Capítulo 32.

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Los dos hombres gimieron cuando se corrieron por quién sabe cuántas veces. 

Sí, ellos habían continuado así por el resto del día, no habían bajado a comer, no se habían tomado el tiempo de ducharse. No habían hecho nada más que rodar por toda la habitación, dos hombres, un alfa metiendo su pene una y otra vez en el interior de un omega pelirubio. 

Lo habían hecho contra la pared, en el suelo, de pie, en el baño, contra la ventana.

En unas horas Jungkook le había enseñado casi todas las posiciones de sexo existentes al omega. Lo habían hecho en cuatro, Jimin montando a Jungkook, el pelinegro tomando las manos de Jimin sobre su cabeza, las piernas del omega sobre los hombros del alfa, en cucharita, de tijera, aunque ese era más usado en chicas, Jungkook se las ingenió para cruzarse entre las piernas del omega y penetrarlo una y otra vez en esa posición.

Todas las veces en las que habían llegado al orgasmo, Jungkook salía del interior de Jimin a tiempo para correrse en el pecho del chico, aunque esta última vez, el alfa se había dado el lujo de hacerlo en el rostro de su bebé. Jimin trataba de recuperar la respiración.

Lo más probable era que las empleadas estuvieran traumadas en este momento. Los gemidos del omega se escuchaban hasta el rancho que había en el mismo terreno donde estaba la mansión construida. 

Y no podían culparlos, ambos estaban en celo, para Jimin era algo inevitable de hacer cuando veinticuatro centímetros de carne entraban dentro de él una y otra vez. El pequeño prácticamente manoseaba el cuerpo de su alfa; pasaba las manos por su pecho, por todo su abdomen, piernas, sus bolas. 

Para el pelinegro era divertido y excitante ver como su omega lo exploraba con descaro. Él hacía lo mismo, sus manos no abandonaban el trasero del chico, apretaba los pezones de Jimin con fuerza pero sin llegar a lastimarlo, viendo como el pelirubio se removía de placer.

Ahora que Jimin había perdido más que la virginidad, Jungkook lo reclamaría todo el tiempo que pudiera.

Ambos varones estaban en la cama, regulando la respiración. Jungkook mantenía su cabeza en el pecho de Jimin y su brazo rodeaba la cintura del omega, mientras que el menor alargaba su propio brazo y dejaba reposar la cabeza de su alfa ahí.

-Demonios amor... eres... eres increíble. -dijo el alfa.

-T-Tú también alfa...-dijo el pequeño. -E-Es... se siente bien, puedo sentirte en mí...-susurró.

El celo había cesado un poco, pero no había acabado por completo.

-Me van a matar. -río el alfa. -Creo que hoy tenía una conferencia.

-Lo siento alfa.... - Jungkook lo miró -¿Te metí en problemas?

-No. -sonrió el mayor. -Puedo justificar mis ausencias, y todos saben que cuando a alguien le llega el celo significa día libre.

-Pero fue a mí que me llegó el celo...-susurró el omega.

-Si te llega el celo, quiere decir que a mí también. -dijo coqueto. -No voy a dejarte cuando eso pase.

Las mejillas del omega se coloraron hasta no poder más.

-Gracias. -susurró el pelirubio sonriendo.

-¿Por qué? -preguntó Jungkook.

-Por complacerme alfa...-dijo inocente. -M-Me... me hiciste completamente tuyo.

-Jimin. -el alfa lo tomó de la barbilla. -A partir de ahora nuestra relación va a ser más estrecha. Vamos a tener relaciones cuando lo necesitemos. ¿Lo sabes verdad? -el omega se mordió el labio inferior.

𝐃𝐨𝐧'𝐭 𝐲𝐨𝐮 𝐡𝐮𝐫𝐭 𝐦𝐞 | 𝐊𝐨𝐨𝐤𝐦𝐢𝐧 | 𝕬𝖉𝖆𝖕𝖙𝖆𝖈𝖎ón [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora