Two

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Confederación Argentina seguía mirando a su hijo, su atención no iba más haya de ello, pero seguía manteniendo un gesto neutral y aparentemente indiferente, no le incomodaba para nada estar entre tantos países, ella no sentía miedo o desconcierto, ella se había entrenado para ello, para no temer, para ser el valor que a sus hombres les faltaba, el temple, la calma y la paz, hasta la redención y el coraje, ella sola, era todo un ejército.

Tanto en su presencia publica como en su vida privada no había hueco para la pena,  la tristeza, o el luto, ganándose con los años el temido apodo de la dama de hierro, la mujer  que aunque tenía en  su mirada el más ardiente  de los infiernos era más fría que la Antártida, y demostraba ser merecedora de tal apodo cuando ni siquiera se inmutó al saber que su hijo primogénito estaba muerto, porque en su mente no convenía la idea de llorar en frente de tantos potenciales enemigos y que venía cuán frágil era en realidad, su mente funcionaba de esa forma, o eras el enemigo, o alguien en quien no podía confiar pero que no atacaría.

—Llevame a casa, hijo— pidió la mujer con tranquilidad, mientras que se enderezaba en la silla y apoyaba sus codos en sus rodillas, se sentía cansada, aunque en ese momento no podía determinar exactamente por qué.

—Quitenle las cadenas— pidió Argentina mientras que se levantaba de su lugar y caminaba a ella, con un gesto entristecido— te extrañe, mamá.

—Si ajá, no te pongas a llorar ahora— dijo la mujer indiferente a aquella declaración, mientras que le sacaban las cadenas de manera simultánea.

Cuando sus manos y pies estuvieron libres, la mujer se paró, y en un rápido movimiento golpeó la mejilla de su hijo con su puño, haciendo que este caiga al suelo en un golpe sordo, alterando a los países que presenciaron tal escena.

—¿por qué?— preguntó adolorido sosteniendo su mejilla.

—¡Me encerraste por 30 años!— le reclamó la mujer furica— tantas décadas encerrada cambian a una mujer— aseguró mientras que acomodaba de forma brusca su chaqueta del ejército, la mujer se había negado a cambiarse de ropa o adaptarse al  tiempo moderno, cumplió de forma severa su condena sin aceptar ninguna comodidad que pudieran ofrecerle o que su mismo hijo le permitiese.

—Si pues yo te veo igual de siempre, tan encantadora y delicada como una bella rosa— dijo con claro sarcasmo Argentina, provocando que Confederación Argentina patee su estómago quitándole el aire..

Y ahí estaban los golpes.

—Ten más respeto a tu madre basura, no me parti el lomo en guerras para que me hables de forma condescendiente.

—¡Honey!— Confederación Argentina vio como un país, demasiado conocido para ella se acercaba a su hijo y lo ayudaba a levantarse— You are crazy {Estás loca}.

—¿Argentina? ¿Por qué el cara estrellada me está insultando?— pregunto la mujer apretando sus puños, lista para golpear a una segunda persona.

La risa ronca de Rusia llamó la atención de la mujer, haciendo que está de con el origen de la misma.

—Me agrada ésta mujer— aseguró Rusia señalándola.

—Carajo Argentina, te metiste con un puto gigante de dos metros ¿No tuviste suficiente con ver cómo huía del francés y el Imperio Brasil?— pregunto la mujer al notar el enorme parecido con uno de los hijos de Argentina, con misiones más específicamente,  pues aunque se negó a la muchas comodidades que pudo haber tenido en la cárcel, su contacto con el mundo exterior no fue nulo y su hijo le mandaba una que otra carta contando las novedades de su progreso, pero cosas tan esenciales y personales que se podría decir que la mujer no conocía nada de lo que actualmente era su territorio.

Ante la palabras de su madre, Argentina negó fervientemente, alterando se por aquella escandalosa teoría.

—¡No! no es su hijo— aseguró Argentina mientras que se ponía de pie y sacudía su traje de manera disimulada— mamá, te quiero presentar a mi pareja, USA— dijo señalando al estadounidense, buscando desviar la atención de su madre, lo que había funcionado, pero muy en el fondo sabía que no podría engañarla, era demasiado astuta, pero por ahora, le era de utilidad que su madre mirase a Estados Unidos, quién estuvo bajo un analítico escrutinio por parte de la mayor, viendo de hito a hito a la pareja de su hijo— es muy agradable— la mujer no ablando su gesto a pesar de que Argentina dijera un aspecto positivo— me trata muy bien— ante aquella declaración, la mujer sólo bufó, pero sin cambiar su rostro de desconfianza.

Antes, no confiaba ni en sus mejores soldados para que cuidaran a sus hijos, tanto tiempo encerrada por uno de ellos no genero en ella odio o rencor, después de todo, supo que fue la estrategia más conveniente.

Primero, su primogénito la pone bajo arresto y la obliga a ceder el poder, y aunque lo hizo de muy mala gana busco recuperarlo una que otra vez, todos sus intentos fallaron, pero no se quejaba de su prisión, aún estaba rodeada de su gente, de su pueblo y en sus raíces, en esa tierra llena de recuerdos, claro, hasta que el menor  decidió seguir manteniéndola encerrada y además fuera de su territorio, si que se sentía herida por ello, pero sin poder evitarlo, el amor que tenía a sus hijos era mucho más grande, tanto que a pesar de ver cara a cara al que le arrebató su libertad solo pudo emocionarse y comprobar con sus propios ojos que estaba bien.

—El Imperio Brasil también me trataba con mucho respeto pero aún así trataba de quitarme a La banda oriental, no te dejes engañar por los buenos tratos.

Argentina puteo por lo bajo mientras que agarraba a USA por el brazo.

—Bueno no me importa si no te agrada, me tiene que gustar a mi, no a vos— aseguró completamente firme.

—Puedo golpearte de nuevo sin problemas, solecito— aseguró su madre en un tono de voz bajo y amenazante— hablaremos de ello en tu territorio, marchando— dijo mientras señalaba la salida provocando que Argentina se quejará en voz alta, pero aún así siguiera las órdenes de su madre, seguía siendo un niño obediente, cuando se trataba de su madre— hace un calor de puta madre ¿desde cuándo la tierra es tan caliente?— se pregunto mientras que ambos argentos se dirigían a la salida.

—Te vas a asar con ese uniforme— le advirtió su hijo— mejor quitatelo, cuando lleguemos te voy a conseguir ropa, te puede dar un golpe de calor o algo peor— aseguró su hijo, haciendo que su madre asienta en su dirección y proceda a sacarse la chaqueta.

"Un uniforme militar oculta muchas cosas" pensó más de un país cuando Confederación terminó por sacarse la chaqueta.

Llevaba un corsé debajo del mismo, no era tan ajustado, y no se necesitaba ser un genio para notar que la mujer tenía unas caderas anchas, con una cintura muy fina, su busto era destacable y digno de admirar, la madre del argentino era simplemente bella y atraía miradas con su físico sin siquiera proponerlo.

—France, you frustrated love came back {Francia, tu amor frustrado volvió}— hablo el inglés una vez que ambos argentinos terminarán de salir de la sala.

Ante aquellas palabras, el francés sonrió en dirección a la puerta.

Memory de amour |FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora