DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.
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Capítulo 6: "Juntos en una Cabaña"
Se masajeó las sienes intentando volver a retomar la novela. Luego abrió los ojos cansada y suspiró. En realidad mejor era no forzar la escritura. Si la inspiración se había vuelto a ir ya ni modo, no debía angustiarse tanto, debía confiar en que volvería en algún momento. Eso esperaba. O más bien rogaba.
Caminó lentamente con un tazón humeante de café y se acercó a la ventana. Aquel lugar tenía una vista sacada de un cuento. Desde donde estaba sólo veía árboles y senderos de tierra húmeda casi inexplorada. Sus ojos se agudizaron tras las copas frondosas de los árboles sabiendo que tras ellos se encontraba la quieta laguna. Y sin embargo nada de ello parecía llamar demasiado su atención, sus pensamientos estaban tan sumergidos en un amor que antes de marcharse a ese lugar creía levemente "apagado" pero que ahora había renacido más fuerte que nunca. Y todo por culpa de ese "momento". Esa "aproximación". Inuyasha... suspiró con fuerza y casi dolor ¿porqué las cosas debían ser así? ¿Y cuando se le iba a quitar aquel que se estaba convirtiendo en casi un enfermizo amor? No era sano estar suspirando por alguien así por casi 5 años... era absurdo... tonto... ridículo... pero aquel amor había sido la base de su éxito ahora. No podía negarlo, gracias a la imagen de Inuyasha se había inspirado para crear las parejas de sus dos novelas más amadas de hoy en día en Japón. Ahhh, Inuyasha... Inuyasha... mujeriego, egocéntrico y controlador Inuyasha... había que terminar este tonto amor platónico de una vez, sin tener que arruinar su naciente carrera como escritora... sonrió con tristeza.
La vida se estaba volviendo sin sentido a veces... es decir... no podía dejarse llevar siempre por su ilusión romántica esperando encontrar el hombre perfecto, como el de sus novelas. Por ejemplo... su querido editor nunca iba a serle fiel a una mujer, nunca iba a dejar de mirar a otra chica a pesar de que estuviera con una, nunca se iba a comprometer y jurar fidelidad y amor eterno a una... nunca daría su vida por alguna... nooo, eso sólo estaba en sus románticos libros... y aun así... no podía quitárselo de la cabeza... Suspiró con desgano. El mundo realmente era gris y apagado, la vida real era aburrida y... horrible.
La noche fue tranquila y acogedora, considerando que había llovido por horas. Pestañeó, se incorporó y dio un prolongado bostezo mientras se pasaba la mano por los cabellos completamente enmarañados. ¡Kami! Que sueños tan extraños había tenido esta vez, pensó algo molesta, seguro estaba dejándose influenciar por la novela. Luego sonrió al recordar como Inuyasha y ella peleaban con monstruos de la mitología japonesa en busca de una perla. Parece que iba a necesitar terapia cuando terminara de escribir el libro.
Se levantó con pereza, apenas se miró en un espejo, su estado era deplorable, lo sabía, sentía los ojos hinchados de tanto dormir y el cuerpo aletargado. Arrastró los pies cubiertos con calcetines gruesos sobre el piso de madera y se fue directo a la cocina para prepararse algo de café. Hoy no se iba a levantar de la cama, se llevaría el notebook a ella y a ver si le daba otro ataque de inspiración como los primeros días. Sabía que había podido avanzar un poco más debido a la emoción reciente del "incidente" con Inuyasha. Ahora, que las cosas ya se habían calmado y se daba cuenta que todo había sido un malentendido de su parte, una tontería, su ánimo decayó y por ende también su inspiración... el clima tampoco ayudaba, hacía algo de frío y llovía constantemente. Sí, el mundo era gris y aburrido.
Mientras vertía el agua hirviendo en un tazón, escuchó un extraño ruido allá afuera. ¿Sería un trueno?, se preguntó sacudiendo la cabeza. No, era el motor de un vehículo. Tal vez alguien perdido, imaginó, caminando lentamente hasta la ventana, pero desde ahí no pudo ver nada. Llamaron a la puerta un par de segundos más tarde, ella frunció el ceño. Los golpes eran fuertes e insistentes y a Kagome le pareció de muy mal gusto que alguien desconocido llamara de esa forma a una puerta. O tal vez necesitaba ayuda, imaginó luego. Los golpes volvieron a retumbar y la joven apresuró el paso, cuando abrió la puerta la taza de café cayó estrepitosamente al suelo y ella se quedó helada, congelada, con los ojos muy abiertos y un gemido que salió de su garganta.
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El Hombre Perfecto
FanfictionCuando se aspira a demasiado la vida se vuelve frustrante... ¿pero que tal si el hombre perfecto en verdad existiera? (InuxKagome)