Cap. 5 Mi diario

2.4K 128 69
                                    

- ¿A dónde vas? -me preguntó curioso mi papá entrando a mi habitación.

- Ahora soy tutora de un chico en matemáticas -contesté orgullosa de mí misma.

- ¿Y para ser tutora necesitas buscar ropa bonita? -volvió a preguntar.

- No voy a ir con mi uniforme -dije obvia- además... No voy tan diferente a como me visto todos los días.

- Sí, pero para mí es normal verte con uniforme, ya que tú no te lo quitas por pereza.

- Me conoces tan bien... Por eso me compraste dos uniformes -él asintió.

- Te compré dos porque has sido perezosa desde pequeña -reí nerviosa y él también sacó una leve risa.

- Pero ya me voy, o se me hará tarde -le di un beso en su mejilla para despedirme y él me revolvió el cabello.

Cuando me fui, me pregunté por qué Edgar no ha comprado uniforme, después de todo ya pasaron dos semanas y sigue llegando de particular.

Igual, no es mi problema.

Fui al parque y esperé pacientemente en una banca, ya que había llegado 5 minutos antes.

Pasaron más o menos 10 o 15 minutos y una motocicleta se estacionó frente a mí, supe al instante que era Edgar, porque su bufanda y su forma de vestir lo delataba. Se quitó el casco y yo lo miré de manera como si le estuviera diciendo: ¿es en serio?, y él rió ante mi gesto.

- ¿Para qué vienes en eso? -pregunté con una mueca- el parque no estaba tan lejos.

- Mi casa queda lejos de aquí y no iba a caminar -me contestó con simpleza mientras encogía sus hombros.

- Como sea... -dije suspirante- vámonos a la biblioteca.

- Yo no dejaré a mi bebé aquí, sola y desanparada -me dijo refiriéndose a la moto.

- Estaciónala en alguna parte... -murmuré de brazos cruzados- porque no creas que me subiré en esa cosa.

- Te dejaré conducir -lo miré de reojo.

- ¿En serio? -él asintió- ¡¿entonces qué esperamos?!  -dije emocionada y se bajó para que yo me subiera.

- Ya has conducido antes, ¿verdad? -me preguntó sentándose detrás de mí.

- La verdad, la verdad... No.

- Ah... Está bien... Espera, ¡¿qué?! -aceleré en el instante y me apretó la cintura sujetándose.

- ¡Esto es asombroso! -exclamé dando unas cuantas vueltas- ¡Edgar, Edgar! ¡¿Por qué no lo intenté antes?!

- ¡Tal vez porque no sabes conducir! -exclamó también,  pero con un tono molesto.

- ¡Tranquilo, he visto cómo lo hacen en las películas! -me pasé algunos semáforos en rojo y casi atropello a una que otra persona, pero valió la pena. Frené de golpe y ya estábamos frente a la biblioteca- ah... -dije desilusionada- ¿tan rápido llegamos?

- Gracias al cielo que terminó... -dijo él bajándose- no vuelvo a dejar que conduscas así a mi moto.

- Al menos sentí la adrenalina por unos minutos -dije encogiéndome de hombros. Me bajé de la moto y casi la dejo caer al suelo, de no ser por Edgar, quien la sostuvo- perdón -él rodó los ojos mientras soltaba un bufido- entremos a la biblioteca.

Entramos a lo ya mencionado, y leímos sobre algunos problemas aritméticos.

- Sabes, todo esto me dio algo de hambre... Vamos a comer antes de seguir estudiando -lo miré confundida.

- ¿De verdad te dio hambre todo esto? -asintió- pero no hemos estudiado nada.

- No seas amargada -dijo con burla y eso me molestó.

- Bueno, un bocadillo no nos caerá mal -salimos de la biblioteca y nos subimos a su motocicleta, pero no conducí porque él no me dejó.

Llegamos a una cafetería y pedimos dos porciones de pastel junto con dos sodas- siempre me he preguntado... -me dijo y lo miré- ¿qué es lo que tienes en ese libro que cargas todo el tiempo? -señaló mi diario y agaché mi cabeza.

- Es mi diario...

- ¿Y por qué lo cargas todo el tiempo? No creo que sea necesario tenerlo justamente ahora -arrugué mi nariz y fruncí mi ceño.

- ¡Claro que es necesario! -exclamé algo enojada- ¿no quisieras tener lo más importante para ti todo el tiempo?

- Am... ¿Tal vez? -dijo pensativo.

- Pues es así conmigo, amo mi diario y lo llevo a todos lados por eso mismo -sonreí con sinceridad.

- ¿Puedo verlo? -preguntó de pronto y me puse algo tensa.

- N-no lo sé... -susurré- es que no quiero que tomes por rara o por loca...

- Niña, tú ya eres todo eso -dijo con sarcasmo y reí un poco por eso.

- No, lo digo en serio... ¿Por qué crees que todos ahora me tienen miedo o hablan mal de mí? -se encogió de hombros.

- Yo ya asumí la responsabilidad al querer juntarme contigo -me dedicó una sonrisa y nuevamente sentí lo que ya había sentido el día en que nos acercamos más.

- B-bueno... -abrí despacio mi libro sintiendo mi sudor frío pasar por mi espalda, mi cara roja de seguro que era evidente y él intentaba ver mejor mientras más abría mi libro. Cuando por fin lo abrí por completo, esperé un ruido o alguna reacción, pero nada solo silencio.

Odio el silencio incómodo.

Hermanastros (Edgar x Colette) [BS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora