La escena más perfecta...

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Pov general

Hoy martes, día pesado para las dos, por su parte Callie terminaba algunos papeleos de uno de los niños del hogar que estaban por adoptar y quería dejarle todo listo a su compañera antes de partir para México, estaba muy ansiosa, pero temía viajar sin su sostén.

Arizona se encontraba en la editorial diseñando y buscando algunas ideas para la tapa de su nuevo libro "Podemos amar sin depender", este era muy interesante, hablaba sobre la dependencia emocional que crean muchos aferrándose de tal manera a su pareja, que sí está en algún momento desaparece, ocasiona depresión como el mínimo problema en la persona. Ella explicaba que tenemos que aprender a vivir con nosotros mismos antes de largarse a la aventura de compartir la vida y sí que tenía razón, ella antes de Callie sabía vivir con ella misma sin problemas, nunca necesitó de nadie, algo bueno que habían hecho sus padres, abandonandola.

La mañana transcurrió tan rápido que no tuvieron ni tiempo de extrañarse entre ellas, ya cada una se dirigía a su casa, como ya tienen organizado durante toda la semana, Callie se encarga de la cocina y Ari de limpiar todo lo utilizado, luego se toman unas dos horas después de almorzar para terminar algunas cuestiones pendientes de los trabajos y el resto de la tarde la disfrutan juntas, ya sea saliendo u ordenando lo que resta de la casa.

Son dos personas muy organizadas, tienen una idea de la vida muy parecida y especial, así que cada fin de semana que pueden se van a recorrer alguna isla de Nueva Zelanda o se escapan un poquito más allá. Todavía no tienen su gran minivan, pero están seguras de que ese sueño es otro que van a lograr cumplir como todo lo que se habían propuesto hasta ahora, así que aquel chanchito que reposa en la mesa de luz de Callie se encarga de guardar todos sus ahorros, con un pequeño papel por delante que recuerda para que esta destinado el dinero.

Pov Arizona

- ¡Amor llegue! ¿Estás en casa? –Abrí la puerta de casa y dejé mi bolso en el sillón esperando una respuesta. - ¡Callie!

- Acá estoy bonita. –Vi cómo se asomaba por el borde de la puerta. – Estoy terminando con las valijas, el vuelo es a las 10 am de mañana. –Ella se acercó y me abrazó por atrás. –

Estaba muy nerviosa de que Callie se vaya sola a otro continente, solíamos hacerlo siempre, cada año, pero juntas. Este año sale mi nuevo libro y tengo que estar presente para las presentaciones formales que se hacen cada vez que presentó uno, así que, con todo mi pesar, tuve que dejarla hacer esto sola.

- ¿Sabes que te voy a extrañar mucho no? –Besé su mejilla. – Quiero que disfrutes cada momento con tu familia y me imagines ahí, el próximo año vamos a ver a tu abuelita juntas, decile eso. –Su abuela suele extrañarnos demasiado. –

- Sí bebe, ya lo sé, me siento mal yéndome sin vos, pero tenes que seguir triunfando con ese libro que tanto amo. –La di vuelta quedando frente a frente. - ¿Me ayudas con lo que me falta? –Ella tenía la mirada triste. –

- Okey, voy a buscar la ropa del lavadero a ver que te llevas de lo que se está secando. –Salí rápido intentando evadir mis lágrimas, pero fue imposible, no quería llorar, no quería que ella se vaya mal, pero estos 4 años estuvimos pegadas, era despertar continuamente con su sonrisa. –

Busqué algo de ropa que quedaba en el tender y sequé rápidamente mis lágrimas, aunque tengo la piel tan blanca que es muy difícil disimular el rojo en mis ojos.

Respiré profundo y volví a la habitación. –Amor, estaba esto, creo que esta remera si la tienes que llevar. –Mostré una morada mangas cortas. –

- Sí, esa la llevo, ¿Debería plancharla? –La mire riendo, la remera era un acordeón. – Bueno mejor lo hago allá, tendré tres semanas para dedicarle tiempo a la ropa.

"Reloj de arena"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora