30. MI MEJOR AMIGO

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NARRA SUSAN:

Al salir de clase (sí, me he apuntado a unas clases de bachillerato en una escuela privada, dado que en un instituto público como el de mi hermana no me dejarían entrar a mitad de curso) me voy a casa. Mi casa. La casa de Evan. Cuando decidimos dejar de lado a Patrick para no ser parte de sus planes, me invitó a vivir a su casa. Sabemos que no llevamos tanto tiempo saliendo como para empezar a vivir juntos, pero lo que sentimos el uno por el otro es verdadero.

- ¿Evan? - le llamo entrando en su apartamento.

- ¡Estoy aquí!

Me adentro por el pasillo y me le encuentro en la habitación, haciendo algo encima de su escritorio. Justo cuando voy a intentar ver lo que está haciendo, se da la vuelta y hace que no pueda ver absolutamente nada.

- Hola cariño, - me dice dándome un beso en los labios. - ¿qué tal tu día?

- Muy bien. - le digo con una sonrisa.

Me guía hasta la puerta para que vayamos al salón y yo me doy la vuelta intentando ver qué es lo que estaba haciendo, pero aún así, Evan me tapa la vista con su cuerpo y salimos de allí.

- Te quería comentar una cosa. - me dice una vez que nos hemos sentado en el sofá.

- Dime.

- Quiero trabajar para tu padre, otra vez.

- ¡Eso es maravilloso! - le digo con entusiasmo. Aunque se me cambia la cara al ver su expresión de obviedad ante la situación. - Pero...

- Vanessa.

- Sí.

- Aún sigue sin querer vernos, ¿verdad?

- Efectivamente.

- ¿Quieres que hable con mi padre?

- No quiero meterte en más problemas, cielo.

- No lo haces. Es mi padre. Quiera o no verme Vanessa, yo tengo derecho a ver a mi propio padre.

- Puede que tengas razón.

- Mañana mismo iré a verle, te lo prometo.

- Gracias, mi amor. - me dice abrazándome y dándome un efusivo beso. Al romper el beso, no se separa mucho. - ¿Sabes que... hoy estás preciosa? - me dice en un pequeño susurro. Oh, dios...

- ¿Ah, sí? Fíjate que no me había dado ni cuenta.

- Te lo puedo dejar más claro, si quieres. - me dice empezando a desabrochar mi camisa y dándome besos de la clavícula para abajo. Sabe que eso me vuelve loca.

- Cariño...

- Sh...

- ¿Quieres ir a la habitación? - le pregunto entre jadeos.

Se pone de pie y hace que yo me levante para besarme como si le fuese la vida en ello y cargarme como un koala. No sé ni cómo hemos llegado a la habitación sanos y salvos sin habernos dado ningún golpe al este besándonos todo el camino sin ver absolutamente nada.

Al llegar a la cama, me coloca despacio encima de ella. Mientras, se quita la camiseta y yo termino de desabrochar los dos botones de la camisa que me quedaban, tirándola al suelo y quedándome en sujetador y en falda delante de mi novio. Tengo que admitirlo, que me coma con la mirada y me recorra el cuerpo detenidamente con sus penetrantes ojos azules, me intimida un poco. Me pongo hasta roja de la vergüenza. Evan, al parecer, se percata de ello, porque al mirarme a la cara se ríe y me da un casto y pequeño beso en los labios.

- No tienes que avergonzarte de nada, pequeña.

- Lo sé.

- ¿Entonces por qué te sonrojas?

VENGANZA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora