Capítulo 11. BATALLA

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Ella me quiso, a veces yo también la quería. 
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
*
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

(Pablo Neruda. Poema #20)

ooOOoo

Tantas cosas habían pasado en solo un recuerdo que su mente y su corazón parecían un caldero burbujeante a punto de derramarse. Amor, celos, pasión y dolor; sentimientos y emociones tan transcendentes como el alma misma.

Su percepción era tan diferente, cambiaba con cada frasco.

¿Dónde había quedado la niña con cuerpo y mente de mujer que alguna vez fue?, ¿dónde había quedado tanto amor?. ¿Qué sucedió en realidad?, ¿cómo pudo perder todo lo que una vez soñó y nunca pensó que tendría?.

Lo que recordaba de esa etapa de su vida, era tan distinto a lo que se le presentó en ese y todos los recuerdos. Sus recuerdos eran tan diferentes que había llegado a la conclusión que los últimos seis meses habían sido una mentira, una sombra triste de lo que su corazón, su alma y su cuerpo anhelaban.

No faltaba mucho para llegar a la conclusión de sus respuestas. ¿Qué había sucedido? ¿Dónde estaban sus recuerdos?.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, respiró profundamente tratando de que su cuerpo y su mente se tranquilizaran para la siguiente memoria. Saltó un par de frascos, tomando el siguiente. Giró ligeramente el tapón sintiéndose absorbida por la fría humedad que representaba la niebla purpura, llevándola a la desolación que se sentía tangible dentro del comedor de Hogwarts.

El gran comedor normalmente lleno de ruidos, con murmullos y risas, de sonidos metálicos de los utensilios al comer, en esa ocasión estaban mudos entre las miradas tristes y desoladas de los alumnos y maestros.

Se encontraba en el centro de las cuatro mesas de las diferentes casas, justo al frente de la mesa de los profesores, como en el recuerdo anterior, sin embargo, la alergia de los alumnos se perdía entre la solemnidad de sus rostros. El lugar del director estaba vacío y un nudo profundo se asentó en su estomago; observó al resto de los profesores, no había ni pizca de ánimo en ninguno de ellos, la profesora McGonagall también estaba ausente, Valentina se preguntó de nuevo, ¿por qué no recordaba nada de eso?.

Buscó a la razón de su estancia es ese recuerdo, recorrió todo lo largo de la mesa que correspondía a la casa de Slytherin hasta que la encontró. Sentada frente a su hermano y Renata, perdida en sus pensamientos mientras jugueteaba distraídamente con un tenedor el plato de comida frente a ella se encontraba Juliana Valdés. El corazón de Valentina se aceleró de nuevo. Unos segundos después apareció ella misma, ocupando un lugar de la larga banca junto a Juliana.

La reacción de la morena fue extraña, empuñó fuertemente el tenedor, sin mirarla, ni hablarle, simplemente se quedó observando la comida sin tocar que tenía en su plato. La Valentina del recuerdo también notó su reacción, tomó un mechón del cabello de Juliana que se había escapado de su coleta, acomodandolo detrás de su oreja, dejando una suave caricia en su mejilla, para después colocar su mano sobre la mano tensa de la otra chica, relajándola en el instante.

Valentina se acercó a ella susurrando algo en su oído, la Valentina que las observaba no logró escuchar que era, provocando una ligera sonrisa en los labios de Juls, tomó un trozo de carne y comió, mientras ella servía en una de las copas un poco de jugo de calabaza. Guille y Renata las observaban sin lograr entender muy bien el cambio en Juliana, pero ella lo entendió.

Juliana no estaba sola, la tenía a ella, pasara lo que pasara estarían juntas.

Siempre.

Ese último pensamiento la llenó de esperanza por unos segundos, el golpe sordo de las grandes puertas del comedor al abrirse, acompañados de los platos y tenedores al caer por la sorpresa de ver a la profesora Minerva McGonagall seguida de Shacklebolt Kingsley provocaron que la esperanza se fuera de su cuerpo.

Recuerdos PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora