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Su desayuno fue breve pese a la cantidad y la densidad de este, hizo un chequeo rápido de como era el interior de la mansión, solo lo esencial, habitaciones de invitados, salones, comedores de fiestas, la biblioteca de archivos, más estudios, todo lo que fuese a utilizar luego. Algo muy importante la parada a la cocina, los sirvientes allí se asustaron al verla, nunca antes habían visto una dama usando pantalones. Sarada que vestía una blusa blanca con un prendedor en el cuello y unos pantalones negros entallados hasta la cintura alta fue directo donde el chef. —Buen día, quería agradecer por la comida estaba excelente.

El chef no sabia que hacer, esto no tenía precedentes. —No era necesario que viniese... 

—Oh si es necesario, desde hoy estoy a su cuidado— dijo mientras Tomo le daba unos libros con referencias y platillos con recetas que citaban ingredientes orientales. 

—Gracias, muchas gracias. 

—No agradezcas te estoy dando trabajo que no tenías antes. 


Con su caballo hizo una inspección por todo el territorio de la mansión y visitó a cada gerente en la mansión para ver de primera mano como administraban y luego vio como desempeñaban sus trabajos el resto de trabajadores, las áreas de almacenamiento también hizo una revisión y luego de eso fue a ver como se desarrollaba la sesión de entrenamiento, vio como su hombres estaban por un lado y los del duque por otro lado. Suspiro esto era algo que iba a pasar hiciese lo que hiciese por tanto dejo que las cosas siguieran su propio rumbo, mientras no peleasen y no llegasen a los puños. Kohaku apareció corriendo a su lado, traía mucho sudor en la frente. 

—Mi señora ¿cabalgando?

—Si es más rápido de esta forma— miro el entrenamiento de sus hombres. Silbo y el capitán apareció de la nada —Que no aflojen los hombres. Prepara los para una estancia larga, voy a traer unos cuantas cuadrillas más. 

El capitán que estaba con su puño en el pecho mostrando sus respetos ensombreció su expresión —cuando usted guste, señorita.  

—No soy del agrado de este emperador así que maneja esta información como quieras. 

—¡Si! estaremos lista cuando sea. 

Sarada no dijo más y se levo a Kohaku, el caballero que había impuesto a vivir en el edificio principal, con lo que escucho la chica estaba dispuesta a volverse la sombra de su señora. La duquesa estaba trabajando en los presupuestos, y las autorización de compras, Kohaku de pie con una expresión serena con y una postura recta custodiaba la entrada del estudio, un grupo de sirvientas vio a la duquesa trabajando allí en el enorme escritorio enmarcado en esos enormes vitrales cristalinos. —No esta prohibido el ingreso de cualquiera al estudio— murmuro una y la otra, —el duque le dio el sello sin pensarlo, cuida mejor tus palabras—. Sarada no escucho nada denigrante pero en ningún momento su esposo le dijo que no podía ingresar a ningún lado todo lo contrario en más de una vez por carta le afirmo que todo lo que le pertenecía sería de ella en cuanto firmase el documento conyugal. 

Vino el administrador el tal Gregor recogió de la mano de Tomo los papeles que Sarada acaba de terminar, todos los presupuestos para empleados, comida, mantenciones de edificios, todos los presupuesto fueron manejados rápidamente. El administrador alzo ambas cejas leyendo los informes y los presupuestos terminados en tan poco tiempo. 

—Es fabulosa la velocidad de la duquesa. 

—¿Por qué no entras y le dices tu mismo?— Tomo quería que le diera las felicitaciones para levantar el animo de su señora.

—No nos dejan entrar al estudio— es una orden. Gregor sonó tajante, él no iba a entrar. 

—¡Esa orden esta revocada mientras solo este yo en el estudio!— con esas palabras el administrador entro algo dudativo, el hombre moreno de cabello castaño oscuro y amarrado en una cola larga miro a todas parte, en verdad nunca había entrado al estudio. —Gracias por la rapidez Gran duquesa, es muy eficiente aunque no creo que necesite que se lo digan. 

Duquesa solitaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora