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Al iniciar su matrimonio solo consideró uno como obstáculo verdadero; ganar la aprobación del Marques Nara. La oposición y planes del emperador nunca fueran esencialmente un problema a su parecer, nunca funcionaron sus tretas ni jugadas, no fueron nunca una amenaza considerable, hora debían considerar la opinión de su padre. Le iba a dar una jaqueca. 

Los actos públicos cargados de discursos para apaciguar y poner en orden al Imperio resultaron satisfactorios, era extraño como el pueblo les daba la razón en todo. Hubo mucha manipulación por debajo de la mesa pero no era para tanto. Las personas tenían una fuerte simpatía por los proyectos que ella puso en marcha apenas llego, ya que nunca se quedo quieta sus logros salieron a la luz ayudando a su figura.

—Nunca hice publica mi colaboración con los pequeños consultorios alrededor de mi territorio— murmuro para ella, metida en sus pensamientos. Leía el periódico donde salía su nombre y especificaba los lugares donde se construyeron los consultorios para los plebeyos fueran a tratar sus enfermedades sin necesidad de rogar por clemencia por sus necesidades económicas.


Hoy era un día histórico. Debían de estar presentes todas la figuras publicas que hicieron justicia. Personalmente no le interesaba asistir a las ejecuciones, si interés radicaba en agitar su espada en el cuello del depravado que persistió tanto tras su feminidad. Ahora le importaba tanto como una mancha en un texto viejo. 

Se hallaba de pie cerca del patíbulo, su padre le pico la frente. 

—Arrugas la frente— ella vio a su padre. 

—Igual que padre— Sasuke se quedo en silencio y toco su frente, son cosas que él simplemente no notaba —debo decir que no esperaba volver a verte y era algo que me angustiaba mucho pero desde ahora prefiero que estés lejos, padre. 

No quería estar cerca de su padre ni de Mitsuki, quien seguía expulsado en el anexo.

Los Uchiha no se conocían por ser afectuosos en publico, eso era hasta la generación de Sasuke, cuando este fue Gran duque, su matrimonio botó todo tipo de estereotipos típicos de su familia, se caso con una mujer fuera del clan familiar, su propia forma de ser era propicia para el titulo; ella era tan dulce y extrovertida, plebeya. Y siempre lucieron como un matrimonio equilibrado pero por sobretodo muy amoroso, fueron en su momento la fantasía de cualquier mujer noble o mujer libre. En publico cuando estuvieron con su hija se solidificaron como una familia muy unida y cariñosa en todas direcciones, a Sarada a temprana edad se le apodaba la hija del amor. Eso fue el pasado y uno distante. 

Actualmente los verdaderos vientos de los infiernos congelados corrían entre los dos, padre e hija, se paraba uno al lado del otro pero no había nada de lo que tuvieron en el pasado. Sarada seguía firme en su enfado y Sasuke no hallaba la forma de volver a conectar con su hija, no era el hombre más sensible del mundo ni el más afectuoso con su progenie pero sin duda alguna quería abrazar y confortarla, más no podía porque no se lo permitía.

La voz se corrió rápido que Sasuke Uchiha ayudó en la captura de la familia real y que limpio su pecado como traidor, ya que desde el palacio salieron pruebas de su incriminación guardadas en una de las bóvedas reales, también se obtuvo el testimonio de los implicados, limpiando fácilmente su nombre. Dichos implicados, hoy iban a ser colgados. Por la tarde iba a realizarse la decapitación de la familia real, y justo ahora el consejo estaba reunido para debatir el rumbo del Imperio, solo quedaba una opción en la línea del trono, personaje que ganaba favoritismos a mucha velocidad. No hubo necesidad de correr el rumor.

—¿Qué es lo que pretende?— dijo entre dientes Sasuke refiriéndose a Mitsuki. 

—No lo se— el rostro de incredulidad de su padre era una moneda en oro —padre, no entiendo como funciona la cabeza de Mitsuki. No me case con él porque lo entendiera.

Duquesa solitaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora