Capítulo 97.

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Jin mantenía a Min Ho preso, un hilo de saliva escurriéndose por la boca del omega gracias al tiempo que llevaban sin separarse. El menor tenía los ojos apretados con fuerza, necesitaba aire y el alfa tomaba sus manos por encima de su cabeza. El sonido de sus lenguas danzando era lo que llenaba la habitación y sus erecciones rozándose entre ellas por debajo de la tela del bóxer. El pobre chico no podía ni llegarle a la mitad al pene del alfa. Jin era grande y nadie podía compararse con él. El único movimiento que lograba cada vez que intentaba tomar aire era restregarse una sucesivamente contra el gran cuerpo del castaño.

Agradeció al cielo cuando la boca del mayor lo dejó libre y dio una profunda respiración, tosiendo al volver a pasar aire por sus pulmones. Jin lo miró directo a los ojos, Min Ho evitaba sus ojos a toda costa, no entendía porque el alfa estaba siendo tan posesivo. Llegó buscando a su omega a toda costa y no lo había soltado desde que dejó dormido a el cachorro. Lo despojó de su ropa, reclamó sus labios como si nunca los hubiese probado. No le había dirigido ni una sola palabra. Lo único que Jin hacía era morder ligeramente, lamer y besar la marca que ya estaba cicatrizada sobre su cuello.

La única prenda que lo cubría fue lanzada lejos y sin razón alguna sus mejillas se sonrojaron a más no poder. Mordió su puño y miró hacia otro lado cuando el alfa alzó sus caderas buscando su entrada. Jin podía sentir la preocupación y confusión de Min Ho gracias al lazo, pero necesitaba hacerlo. Gruñó involuntariamente cuando las manitas del omega se colocaron en las suyas para impedir que lo penetrara.

—¿Q-Qué sucede, a-amor? —murmuró nervioso, su alfa no le hablaba, no quería hacer el amor sin antes aclarar sus dudas.

—Necesito anudarte, necesito que me recibas. —dijo con la voz dura, pero no era para él, Jin estaba perdido en sus pensamientos.

—¿E-Estás molesto? Tranquilo Jiniie... estoy aquí para hablar... ¿q-quieres hablar sobre eso? —preguntó acariciando la mano del alfa que estaba sobre su cadera.

—Min Ho. —dijo alto y por un momento temió de haberlo provocado. —Mi amor... te amo tanto... quiero todos los hijos que puedas darme...

—Lo haré amor... lo prometo...—miró al alfa con sinceridad. —Sólo dime qué te sucede...

El alfa negó con la cabeza. Min Ho tragó saliva sonoramente. Pronto sintió como Jin se colaba en su interior lentamente, como si estuviera debatiéndose entre hacerle el amor o no. Una vez totalmente dentro, el omega arqueó la espalda, cosa que el alfa aprovechó para abrazarlo de la cintura y llevar sus manos a la espalda del menor. Kim necesitaba sentirlo, necesitaba rendirse una vez más a su omega, saber que estaban unidos.

—Jin...—dijo aferrándose a la sábana. —Mi amor...

La voz del menor lograba calmar a su alfa de una manera que nunca pensó lograr. Jin escondió su nariz en el cuello de Min Ho.

—Tócame Min... por favor...—pidió en un susurro. Tímidamente el omega obedeció, llevando su mano al cabello del alfa, que estaba repartiendo besos en su pecho.

—Alfa...

—Cásate conmigo...—soltó de la nada, asombrando al omega y casi provocando que su corazón se detuviera.

—Seok Jin...—no tenía palabras para describir lo que sentía, su alfa le estaba pidiendo matrimonio. ¿Qué decía? Se había quedado en blanco. Cuando se dio cuenta, el castaño estaba tensado y soltando respiraciones muy erráticas, dando indicios de llorar. No tenía una respuesta.

Ambos estaban queditos, no se movían, sólo se encargaban de estar conectados y pensar en lo que hacían. El alfa no supo en qué momento esas palabras salieron de su boca, pero no estaba mal, quería casarse con Min Ho, lo iba a tener el resto de su vida, ¿por qué no pasarlo a ser legal? Además de eso, el silencio del omega lo estaba matando.

—Mi omega...

—Lo haré Jin... voy a casarme contigo...—dijo totalmente seguro de su decisión. Si casarse sería el siguiente paso de su vida y relación, lo iba a dar junto a su alfa.

Y aunque el castaño no dijera nada, sus acciones fueron suficientes. Lo reclamó completamente, Min Ho le pertenecía hasta el último cabello, desde la cabeza hasta los pies, le pertenecía todo lo que se formaría en su vientre en el futuro. Iba a protegerlo por sobre todas las cosas, amarlo hasta morir, cuidarlo con su vida. Ese omega, junto a su hijo, eran los tesoros más grandes que tenía.

Min Ho se ocultó en el cuello de Kim, dejando besos inocentes, el alfa ya estaba en las últimas estocadas y les esperaba un nudo. Los ojos de cada uno encontraron los ajenos, una opresión ya conocida se instaló en su interior y se aferró como nunca a la espalda de su alfa.

Pero el pene de Jin nunca se aferró a sus paredes y eso no pudo hacerlos más feliz.



♦♦♦



Jimin miraba con pánico como Jungkook lanzaba a Jung al aire antes de atraparlo. Se mordía las uñas y tomaba sus cabellos rubios con fuerza, sintiendo que pronto le daría un ataque cardíaco. 

Jeon estaba de pie, haciendo un sonido con sus labios; disfrutando de las carcajadas que su hijo soltaba. El alfa lanzaba a su hijo al aire para cuando lo atrapaba, mordía su mejilla regordeta con cariño.

—Tú definitivamente eres un mini Jimin. —sonrió con un brillo en sus ojos. —Tengo dos Minnie's, ocupo otro yo. —le decía a su hijo, olvidando que su prometido estaba en la misma habitación. —Tengo que volver a inflar a tu padre. —ronroneó mordiendo otra vez la mejilla del cachorrito.

—Jungkook ten cuidado...—pidió haciendo un puchero.

—Jeon Jimin, quiero otro hijo ya. —bromeó caminando hasta la cama.

—¿Para que lo lances al aire? No te voy a dar nada. —dijo indignado.

El alfa colocó a su hijo en el pecho desnudo de Jimin y luego se acostó sobre sus cachorros, cuidando de no aplastarlos. Los labios de Jungkook fueron a dar al pezón del pelirubio y comenzó a succionar, sintiendo las manitas de Jung jugar con su barba por la cercanía. Jimin le acariciaba el cabello.

—No te estaba preguntando, quiero otro Jeon. —fingió seriedad. Jimin acarició la nariz del alfa con la suya, una sonrisa dibujada en su rostro.

—Y yo no te estaba dando a elegir. No te voy a dar nada, mis hijos son para mí solito. —mordió la quijada de Jungkook.

—Tus hijos también son de mis entrañas. —alzó las cejas.

—Tus entrañas son como los alfas. —bromeó divertido. —No sirven.

—Oye, tú de veras te ganas unas buenas nalgadas.

—¿Mi alfa me va a azotar? —besó los labios del mayor.

—Tu alfa te va a hacer diez hijos en este momento si no cierras esa linda boca y me besas.

—Es eso... ¿o sólo quieres volver a verme gordo? —lo miró acusatorio.

—Ay, también. —admitió. —Te amé más cuando estabas abrazable. Es decir, siempre lo estás, pero antes más que ahora.

Quedaron en silencio. Jimin sonrió y besó a Jungkook, quien no tardó en corresponderle. Eran ellos, una familia hermosa, ya no eran dos, ahora una cabecita en medio de ellos formaba una hermosa parte.

El alfa se dejó caer, abrazando a sus dos retoños.

—Los amo con toda mi vida. —susurró y cerró los ojos, pronto sería navidad y el clima en Seúl era más que frío. —Ustedes son mis más grandes tesoros.

—Te amo alfa, mucho. —y esas simples palabras podían hacer que el corazón del mayor se disparara en segundos.

—Yo más a ustedes. Vamos afuera, nos deben estar esperando. —besó una última vez al omega y se puso de pie para comenzar a caminar al baño.

Hoy tenían otra linda reunión familiar. Y Jimin amaba esas reuniones, así que Jungkook procuraba hacerlas seguidas. Iría hasta el otro lado del mundo si con eso haría feliz a Jimin. Esa era una promesa que se hizo a sí mismo; hacer feliz a su omega por siempre.

𝐃𝐨𝐧'𝐭 𝐲𝐨𝐮 𝐡𝐮𝐫𝐭 𝐦𝐞 | 𝐊𝐨𝐨𝐤𝐦𝐢𝐧 | 𝕬𝖉𝖆𝖕𝖙𝖆𝖈𝖎ón [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora