Capítulo 4: Dulce Venganza

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 4: "Dulce Venganza"

Jadeaba, y sentía tanta rabia que creía iba a explotar, pero no pudo decir nada, parecía que la garganta se le había secado, apenas gimió pero nada más salió de su boca. Se dio cuenta que no podía mover un solo músculo de su cuerpo, estaba casi en shock, pero el impacto no era nada comparado con el rencor. Mentiroso... bastardo...

- ¡Inuyasha! ¡No quiso esperar afuera!- Gritó de forma casi acusatoria la secretaria tras ella, obligando sólo en ese momento al joven editor a alzar la vista. Cuando la escritora recibió su mirada dorada se quedó sin aliento. No pudo adivinar qué estaría pensado... pero rogó para que él no hubiera avanzado lo suficiente para llegar a la parte en donde salía el dichoso héroe de la historia... Naaa, qué va, ella lo había puesto al principio. ¡Diablos! ¡Diablos! ¡Cómo odiaba a ese Inuyasha por entrometido!

- Esta bien así...- Musitó él mirando esta vez a la impaciente y engreída secretaria, con una voz extrañamente ronca e incorporándose un poco en el mullido sillón-... gracias Kagura.

La joven hizo una mueca de malestar al mirar otra vez a Kagome y luego se retiró. Cuando la puerta se cerró la escritora casi pegó un brinco del susto, aun así clavó sus ojos con rencor en los de su traidor editor, él se quitó lentamente los anteojos y luego la miró.

- Pasa... es decir, toma siento, ya estas adentro...

- Eres...- ¡Oh! Como deseaba decirle una sarta de improperios, hasta le dieron deseos de tomarlo del cuello por mentiroso y manipulador-... eres...

Y él le sonrió. Inuyasha evocó nuevamente aquellos ojos vidriosos, tan brillantes como espejos y esas sonrosadas y suaves mejillas. No pudo evitarlo, sonrió ampliamente recordando la comparación con las apetitosas manzanas que había probado en Grecia y que tanto se había deleitado con su dulce sabor. Pero Kagome parecía estar realmente enfadada, incluso él notó que hasta temblaba y tenía el rostro muy tenso, sin contar con aquellos ojos brillantes pero oscuros que lo perturbó. Frunció el ceño dejando el notebook a un lado y poniéndose de pie.

- ¿Qué sucede? ¿estas bien?

Se acercó a ella casi rosándole el cuerpo con su pecho, desde su altura la miró divertido esta vez. Kagome lucía bonita disgustada, debía admitirlo.

- ¿No te gustó el color del automóvil?- Se burló, levantando una ceja.- Vamos, que a ti te da igual ¿no?

- Mentiroso...- Gruñó arrugando la frente y apretando demasiado las manos de pura rabia-... cómo pudiste...

- ¿Porqué?- Preguntó con inocencia, luego sonrió más y le tocó el hombro, ella pegó un brinco, no quería que la tocara el muy maldito... retrocedió un paso.

- ¿Cómo que porqué? ¡¡Estas leyendo mi historia sin mi autorización!! ¡Me mentiste! ¡La señora Kaede no quería leerla, mentiroso!

- Bueno...- Se excusó esta vez borrando la sonrisa de sus lujuriosos labios-... tu no querías mostrármela... y sólo me faltó rogarte...- Y eso era algo que él jamás haría.

- ¡Pero no debiste mentirme así! ¡Me haces sentir como una tonta! ¿no te bastó tenerme todo este tiempo nerviosa con tus preguntas por la novela? ¡¡A veces me estresas!!

Él pestañeó confundido y luego levantó una ceja.

- Kagome ¿porqué estas tan enfadada?

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