Libro #1
Leire y Bendt se han dedicado toda su vida a pretender que todo está bien. Ella siendo la hija perfecta que sus papás quieren y presumen ante la sociedad y él ayudando a quién lo necesita con el fin de evitar que la culpa y remordimiento lo...
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Leire
Estudiar por más de cuatro horas seguidas fue un martirio total, costó un nivel de concentración que no tenía, repetir una y otra vez las fórmulas y lógica que Bendt aplicaba para cada ejercicio, pero al final del último ejercicio podía decir que entendía casi a la perfección los tres primeros temas, así que estaba casi lista para la práctica.
Él parecía tan enfocado en los números y papeles como yo que ni siquiera se dio cuenta de la hora, ni parecía hacerle caso a su estómago que pedía a gritos ser alimentado. Así que no me sorprendió cuando le mencioné pedir algo de comer que estuviera confundido.
Pasada la media noche ambos acordamos que era más que suficiente.
Me debatía dónde dejar el sobre con billetes mientras respondía su llamada en el segundo piso, por lo que empecé a dar vueltas para buscar un buen lugar, no porque quisiera curiosear otra vez. Termino por dejarlo en la mesa de centro.
Siendo la segunda vez que venía me percataba de cosas que pasé por alto, es que ciertamente el lugar transmitía cierta tranquilidad y si prestabas suficiente atención notabas la tristeza rodear las paredes. Incluso viendo las fotos enmarcadas todas eran solitarias, ninguna foto grupal, nada de abrazos, nada que transmitiera felicidad o complicidad.
Su correspondencia esta apilada en una de las esquinas del mueble, la mayoría de ellas blancas y las restantes de colores y formas que ya distinguía porque también había recibido las mismas hace un par de semanas, al igual que todos los alumnos de último año.
Echo un pequeño vistazo a los sobres blancos distinguiendo a la perfección las letras del hospital Regional de Chicago.
¿Por qué lo tendría? Lucía sano y sin ninguna dificultad así que me extrañaba que los tuviera.
No había nada de malo con mirar un poquito más, ¿no? Total, era para fines netamente científicos.
Abro el primer sobre encontrándome con grandes cantidades de pagos, todas ellas repartidas entre cuotas por tratamientos, medicamentos, cuidados, estancia, material sanitario y la lista parecía nunca terminar.
Él no podría estar enfermo porque hacía sus actividades con normalidad lo que significaba que tal vez algún familiar cercano no la estaba pasando bien, la factura señalaba que esa cifra de cuatro dígitos correspondía solo a este mes.
Quise leer un poco más, pero se escuchaban los pasos ir acercándose a donde me encontraba. Guardo los papeles lo más rápido posible y me alejo del estante para intentar lucir como si no me pasé los últimos minutos curioseando donde no debía.
Bendt se da cuenta de que algo no cuadra porque encoge los ojos, desconfiado.
— ¿Qué haces?
No paso desapercibido que ahora está más decaído y cansado.
— Nada, solo revisaba que todo esté en orden. ¿Te he dicho que tu casa siempre luce ordenada? — finjo planchar y extender la parte superior del mueble bajo su escrutinio. — ¿Ves? Muy limpio y acomodado.