trato de disimular, pero Dumbledore y Doge detectaron rápidamente el estado pensativo en el que se encontraba la pequeña.

El aire se tensó cuando un día ella no bajo al vestíbulo en toda la jornada. Cosa que puso a todos en estado de alerta. Ese día, Dumbledore subió a su cuarto con un deje de preocupación. Abrió la puerta y se encontró a una niña muy abrazada a un cojín mirando hacia la nada por su ventana… Hacia el mundo muggle. La casona de Doge parecía un simple departamento para los ojos muggles.

Harry Potter y La Heredera de La Magia de Merlín (B1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora