Capítulo 1. DESPERTAR

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Era frustrante ver a las personas a su alrededor que la observaban con sonrisas de familiaridad sin en realidad conocer quienes eran. Para Valentina Carvajal, la mayoría de las personas que rodeaban su cama del hospital era la primera vez que las veía. Se reprendió nuevamente, eso no era cierto, los debía de conocer, eran su familia. Sin embargo, dentro de su mente todo era sombras. Una neblina obscura y espesa envolvía la parte de su cerebro donde se alojaban sus recuerdos, que perdía intensidad con el paso de tiempo.

Ella era Valentina, hija de Elena y León Carvajal. Hermana de Evangelina y Guillermo Carvajal. La mujer rubia, guapa y elegante era Lucía Carvajal, la esposa de su padre.

León abrazaba a su joven esposa, quien se encontraba apoyada sobre su pecho. Su padre, León Carvajal era un hombre fuerte, con cabello cenizo y ojos inteligentes. Ambos la veían con lágrimas en sus ojos, llenos de preocupación a pesar de las sonrisas.

Valentina trató de sonreír, pero la sensación de angustia y ausencia era demasiada como para poder relajarse. Valentina había tenido miedo de despertar a lo desconocido.

Miedo, una emoción que le hacia compañía en la soledad.

El día anterior había despertado por primera vez después de días de estar inconsciente. Se despertó confundida, con un dolor intenso en la cabeza y un gran vacío en el centro de su pecho. Se imaginó que así se sentiría un hechizo aturdidor, recordaba los hechizos y encantamientos que aprendió en su primer año y que perfeccionó con el paso del tiempo, el nombre de su primera lechuza, el olor de la tierra después de la lluvia, cada uno de los ingredientes para realizar una poción multijugos y los que llevaba el veritaserum, los podía recordar claramente a diferencia de lo que a su familia se refería, lo cual se encontraba era sombras.

Observó a las personas en la habitación, su mente era una tabula rasa, un lienzo en blanco, que el sanador aseguró se iría llenando con el paso del tiempo. Los recuerdos llegarían, de forma natural, sin forzarlos. Desconocían el cuándo y el cómo, no obstante regresarían.

No había poción o contra hechizo para devolver la lucidez de su mente, hasta que su cuerpo y parte de su cerebro inflamado sanara hasta recuperarlos.

León y Lucía la abrazaron con fuerza, tenía miles de preguntas que quedaron suspendidas ante la incomodidad por las muestras de cariño de estas personas que aún desconocidas le propiciaban.

Las palabras de amor y de aliento no significaban nada. Solo palabras vacías. Ni la sonrisa reconfortante de Lucía tranquilizaron a su acelerado corazón, mientras su padre hablaba con los sanadores.

-No te preocupes Vale, recordarás todo y podrás continuar con tu vida como si nada de esto hubiera pasado, solo será una pesadilla-

¿Qué era "esto"?

¿Qué le había ocurrido?

¿Por qué su papá parecía cada vez más preocupado mientras hablaba con los sanadores al otro lado de la habitación?

Las preguntas hubieran seguido si un joven un poco mayor a ella no la distrae al entrar a la habitación en ese momento. Era un hombre alto, de barba cuidada y ojos obscuros, se acercó a su cama con una sonrisa afable.

-Hola, Vale. - Le dijo también abrazándola. Por un momento sus ojos se llenaron de nuevo de lágrimas. Su abrazo también se sentía incomodo. Era como si su cuerpo necesitara algo más que a estás personas.

Era alto y de alguna manera guapo, era una pena que no lo pudiera recordar, parecía lindo y agradable.

-Soy Guille, tu hermano -

Era un año mayor que ella, recién graduado de Hogwarts la escuela de magia y hechicería, donde a ella aún le faltaba un año por terminar.

Dentro de más información compartían, el dolor de cabeza se hizo más latente, tanto que le costaba abrir los ojos, parecía una osadía, por más que quisiera seguir despierta el sueño ganó su batalla hasta quedar completamente dormida. Después de eso, los sanadores controlando sus visitas hasta ahora, un día después.

Recuerdos PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora