Capítulo 7. CONEXIÓN

903 141 37
                                    

Cuando las lágrimas derramadas producto del llanto se controlaron escogió el siguiente frasco, segura que aún faltaban más lágrimas por derramar y más escenas impactantes por descubrir, no todas serían buenas. Hora que había empezado después de los recuerdos ya vistos no podía evitar querer ver y saber más, el conocimiento era parte de la vida, una vida que alguien le había robado.

Escogió su siguiente objetivo era un frasco pequeño, un poco más grande que el primero que tomó, apretó fuertemente el frasco preparándose para que la nebulosa purpura la absorbiera a la humedad del siguiente sitio.

Estaba en la parte de atrás de la mansión Carvajal, en el campo de Quidditch, podía ver el sol del verano resplandecer en el horizonte, era el inicio del verano. Este era uno de sus lugares favoritos de su casa, por alguna razón después de regresar del hospital era el lugar que la reconfortaba y le daba paz. Buscó a su alrededor la razón porque estaría en ese lugar.

Entonces, las escuchó. Podía ver a lo lejos jugar a una pareja montada en sus respectivas escobas, una lanzaba la pelota tratando de anotar en el aro mientras la otra persona trataba de evitar la anotación, entre risas y pequeños gritillos.

Se sentó en una de las bancas que estaban dispersas alrededor del lugar delimitando el espacio, debía de ser dos o cuando mucho tres años atrás, ya que el campo de quidditch lucía muy diferente al que ella consideraba el actual, así que supuso que se encontraba en el verano entre su cuarto y quinto curso.

Observó detenidamente a la pareja, su corazón se detuvo. Eran Juliana y ella. No podía distinguir lo que hablaban pero podía ver que se encontraba algo sonrojada, no distinguía si por el esfuerzo o por algo muy distinto al quidditch.

Valentina tomó de nuevo la pelota, la arrojó anotando así otro tanto en el aro que Juliana estaba guardando.

- ¡Vamos Juls! ¿Es lo mejor que puedes hacer? - Gritó Valentina la sonrisa y felicidad en sus palabras, mofándose de la mala actuación de Juliana mientras esta recogía la pelota. Valentina tenía que reconocer que el quidditch no era el fuerte de Juliana Valdés.

-Ay ya Val... no te burles... – Amenazó Juliana fingiendo enojo, provocando en Valentina una carcajada. Valentina voló hacía Juliana quitándole la quaffle mientras salía volando en otra dirección.

Si algo tenía Juliana era determinación quien la alcanzó con facilidad tratando de arrebatarle la pelota logrando su objetivo. Valentina de un manotazo rápido le quitó el broche de su cabello dejando caer el cabello sedoso de Juliana. Reconocía ese broche, era su favorito, era de los últimos regalos de su mamá, lo había creído perdido todo este tiempo, ahora entendía que probablemente lo tuviera Juliana.

-¡Hey eso es trampa, Morrita! – Gritó Juliana mientras Valentina se alejaba, acerándose al lugar donde la Valentina de 18 años las observaba.

-No me provoques, Valdés. – Contestó Valentina sacando la lengua de un modo infantil.

Los ojos de Juliana se oscurecieron por algo que ella no logró distinguir. Tiró la pelota, que aterrizó en el piso con un ligero puff en el terreno, tomó la escoba en ambas manos para mejor control mientras seguía a Valentina quien volaba en círculos presumiendo su brillante trofeo.

Juliana la alcanzó en un abrir y cerrar de ojos.

Ambas estaban tan cerca de Valentina que si su cuerpo se materializaba podría chocar con ellas.

Juliana niveló su escoba con la de Valentina quien trataba de alejar con el brazo que tenía libre del mango de la escoba el broche dorado. Ambas a pesar de estar sobre sus escobas casi estaban al ras del suelo.

Recuerdos PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora