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La fiesta del banquete estaba llena de detalles por doquier, los nobles asistentes y la realeza estaban comunicándose fluidamente, los brindis, la música todo estaba prolijamente organizado. 

—La fiesta del banquete fue un éxito, aunque no necesitas que te lo digan. 

Sarada sonrió, ahora vestida en un vestido de varias capas de gala, la misma noche después de la competencia de caza, sus hombros estaban algo cansados más por la tensión del evento que por desgaste físico. 

Un noble se acercó para felicitarla. 

Ella sonrió y alzo su copa, no tenía ganas de pavonear su logro, solo lo hizo para demostrar que era la mejor y bueno también para darle el ultimo empujón a la reputación de Sumire como la momentánea princesa heredera. —Estas cosas me ponen... 

—No te gustan. 

—Siendo franca, no. Me han condecorado muchas veces, siempre pido alguna ceremonia sencilla, sin publico, bueno solo testigos y nadie más. 

Mitsuki tomo de su copa. —Eso es solo bueno para ti. Si hubieses enseñado tus logros más a menudo tu reputación habría repuntado por si sola. 

—Y eso me haría una soltera más apetecible—  frunció el ceño mientras su sonrisa se extendió por su rostro. 

—Es verdad— se burló de su dilema. 

—Que gracioso— ella buscó otra copa más. Las chicas estaban todas enfocadas en mirar con envidia a Sumire quien fue nominada la "dama de la caza", pero no podían hacer nada, Lady Kakei, la princesa heredera defendió con todo a la duquesa, lo merecía y ellas no podía echarse para atrás con sus palabras cuando ya las habían derramado al inicio del evento cuando cada una demostró su elección. —Creo que ahora la empezaran a odiar, mi intención era lo contrario. 

—Que, hablas de la princesa heredera. 

—Si. Es cierto que su titulo es momentáneo, quiero que sea muy querida. Siento además que no me esforcé suficiente. 

Mitsuki entrelazo sus dedos con los de ella. —Eso no es cierto. Has hecho más de lo que cualquiera habría hecho, tu amiga lo sabe. 

En ese momento los ojos violeta de Sumire se cruzaron la visión de ambos, sonrió dulce para Sarada dando le la razón a Mitsuki. De la nada apareció el conde Kiba, sonriendo, acaba de venir de hablar con el segundo príncipe. 

—Es un gusto conocerlo por fin Gran duque Michaelis... 

Sarada miró de reojo a Mitsuki quien siempre era avido a la hora de saludar, siendo muy cortes, este seguía con su mano entrelazada con la de ella y la otra sostenía la copa, sin moverse ni con intensiones de. 

—De hecho es Claude, mi apellido es Claude y mi nombre Occidental es Michaelis— aclaró con un tono mucho más dominante del que Sarada le había escuchado hablar. La Uchiha de pronto cayó en un espiral de confusión. —Por hoy, no, por toda la temporada social no estoy presente como el gran duque sino como el prometido de la gran duquesa de esta nación, que debería ser más relevante para usted, señor— omitió su titulo y honoríficos apropósito —por cierto la misma que lo venció este día, nos venció a todos con tan maravillosa bestia que capturo por si misma. 

Dejó al conde Kiba con la mano extendida y helado, sin habla. 

Sarada parpadeó varias veces. Su madre le había pedido que fingiese ser su prometido, pero, una punzada en el pecho que fue muy persistente hizo que esta dejara la copa junto a la mesa que tenían a un lado. Se llevo la mano al pecho, sus oídos zumbaron, su presión se estaba elevando, así mismo como su nerviosismo. 

Duquesa solitaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora