Memory de amour |FINALIZADA]

Vingt-deux

Salimos de la casa con algo de prisa, teníamos un avión que tomar, y la verdad odiaba que la cese de la ONU esté tan lejos del país, se me hacia agobiante viajar en avión, a pesar de que aún así quiero manejar uno.

Nada más salir, el auto del gringo estaba estacionado delante nuestro, suponía que era de él ya que estaba apoyado en el mismo.

—¿Y este?— le susurre a Argentina.

—Se ofreció a llevarnos.

Iba a comentar algo al respecto, seguramente muy vergonzoso y que haría a mi hijo avergonzar, pero antes de que pudiera decir palabra, dos autos más llegaron y se estacionaron delante de la casa, de los cuales descendieron Francia e Inglaterra.
Me tragué el comentario y me di la vuelta cuando vi que ambos se miraban para verme a mi de nuevo.

—No voy— informé tratando de entrar a la casa de nuevo.

—Si vas— me detuvo, abrazando mi cintura— suerte ¡Vamos que uno de ellos la lleva!— gritó Argentina a Estados Unidos, y vi claramente como el gringo les sonreía a Francia e Inglaterra, agradecido.

¡Infelices! Confabularon en mi contra.

—¿Vienes conmigo ma rose?— preguntó Francia abriendo la puerta del auto.

—Why would I go with you? if you can come with me {¿Por qué iría contigo? Si puede venir conmigo}— Inglaterra abrió la puerta de su coche.

Aún no sabía lo que traían en manos, pero no sabía si me agradaba o no, por lo tanto, hice lo que cualquier persona normal haría.

—Lo arreglaremos como gente madura que somos, el que gane 3 veces piedra, papel o tijeras me lleva.

Inglaterra y Francia aceptaron mis condiciones, eran unos idiotas.
Mientras que ellos se entretenían por algo tan banal, pare a un taxi y me subí.

—Al aeropuerto por favor— le pedí con amabilidad, haciendo que el taxista asistiera y arranque.

Mire para atrás notando como Inglaterra y Francia me veían, a lo que yo les salude con una sonrisa, volteando de nuevo para mirar al frente.

Cuando me vean de nuevo siento que no me irá nada lindo.

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—¿Me están jodiendo?— pregunte molesta al notar que ambos tenían aviones privados, listos para el despegue, y que ahora me invitaban a subir con ellos.

—Bue, nosotros nos vamos, con permiso— antes de que pudieran irse, agarre el cuello de la camisa de mi hijo.

—No me dejes con estos dos locos.

—Ya les ganaste una vez, les podes ganar de nuevo— prácticamente salió corriendo nada más termino de hablar, llevándose al gringo con él, subiendo al avión.

—Ah sos un hijo de puta.

Me acabo de insultar. Por lo tanto voy a fingir que ese insulto iba dirigido a Italia.

—You go up dear? {¿Subes querida?}.

Gruñí con desesperación. ¿Cuantos días me tomaría ir a pie?

Desde que nos descubrieron espiando a la feliz pareja estos dos no han dejado de perseguirme y atosigarme, de hecho empezaban a agobiarme. Me trataban de forma cariñosa, trataban de hablar conmigo, me invitan a salir (salidas que rechacé una por una), hacen todo el tiempo el intento de tocarme. ¿Les habrá dado un derrame?

—¡Ya déjenme en paz!— les grite exaltada.

Camine de manera furiosa hacia Francia y agarre su mano, luego me dirigí a Inglaterra y tomé su corbata, tirando de ella obligando lo a caminar detrás de mi, al igual que Francia.