Capítulo 96.

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Cuando la luna de miel terminó a los tres días, estuvieron de vuelta en Corea. Aún con el cansancio que Jimin sentía, no tardó en correr hacia donde su pequeño hijo lo estaba viendo. El omega lo tomó en brazos y comenzó a dejar muchos besos en su mejilla. Luego de abrazarlo un buen rato, se volteó a Tae Hyung para saludarlo. Jungkook llegó detrás de su espalda para poder dejar un lento beso sobre la cabecita de su cachorrito, sujetando la cadera de Jimin.

—¿Cómo se comportó? —preguntó el pelirubio sin dejar de restregar su mejilla con la de Jung.

—Lloró mucho, pero luego se ponía a jugar con los gemelos. —dijo Tae Hyung con una sonrisa, Ho Seok estaba detrás de él abrazándolo por la pancita con ojeras en sus ojos.

—Gracias por cuidarlo. —dijo el alfa abrazando a los dos amores de su vida. —Les trajimos un recuerdo.

Jungkook sacó de su bolsillo un llavero con forma de un tucán, además de eso le entregó un lindo cuadro para decorar la sala de su casa. Una vez listos, se despidieron con un abrazo y se fueron al carro que los estaba esperando. Jimin besó los labios del alfa una vez más; le dio a Jung para que él pudiera consentirlo.

Jeon apretaba el cachorro entre sus brazos, repartiendo todos los besitos que no podía darle cuando estaba dentro de Jimin. A veces mordía las mejillas de Jung, sacándole una que otra sonrisa. El cachorrito jugaba con los labios de su papi, provocando que Jungkook le besara sus deditos cada vez que lo hacía. Jimin amaba ver como su alfa demostraba todo el amor que le tenía a su pequeño. Recostó su cabeza en el hombro de Jungkook y cerró los ojos por el resto del camino a casa.

Entonces unos veinte minutos más tarde su familia los recibió con una cálida sonrisa y muchos abrazos. Era interesante porque hace tiempo el hermano de Jungkook había pedido disculpas por su comportamiento hacia Jimin, no eran los mejores amigos, pero podían tolerarse para estar tranquilos entre todos. 

Jung reía con cada cosa que el alfa hacía. Chung Hee y Sun Hee abrazaron a Jimin, buscando de paso a su nieto. Una vez que les contaron como la habían pasado, Jimin salió en busca de Magdalin, había extrañado a la beta, necesitaba uno de sus maternales abrazos, sorprendiéndose al ver una mordida en el cuello del pelinegro, felicitándolo y deseándole lo mejor junto a Jungkook.

Ya eran las cinco y las calles de Seúl estaban cubiertas con nieve, pronto sería Navidad. Toda la familia veía un partido de fútbol Incluso Jimin, quien se puso una camisa de manga larga de su alfa y sostenía a su bebé entre sus piernas. Jungkook sonrió y decidió tomarle una foto para luego ir a imprimirla.

—Digan queso. —sonrió el alfa.

—Quesoooo.

—Me deben un beso. —dijo el mayor tomando la fotografía.

El omega rodó los ojos, luego continuó con su vista en la televisión. Jungkook hizo un puchero, quería la atención de Jimin, también sus mimos sobre él. Entrecerró los ojos viendo enojado la pantalla plana de última edición y se fue al cuerpo de su omega. 

Se colocó detrás de sus bebés, pasando las piernas a cada lado de las caderas de Jimin. Éste por su parte sólo se acostó en el pecho de Jungkook, aspirando sus feromonas de felicidad y dejando besitos en los brazos del alfa, donde llegaba su boca.

—Te amo, omega. —dijo el mayor aspirando el aroma del cabello de Jimin, algo dentro del pelirubio se movió. Porque cuando un alfa llamaba a su pareja por lo que era; un omega, era cuando no estaba hablando su parte racional. El animal dentro de Jungkook hablaba por sí solo y le decía lo que muchas veces le había dejado en claro. Jimin sonrió y se acurrucó más en el mayor, disfrutando de como Jungkook atrapaba su oreja con sus labios para morderlo juguetonamente.

𝐃𝐨𝐧'𝐭 𝐲𝐨𝐮 𝐡𝐮𝐫𝐭 𝐦𝐞 | 𝐊𝐨𝐨𝐤𝐦𝐢𝐧 | 𝕬𝖉𝖆𝖕𝖙𝖆𝖈𝖎ón [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora