29. CORAZÓN ROTO

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Al llegar a casa me encuentro con Zeus tumbado en el sofá.

- ¿Cómo ha llegado aquí?

- Lo trajo Mike antes. Se esperaba que volveríamos a casa. - me dice mi padre. - Deberías ir a darte una ducha.

- Vale...

Al llegar al baño me quito toda la ropa y me meto bajo la ducha. Al salir me voy directamente a la habitación. Pero no me apetece dormir. Me meto en la cama después de ponerme una sudadera de Dereck que tenía guardada porque se le olvidó un día cuando vino a dormir. Salgo al balcón y hago algo que hace mucho que no hacía. Lo hice cuando conocí a Dereck y a Becca. Mi primer día de clase no fue el mejor y para ello me relajé con un cigarro. Y es lo que voy a hacer ahora. Dereck no querría esto. Él dejó de fumar por mí, porque yo dejé de fumar hace mucho tiempo, pero aún así, aún sabiendo que no debo recaer otra vez, aquí estoy.

Mirando al cielo rosado y morado de Nueva York iluminado por todas las luces de los grandes rascacielos de la ciudad, mientras le humo del tabaco invade mis pulmones y luego lo expulsa. Ya casi es de noche. Debería bajar a cenar, aunque no me apetece nada.

¿Empezaron ya las clases? La verdad es que no tengo ni idea. Este es mi último año de instituto y me prometí a mí misma que estudiaría a fondo para tener buenas notas, una buena media y una buena nota en selectividad. Pero... nunca me paré a pensar qué es lo que quería estudiar. En teoría, siendo la hija de Christian Grey debería heredar ese legado, pero de repente apareció Susan, y ahora no sé quién debería suceder a papá como director y jefe de Grey Enterprises Holdings Inc.

Mi único objetivo ahora mismo es encontrar a mi madre y vengarme. No quiero tener que encargarme de una empresa tan grande. Además papá la fundó con ayuda económica de una tal Elena. Mi padre nunca me ha hablado de ella, solo sé que le dio 100.000 dólares para empezar. Pero mi meta es la venganza. Podría estudiar Ciencias Políticas y Económicas como hizo mi padre, y mi empresa será parecida a la de mi padre, pero en realidad será una m...

- Vanessa.

Me giro y veo a mi padre en la puerta.

- Dime.

- Tengo que ir a comprar. Toda la comida que había en el frigorífico ha caducado.

- Vale.

- ¿Quieres venir o...? - me mira y se da cuenta de lo que tengo en la mano. Mierda. - Suelta eso ahora mismo.

Lo tiro al suelo, lo apago con el pie y lo arrastro para que caiga por el hueco de la mampara de la terraza.

- Que no se vuelva a repetir, jovencita.

- Tengo 18 años papá.

- Y yo soy tu padre, y harás lo que yo te diga. Me voy a comprar.

Se va y yo me quedo apoyada en la terraza. Joder lo que me faltaba. Mamá no está y no sé qué voy a hacer. Sí, está mi padre pero... ya sabéis, el tema del típico vínculo madre e hija. Desde que le conté a mi madre lo de Dereck cuando empecé a salir con Evan, digamos que establecimos una especie de vínculo especial. Teniendo en cuenta que me fui de casa a los 15 años o así, y volví a los 17.

Ahora que lo pienso, hace mucho que no hablo con Claire. No debe de haberse enterado de esto. Me vino a ver algún día al hospital, pero no hoy. Necesito tener al menos a una amiga. Sé que algunos piensan que le robé el novio a mi mejor amiga, pero no es así. Cuando Dereck y yo empezamos a salir, ella comprendió que nos queríamos. Además, poco después de que Dereck la dejase a ella, se lió con varios tíos hasta encontrar a su actual novio, Peter. Cojo el teléfono y llamo pero me salta el buzón de voz. Joder, Claire...

A la tercera llamada contesta.

- ¿Vanessa? Perdona, estaba en la ducha. ¿Todo bien?

- Ya estoy en casa, Claire. - digo con la voz rota.

Ella se queda en silencio y lo entiende al instante.

- Ahora mismo voy.

Cuelga al instante y me quedo donde estaba anteriormente, solo que llena de lágrimas. Unos 10 minutos después escuchó el sonido del ascensor. Bajo por las escaleras para esperar a Claire apoyada en el brazo del sofá y me sorprendo al verla. Se ha teñido el pelo de rubio cuando su color natural es el castaño. Yo, al contrario, tengo el pelo negro como el carbón.

- Menudo cambio. - la digo desde mi sitio con una sonrisa cansada.

- ¿Te gusta? - me dice dando una vuelta como una modelo para que la vea.

- Estás... rara. - la digo para picarla. - Es broma. Estás estupenda. Te queda bien el rubio.

- Gracias. - me dice sentándose con una sonrisa. Sabe perfectamente por qué está aquí, pero intenta no indagar en el tema. - ¿Quieres comer algo?

Niego con la cabeza.

- ¿Beber?

Vuelvo a negar con la cabeza.

- ¿Picar?

- No me apetece ingerir nada.

- Pero no puedes dejar de comer, Vanessa. - dice levantándose hacia la cocina. - A ver, dime, ¿qué quieres?

Lo medito por unos segundos. ¿Qué es lo que quiero? Definitivamente solo una cosa.

- A él.

De repente noto la cara mojada.

- Vane...

Claire se acerca a mí y me toma la cara con las dos manos, limpiándome las lágrimas de la cara. Se sienta a mi lado y me abraza, y ahí es cuando empiezo a llorar lo más fuerte que puedo.

- Todo es culpa mía, Claire. Todo. Si no me hubiese acompañado. Si no hubiese estado ahí. Me habrían disparado a mí. Me habrían quitado del medio. Yo tendría que estar muerta por ser parte de esta puta familia. Pero él... él no tenía la culpa de nada y ahora ya no está conmigo.

- Vanessa...

Sigo llorando durante un buen rato hasta que escuchamos el sonido del ascensor. Parece que mi padre ha vuelto.

- ¿Quién viene? - me pregunta Claire tomando la comida china que pedimos hace pocos minutos.

- Mi padre.

- ¿Es libre?

- Sí.

- ¡Qué bien! ¡Podré saludarle!

La puerta del ascensor se abre y mi padre aparece cargado con muchas bolsas. Claire sale disparada para abrazarle y éste la recibe con gusto. Siempre se han llevado muy bien.

Claire es lo más parecido que tengo a una hermana mayor.

Y se lo agradezco.

VENGANZA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora