Capítulo 15: Celos

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 15: "Celos"

- Deberías llevarte tu automóvil, esta desde hacia días en el estacionamiento subterráneo de la editorial.

Kagome suspiró y negó con la cabeza. ¡Por Kami! Había olvidado el dichoso automóvil...

- No sé conducir... un día le pediré a In... – Sus mejillas se colorearon y corrigió rápidamente-... a alguien que me lo lleve a casa.

Miró las cestas de rosas otra vez. No podía creer que alguien se hubiera dado la molestia de enviarle tantas rosas... y más aun, debió haber gastado mucho dinero en ellas, las rosas rojas, especialmente de aquel tipo, en Japón eran extremadamente caras.

- Ni siquiera has visto que tipo de automóvil es... o el color...- Insistió Sango.

La escritora volvió a suspirar.

- Es lo que menos importa.

El junior de la empresa volvió a aparecer en el ascensor, se dirigió de inmediato hasta la muchacha y dijo algo agitado.

- Ya llegó su taxi, señorita Higurashi.

Sango le dio un beso en la mejilla y volteó hasta su oficina. Kagome dudó un momento, miró de soslayo hacia la oficina de Inuyasha pero él había vuelto a bajar las persianas. Hizo una mueca. Seguro debía estar molesto otra vez ¿pero qué culpa tenía ella? Era sólo un fan más, no podía hacer nada contra eso ¿porqué no lo entendía? Siempre le llegaban obsequios de sus queridos lectores, si él se iba a disgustar cada que vez le llegara un presente de su parte entonces estaba loco. Qué iba a ser. Sólo esperaba que su enojo no durara demasiado y fuera a verla como había prometido esta noche. Dormir sola le resultaba ya deprimente.

Atardecía y era el tercer intento en cocinar algo que no resultara quemado, salobre y con mal aspecto. Se cortó un dedo y se prometió que aprendería a cocinar algún día. Aunque sabía que eso nunca lo haría pues la cocina no era su fuerte realmente ¿para qué? Estábamos en pleno siglo XXI y era más fácil comprar comida semi preparada y calentarla en el microondas que hacer toda aquella exhaustiva preparación en donde hasta fácilmente podía terminar lastimada. "Ahhh Kagome, eso pasa por pasarte la vida escribiendo y no hacer nada más que eso", pensó con cansancio.

La escritora se sentó pesadamente en el sillón de su sala, en penumbras y esperando a que él apareciera. Ya era tarde, muy tarde, cerca de la medianoche, la mesa preparada desde hacía horas, las velas casi extintas y sintió el nudo en la garganta de la desilusión. Su querido editor no vendría. Y ni siquiera la había llamado una sola vez. Sintió que le dolía el pecho y que las lágrimas bien fácil podrían salir de sus ojos, pero las reprimió. Idiota Inuyasha... si estaba enojado por lo de las rosas era realmente un idiota.

Abrió el notebook pensando que lo mejor para olvidar esa pena que sentía, era escribir. Pero se quedó varios minutos frente a la pantalla, con la plantilla del Word completamente en blanco y el puntero parpadeando intermitentemente. Nada, no se le ocurría nada, sus pensamientos no se podían apartar del idiota de Inuyasha y sus estúpidos celos. Porque... estaba celoso ¿no? Sonrió al darse cuenta de ello. Naaa, qué iba a estar celoso, Inuyasha no sentiría celos por nadie, tal vez por otro hombre que coleccionara más amantes que él. Bien, eso no sería celos, sería envidia.

Suspiró cansada recostando la espalda en el sillón. Inuyasha, Inuyasha... si en realidad fueran celos lo que sentía... eso sería bastante agradable... después de tantos años ella viendo un desfile de mujeres, una tras otra, disputándose el amor de él y ella observando pasivamente desde lejos... el que los papeles se invirtieran ahora... bueno, aunque fuera sólo uno quien estuviera interesado... sería algo muy interesante, no, más que eso, le haría darse cuenta a él que ella bien podría ser deseada por otros... aunque esta no era la primera que alguien la pretendía... bien, pero las veces anteriores Inuyasha ni siquiera se enteraba, ahora él estaba en primera fila...

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