Odio saber que si mi musa es un amor que ya no existe es por la necesidad de sentirme viva. Porque esta es la única manera que conozco.
He perdido.
Lo admito.
Pero soy tan estúpida de no rendirme y seguir tras esta agradable autodestrucción que me consume poco a poco. Como nuestros fríos diciembres.
Jamás fuiste de café.
Tampoco de quererme.
Pero el sol siempre vuelve,
al igual que el verano.
