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Confederación Argentina estaba en el escritorio de su hijo, completamente aburrida viendo como su hijo peleaba y gritaba con sus amigos, parecían estar discutiendo, cosa que no le llevó mucha importancia, puesto que no parecía algo muy serio o que requiera su intervención.

—¡Ya sé, ya sé!— grito su hijo mientras que se acercaba a donde estaba su madre, junto con 5 países que lo seguían de atrás, que pudo reconocer como Brasil, Uruguay, Chile, México y Colombia.

Todos esos países hablaban sobre el otro dirigiéndose al argento, mientras que este trataba de calmarlos, cosa que no parecía estar resultando. Empezaban a irritar la, y como deseaba silencio, golpeó la mesa con fuerza haciendo que todos los países callaran finalmente.

—¿Por qué tanto quilombo la puta que los pario? ¡vayan a jugar y dejen de hinchar las bolas porque me las tienen al plato!— los reto mirando molesta a los países que tenía en frente.

—Wey— llamó el mexicano sin dejar de ver a Confederación.

—Es buena idea— aseguró su hijo, confundiendo por completo a la argentina— ¡mami!— grito para correr a abrazarla, haciendo que esta se extrañe por su forma tan exaltada.

—¿Qué pasa?— pregunto confundida mientras que rodeaba de forma floja el cuerpo de su hijo con sus brazos.

—ONU no nos deja jugar a la pelota en el patio— acuso el argentino, haciendo que ella lo vea aún más confundida, volteando a ver de nuevo a los países que acompañaban a su hijo, notando que tenían caras largas y tristes— nos corrió del patio cuando antes dijo que si lo podíamos usar.

"¿Correr? ¿Acaso ese pedazo de idiota celestes con alas había echado a mi hijo?" Pensó con amargura mientras que la furia se desataba en su torrente sanguíneo.

—Yo me encargo— se limitó a decir mientras que separaba al argento de su cuerpo y se ponía de pie.

Daba miedo, a pesar de ser más baja que ONU, esa mujer daba miedo, su mirada de fiereza, su postura recta y su aura que inspiraba violencia, mientras que caminaba en dirección al ente hacia erizar a cualquiera, tenía una fuerte presencia y era difícil ignorarla.

—ONU— llamo Confederación Argentina a la organización, haciendo que este voltee y le sonría abiertamente, con amabilidad, cosa que menguo al ver el gesto tan serio y amenazante que la argentina portaba— ¿puedes explicarme por qué carajos mi hijo no puede jugar a la pelota?— pregunto grosera y mordaz.

¿Era en serio? Confederación Argentina solo le hablaba por defender a su hijo ¿sólo porque no lo había dejado jugar en el patio? Jamás había visto esa faceta de la mujer, y le daba cierta ternura, ternura que no se molestó en mostrar porque bien sabía que ella no le tenía miedo como el resto de los países, ni siquiera lo respetaba.

—Oh, es que... yo, no sé cómo...— no sabia explicarse con precisión, y los nervios parecían alimentar la altivez de la mayor, que sonreía cual tiburón mientras que lo miraba fijamente, intimidandolo.

—¿Tu qué? Alado— presionó aún más, disfrutando de verlo tan nervioso y torpe.

—Es que, cuando ellos juegan...

—¿Ellos...?— siguió presionando mientras que sonreía de forma burlona, y al ver que ONU se había quedado sin palabras para enfrentarla, decidió hablar— deja que jueguen en el maldito patio, decidiré cobrarte uno de los tantos favores que tu me debes, ellos podrán jugar siempre que quieran ¿me haz entendido?— pregunto Confederación Argentina con seriedad, haciendo que ONU asienta repetidas veces mientras que se alejaba del aura asesina de la mujer— bien— sonrió en grande mientras que se daba la vuelta y se iba con tranquilidad.

Memory de amour |FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora