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Golpeó sus mejillas que estaban completamente rojas por la emoción ¿qué le pasaba? no debía estar tan nerviosa, era como su socio, y la palabra "esposa" era eso en otro idioma, con otro termino para "socia". Además las palabras que cruzaron fueron muy familiares sentía que lo conocía, si, claro le era muy familiar, hablaba de la misma forma que por carta. Una preocupación menos, él no tenía otra versión de si mismo, le iba a ser chocante si de pronto se comportara diferente a como se expresaba por correspondencia. Se sintió aliviada dentro de toda la maraña de emociones mezcladas en este momento. 

Temprano antes de la cena había encontrado unas prendas de hombre, no eran muchas, por lo que pensó que las criadas las habían traído para que las usase el duque cuando fuese a visitarla a su habitación durante la noche. 

¿Cómo es posible que tenga tan pocas prendas? una rápida ojeada a la mansión denotaba gran riqueza y muchos lujos lo que hacía más increíble. 

—Pareciera que tendremos una disputa muy pronto. 

—También lo crees así— volvió a escucharlo. Se volteó muy rápido ya que estuvo registrando los armarios para revisar efectivamente si esa ropa encontrada era toda la que había en la habitación volvió tras sus pasos.

Se afirmo de unos de los pilares de la cama. —Me preocupa que el emperador sea tan débil de mente como su hijo en la salud. Si su heredero es tan... enfermizo ¿por qué no tener otro heredero? eso resolvería tantas ansiedades.

Su esposo suspiro, pensaba igual pero no era así de fácil. A la fecha el emperador tenía quince princesas de su progenie, en otras palabras solo estaba teniendo hijas las cuales por ley no podían suceder al trono, lamentablemente para él, esto lo volvía en una posición más delicada aún, ya que durante toda su vida fue blanco de los bando aristócratas opositores de la corona y los aliados a la corona que intentaban sacarlo del camino, envenenándolo, atacándolo directamente, contratando asesinos para deshacerse de él de manera silenciosa, creando accidentes molestos, durante años a sido la piedra en el zapato de muchos, la mala hierba que nunca muere. Llevaba un tiempo en que ambos grupos se han sosegado y estaba viviendo en relativa paz, hasta ahora. 

—Lo habría hecho hace mucho si pudiera. 

—Hablemos de esto mañana— dijo Sarada. No era un buen tema a tratar en su primera noche juntos como esposos. —¿Mañana contaré con tu presencia?— El silencio era un claro no. —Con que es mucho pedir. 

Tal vez ser muy madura y comprensiva era el problema en este caso. 

—No se trata de mi disponibilidad. Hoy tampoco iba a ir al palacio, al menos eso fue lo que se me prometió antes de ayer pero me llamaron al alba. Se supone que mañana no debo hacer nada más que estar en casa. 

Sarada se sentó en el sitial a los pies de la cama. Estaba teniendo muchas dudas justo ahora. 

—¿No te gusta? Dime si lo odias. 

Ella negó pese a lo que sentía justo ahora. —Estoy bien— cansada de estas palabras, las cuales había repetido como un mantra durante todo el día de ayer y hoy.

—Se honesta conmigo. 

Recordó las palabras de la señora Senju, la sabia de ambos imperios, lo busco de nuevo pero esta vez solo veía la oscuridad en la habitación ya que cancelo los poderes en sus ojos. Era su idea o el duque se movía solo en los espacios llenos de sombras. 

—Estoy molesta— se mordió los labios, si sentía que tarde o temprano terminaría volviendo a su ducado, divorciándose y odian por completo el matrimonio. —Pero puedo manejar lo por ahora. 

Duquesa solitaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora