3: Silla de ruedas

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Bostecé mirándome en el espejo del salón al mismo tiempo que acomodaba mi mochila y mis cosas para irme

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Bostecé mirándome en el espejo del salón al mismo tiempo que acomodaba mi mochila y mis cosas para irme. No dormía en la academia como el resto de estudiantes, lo había preferido así desde que tuve la opción. No me costó convencer al director tras explicarle mi situación y fue un gran alivio qué la respetara.

—¿Ya te marchas?

La voz de mi padre me sorprendió y le dediqué una sonrisa. Su cabello color cobre estaba desordenado y sus ojos del color de las violetas me observaron. Estaba intentando llegar a la cocina moviendo las ruedas de su silla de color metálico. Había pasado bastante tiempo desde que la llevaba, pero siempre había sido muy torpe a la hora de utilizarla.

—Sí, no quiero llegar tarde—respondí acercándome a él—¿Seguro que no necesitas ayuda? Puedo quedarme.

—Si me ayudas siempre no voy a saber hacer nada solo—suspiró con una pequeña risa—Vete, nos vemos esta noche para cenar ¿Quieres que pida algo a ese restaurante que te gusta?

—No te preocupes, me gusta cocinar.

—Bien, ten cuidado al volver.

Asentí para agacharme besando su mejilla con suavidad y retirarme de casa. A aquellas horas de la mañana las calles estaban más transitadas de lo que me gustaría. Llenas de trabajadores y estudiantes con prisas. Me coloqué mis auriculares y seguí mi camino de siempre. Cuando llegué a clase no había prácticamente nadie así que solo me dispuse a sentarme en mi pupitre.

—¡Nova!

Elevé la mirada encontrándome con los ojos verdosos y la melena pelirroja de Kendo. Ella me sonrió con entusiasmo dejándome unas hojas sobre la mesa. Recordaba su nombre porque era la delegada de clase.

—¿Qué pasa?—pregunté mirando las hojas con cierta molestia.

A veces mi estado de ánimo era muy cambiante, como si las emociones de las personas de alrededor influyeran en mí sin ni siquiera haberlas tocado.

—Son los papeles que nos ha ido repartiendo Vlad estos días, pero como no viniste me pidió que te los diera.

No solía preocuparme mucho de las tareas que me perdía por no ir a clase, pero ella al ser la delegada parecía estar bastante metida en el tema.

Tacto | Kyouka Jirou x OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora