7. ¿DE VERDAD?

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Salimos mis padres y yo de los juzgados. Papá solo tiene 24 horas de libertad. Mañana a las 14:00 le irán a buscar a casa unos cuantos policías para llevárselo a la cárcel. No soporto la idea de que mi padre vaya a ese lugar. Debe ser horrible. Le darán palizas por ser el novato de la prisión. Dereck se fue a su casa cuando salimos de los juzgados. Estamos todos en shock por la sentencia. Al menos no ha sido de muerte... Cuando salimos del edificio, Susan nos llama desde lejos.

- Hola papis, - dice con una sonrisa de oreja a oreja. - Hermana.

- ¿No has tenido ya suficiente? - la digo. - Primero culpas a mi padre de algo que no hizo y después tienes la desfachatez de venir a saludarnos.

- Pues claro, hermanita. Educación ante todo. ¿No te lo enseñaron?

- Te voy a...

- Vanessa, por favor. - me dice mi madre agarrándome por el hombro.

- Pero mamá...

- Vámonos, ya.

Los tres entramos en el coche y nos dirigimos a casa.

- ¿Todo bien? - nos pregunta el chofer.

- Todo genial. - responde simplemente mi padre.

- Está bien...

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A la noche, nos encontramos los tres cenando en la isla de la cocina. Mis padres tienen la mirada perdida, con decepción, con tristeza.

- ¿Por qué no me lo dijisteis?

Los dos levantan las miradas de sus platos.

- ¿El qué?

- Que Susan pegó un tiro a Patrick en la pierna.

- Porque no es de tu incumbencia. - suelta mi padre.

- Yo creo que sí. Si me culpan de algo que no he hecho desde luego que sí.

- Cuidado con ese tono, Vanessa.

- Lo tendría si no me escondieses la información que necesito saber.

- No tienes por qué saberlo.

- Yo creo que sí, papá.

- Vanessa... - me advierte mi madre.

- No, dejad de tratarme como una cría que no se entera de nada y quiere saberlo aunque no lo entienda. Lo entiendo todo mamá y tengo derecho a saberlo.

- Bien, ya lo sabes, y ahora cállate.

- ¿Qué os pasó allí?

- ¿Qué? - me dice mi padre.

- ¿Qué os pasó donde Patrick?

- Nos tuvo allí retenidos, y luego vino tu hermana. Eso es todo.

- Hay cosas que Patrick no ha dicho.

- Cosas que no entenderías.

- ¿Ves? Otra vez. Tengo 18 años papá, no 5.

- No pienso decirte nada, Vanessa. Así que o te callas o te la ganas.

- ¡Que no joder!

Y en ese momento siento mi cara arder. Mi mejilla derecha está ardiendo. Me escuece, me duele. Pero no me importa. Porque lo que sí me importa es lo que mi padre me acaba de hacer. Tengo derecho. Tengo todo el derecho del puto mundo a saber lo que les ha pasado, lo que a papá le causa tanta ira por dentro. Pero en vez de contármelo y saber qué cojones pasa, me cruza la cara.

VENGANZA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora