Nueve

465 107 18
                                    

Choi Soobin

Había avanzado unos kilómetros cuando se dio cuenta de la estupidez que estaba haciendo. Su corazón latía con fuerza al estacionarse de nuevo frente a la iglesia.

Al bajar del auto, rogando que aún estuviera ahí, escuchó un grito que alertó sus sentidos: Yeonjun estaba en peligro. 

Con el miedo corriéndole en las venas y la mente debatiéndose entre pasado y presente, Choi Soobin entró a lo que más había evitado en su vida para ver a un ángel siendo tirado de las alas por un rostro burlón y cruel. 

ㅡ¡Soobin!ㅡgritó Yeonjun, su voz sonaba lastimada. 

El hombre no se tardó en correr y alcanzarlo, el rostro cruel enfocado en él, con su escalofriante sonrisa. Soobin tomó los antebrazos de Yeonjun antes de que lo alejaran demasiado. 

ㅡ¡No me obligues a arrancarlas!ㅡgritó el otro.

Era el mismo de aquella vez. 

ㅡNo me sueltesㅡle pidió Yeonjun. 

Soobin, con todas sus fuerzas, trataba de impedir que el otro se lo llevara, pero Yeonjun soltaba quejidos y se dio cuenta que no hacía más que lastimarlo.

Una idea vino a su mente y se rogó a sí mismo que por favor funcionara. 

ㅡEn cuanto afloje huyesㅡle susurró al ángel. Soobin tiró una vez más y luego lo soltó. 

El otro se tambaleó un instante, porque enseguida se recuperó, pero esa vacilación bastó para que Yeonjun se soltara del agarre. 

ㅡ¡Vámonos, vámonos!

Comenzaron su huida, pero no llegaron tan lejos, porque algo tomó a Soobin del cuello y apretó para no dejarlo ir. 

ㅡVen conmigo y él no se muere. 

ㅡ¡No lo hagas, Yeonjun!ㅡgritó Soobin. 

ㅡRomper su cuello sería muy fácil, precioso, tú decides. 

Soobin se quedaba sin aire, tanteó el brazo que rodeaba su cuello con sus manos, ardió mucho, pero consiguió apartarlo un poco y se escabulló.

Yeonjun no estaba ahí y sintió un alivio de que no estuviera en manos del bastardo. Su hombro quemó y se apartó de inmediato; comenzó a correr, con aquel pisándole los talones. 

Soobin se hizo a un lado y corrió dirección contraria, esquivando al otro por poco. Hasta ese momento notó sus enormes alas negras y el peligro pareció ser más fuerte.

De reojo vio una imagen de Jesús y recordó a su madre hincada, rezando. Algo ardió en su espalda, gritó y Soobin se dio cuenta que su mano y su hombro sangraban. 

Volteó a ver al otro, tardó en comprender por qué se sacudía violentamente: Yeonjun estaba jalando sus alas con fuerza. Soobin corrió detrás del ángel y lo tomó de la cintura para ayudarlo a jalar. 

ㅡ¡No tienes la fuerza, corazón!ㅡgritó el bastardo, luego gimióㅡ. ¡El humano no te ha dicho la verdad!

ㅡ¡Más fuerte!ㅡgritó Yeonjun, sus brazos temblaban. 

Soobin vio como una parte del ala derecha se desprendía de la espalda del otro antes de que dejara de resistirse y, por inercia, Yeonjun y él cayeron. 

Estaban poniéndose de pie cuando Soobin vio la figura tambaleante del otro, parecía tener dolor, pero en un instante empujó a Yeonjun contra las bancas, estrellando su cuerpo delgado. Soobin iba a correr a ayudarlo cuando lo tomaron del torso. 

Ardió como nada. El calor fue tan intenso y doloroso que se le escurrieron las lágrimas. Enfrente de ellos, Yeonjun parecía inconsciente. 

ㅡVa a ser míoㅡle dijo el muy hijo de putaㅡ. Tú vas a morir aquí, como tu mami, y yo me quedo con él.

Se hundió en cólera como nunca, su codo se dirigió hacia atrás y golpeó algo que parecía ser carne y hueso, su otro brazo hizo lo mismo y pudo librarse.

Notó que estaba sangrando de todos lados y veía borroso, pero aun así llegó a Yeonjun y lo sacudió, su sangre manchó la ropa del ángel. 

ㅡ¡Despierta, vamos!ㅡgritó. Yeonjun movió su cabeza un poco, recobrando poco la concienciaㅡ. Vete de aquí. ¡Huye!

Soobin, con sus pocas fuerzas, ayudó a Yeonjun a ponerse de pie, que se veía desorientado. Soobin no encontró al otro por ningún lado. 

ㅡ¡Vete! ¡Vete!

ㅡEstás...

ㅡ¡Huye, por favor!

El ardor volvió de nuevo, esa vez en su pecho. Soobin pensó que quizá a eso se referían con llamas infernales. El dolor se aferraba a su cuerpo como espinas punzantes y furiosas.

A punto de quedar inconsciente, vio a Yeonjun alzarse por el aire. El dolor lo venció, pero al menos pudo sonreír, porque vio a Yeonjun volar.

Era libre. 

Cadere [Soojun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora