Nocturnal-J.H

𝟬𝟬𝟮.-𝗖𝗥𝗘𝗣𝗨́𝗦𝗖𝗨𝗟𝝝

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El sol entraba por la ventana de la habitación, iluminando el rostro de Gia que dormía plácidamente. Puede que la luz no fuese tan intensa como cuando vivía en Texas, pero seguía siendo molesta, o al menos lo suficiente para que la muchacha se despertase. Abrió los ojos con total pereza y hastío, pero este sentimiento desapareció en cuanto recordó que hoy era su primer día de clases en el nuevo instituto. Estaba nerviosa y lo suficientemente exaltada como para alejar el sueño de su cuerpo. Se levantó de un brinco y corrió al baño del pasillo que se había  adjudicado como suyo, se despojó del pijama y se dio una rápida ducha que no consiguió calmar sus nervios, en cuanto estuvo lista se envolvió en una toalla y volvió a toda prisa a su habitación, esta vez sin correr, no quería accidentes en su primer día se clase.

En cuanto entró a su habitación comenzó a sufrir la primera crisis del día. ¿Que iba a ponerse? No es que la moda le preocupase demasiado, pero le gustaba ir linda y vestir siempre a su estilo. Revolvió el armario entero lanzando las prendas a volar cuando no creía que se adaptaban a lo que quería ponerse. Para Gia el primer día de clase era importante, así que se esforzaba en vestir para resaltar, no le importaba llamar la atención por ser la nueva, al contrario, era lo que buscaba, además le sería más fácil conocer gente si daba una buena impresión.

Al final se decidió por un jersey blanco algo abombado, un pantalón de licra negro y sus inseparables botines de tacón negros. Tenía un problema con ese color, no es que fuese monocromática pero había algo que le llamaba la atención respecto a ir vestida con colores oscuros. Una vez estuvo vestida bajó a toda prisa a hacer un desayuno para ella y para su padre, que aún dormía, era pronto pero la chica estaba demasiado emocionada como para preocuparse por ello. Cocinó unos huevos con bacon y un par de zumos de naranja además del café de su padre. Cuando todo estuvo listo lo dispuso sobre la mesa y subió corriendo a despertar a su padre.

Desde que era pequeña le gustaba despertar a Mason saltándole encima, el hombre no se quejaba por que le agradaba la actitud aniñada de su hija, era un indicador de que por mucho que creciese siempre sería aquella niña pequeña que le tiraba barro a las ventanas de los vecinos por no darle golosinas en Halloween. Cuando llegó a la habitación de su padre abrió la puerta con sigilo y entró tratando de no hacer mucho ruido, al estar frente a la cama se lanzó en plancha.

-¡Buenos días viejo!- Prácticamente le gritó al oido recibiendo un gruñido de Mason como respuesta.

-Ya te he visto cachorro, ahora quita de encima que pesas.- La joven rodó por la cama hasta llegar al borde, para a continuación ponerse en pie de un salto.

-Te he hecho el desayuno, no quieres que se enfríe.- Y dicho aquello se precipitó escaleras abajo para esperar a su padre sentada en la mesa.

El hombre no tardó en llegar para comenzar a desayunar con su hija entre bromas. Esa era la tónica de Mason y Gia, prácticamente desde que despertaban se la pasaban haciendo bromas y charlando animadamente con el otro. Estuviesen donde estuviesen irradiaban siempre buen humor, lo que enternecía a las personas que los contemplaban. Una vez hubieron terminado, Mason le propuso a su hija llevarla hasta el instituto en su coche para que la joven no fuese andando. Esta aceptó y subió corriendo a por su mochila para bajar en menos de un segundo.

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-Vale cachorro, recuerda, si se meten contigo, me llamas, si te sientes incómoda, me llamas, si...- La joven le cortó antes de que pudiese terminar.

-Lo he entendido, cualquier cosa que necesite te llamo.- Mason le dio una sonrisa divertida a su hija.- No te preocupes por mi viejo, me las apañaré para sobrevivir al primer día de clases.