Capítulo 32

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Jacob: ¿Quieres casarte conmigo?

Miré el anillo con los ojos bien abiertos. Era de un color plateado y tenía en el centro tres pequeñas gemas de color verde esmeralda. Cada una tenía una forma particular. La del centro era circular y poseía un brillo característico. La de la derecha era finísima y muy poco visible. Era necesario detenerse durante unos segundos para observar su forma alargada debido a su gran opacidad. La de la izquierda era un poco más ancha, pero seguía siendo bastante fina. El cambio en su figura se producía por la media luna que formaba rodeando la gema del centro por sus polos.

Tragué saliva y observé a Jacob petrificada. Sentía que me faltaba el aire. 

T/n: ¿Esto es en serio?

Jacob: Tranquila, el anillo es de promesa. ¿Me permites?

Se acerca a mí cuidadosamente y me coloca el anillo en el dedo índice. Luego levanta la mirada y me mira a los ojos esbozando una sonrisa. Yo en el fondo me siento aliviada. Cando pronunció esas tres palabras algo en mi estómago despertó, seguramente la cordura, que me animaba a decir que no. Jacob pronto notó la extraña mirada en mi rostro y sus cejas se curvaron en incertidumbre.

Jacob: ¿No te gustó la sorpresa?

T/n: Sí, me han encantado. La carta fue preciosa. Es lo más bonito que me han escrito. Y el anillo es maravilloso.

Sonreí tiernamente para bajar la mirada. De pronto mi teléfono vibró junto a mí en el sillón. Dejé al hámster que aún se encontraba en mis manos en mi regazo y observé el aparato. Marco me llamaba. Mientras tanto, el pequeño bichito salió corriendo moviendo rápidamente las patitas y cayó en una caja de zapatos que se encontraba debajo del sillón.

T/n: Tengo que contestar, es importante. ¿Te importaría ocuparte del hámster y encontrarle un sitio cómodo donde dormir? Volveré en un rato.

Jacob asintió y tomó entre sus manos la caja. Se desplazó por el salón hasta llegar a la habitación mientras yo salía del apartamento y contestaba la llamada.

T/n: Hola Marco.

Marco: T/n... lo siento mucho.

T/n: No has venido. 

Marco: Mi turno terminaba más tarde y no podía dejar mi puesto. Ruego que me perdones. ¿Cómo ha ido la fiesta?

T/n: Podría haber ido mejor.

Marco: Siento mucho escuchar eso... ¿Dónde estás? Quizá pueda mostrarte un sitio que sé que te encantará.

T/n: Suena interesante.

Marco: ¿Te veo en cinco minutos en recepción?

Con un gran entusiasmo accedí a su propuesta. Luego cerré la puerta del apartamento y bajé por las escaleras hasta llegar a la recepción. No llevaba absolutamente nada, únicamente mi teléfono. Mi bolso se encontraba en el apartamento y regresar ahora no era una opción. No tuve que esperar mucho ya que Marco había llegado puntual a mi encuentro.

Sin embargo, lucía un poco diferente a cuando lo vi en la playa. No llevaba identificación y su torso estaba cubierto por una camisa blanca y una corbata negra. Llevaba zapatos en lugar de chanclas y había cambiado el bañador por unos vaqueros. Al principio he de admitir que me costó reconocerlo, por eso cuando me saludó no le devolví el saludo de inmediato. Empecé a sentirme desarreglada al verle con semejante aspecto.

Caminamos por la playa durante varios minutos hasta llegar a una zona iluminada por farolillos amarillos. Se trataba de una amplia llanura de cemento en la que gente autóctona de la zona bailaba canciones en español con un ritmo constate y fluido. 

Hold me // Jacob BarberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora