He respirado hondo cuando te he visto ir sin decir adiós. He aspirado el dolor y he dejado ir las lágrimas. Nunca haces caso cuando te hablan y ojalá escucharas cuando mis labios suplican que no te vayas.
Ahora intenta tú encontrar la razón por la que eres cabrón y yo tan tonta de abrirte la puerta cada vez que crees echarme de menos y vienes a pedir perdón a mi portal. Para después dejarme tirada de nuevo porque no soy lo que quieres.
Y odio admitir que no conozco hogar mejor que tus brazos y que sigo bailando al borde del precipicio por si vuelves esta vez.
Que no lo vas a hacer.
Las letras de tu nombre siguen escritas en el cristal de mi ventana y las canciones tristes siguen trayendo tu recuerdo con ellas.
Espero que a esa puta le sepan tus labios a mi, porque estoy segura de que aún te huele el alma a mis lágrimas
