Cap. 9 Su calidez

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- Mejor comamos y no discutamos -dijo papá y asentí cabizbaja.

- En realidad, no somos nada... Porque ustedes no están casados -agregó Edgar aún inconforme con la situación.

- Por favor, Edgar -dijo suspirante Violette- no quiero pelear contigo, mucho menos con visita el día de hoy.

- Ok... -Edgar rodó los ojos y se cruzó brazos.

Violette y papá hablaban de varias cosas, pero yo estaba muy distraída pensando en que Edgar no hacía nada, sino que estaba comiendo como si nada estuviera pasando.

O sea, acabamos de descubrir que somos hermanastros y su reacción es hacer esto: nada. Bueno, no puedo decir que yo hago algo, pero al menos siento incomodidad y yo soy muy notable.

Sin embargo, Edgar continúa con un rostro neutral y comiendo despacio. Cuando terminé de comer, me puse de pie para levantar los platos y me tropecé porque Edgar me puso el pie en el camino. Mi plato de rompió en el piso, pero no caí porque Edgar me detuvo.

- Oh, lo siento niña -dijo poniéndose en el piso ayudándome recoger el plato roto- fue mi culpa. Vamos a la cocina, revisaremos si te lastimaste las manos -asentí y caminamos a lo dicho.

- ¿Me puedes explicar por qué hiciste eso? -pregunté con mi ceño fruncido mientras que él tiraba el plato a la basura.

- Fue un accidente -encogió sus hombros.

- No sé por qué no te creo... -murmuré.

- Bueno, bueno... Fue a propósito, pero tuve mis motivos -susurró eso último- tenemos que hablar.

- Sí, lo sé... Créeme que eso es lo que quería, pero no sé qué decir... -me sonrojé y miré el piso.

- Empecemos por esto: perdón -lo miré con sorpresa- te juro que yo la verdad... Nunca pensé que fuese yo el que te gustara -miró hacia la izquierda con un leve rubor y rascando su cara con su dedo índice.

- No importa... -suspiré.

- Lo segundo es: ¿desde cuándo nuestros papás son novios? -puse mi mano en mi frente con una mueca.

- Papá me dijo que saldría con una mujer desde hace 4 meses, en ese lapso de tiempo me empezaste a gustar -sacudí mi cabeza gruñiendo- pero da igual, somos hermanastros, ¿no? Ya mis sentimientos no importan ahora -concluí dándole la espalda.

Me senté con Violette y papá de nuevo y charlé sonriendo amablemente a cada uno, aunque por dentro me sentía terrible. Odio esta tristeza, además de que mis sentimientos no son correspondidos, debo soportar que mi "crush" es mi propio hermanastro.

¿Alguien puede tener más mala suerte?

Edgar no regresó, más bien fue a su habitación unos minutos después de que yo saliera de la cocina con su ceño fruncido.

- Hija -llamó mi atención mi papá- Violette y yo hemos estado hablando hace unos días... Y quisiéramos vivir juntos -se tomaron las manos y yo abrí mi boca sorprendida.

- Papá... ¿A solo cuatro meses de haber salido? -él asintió.

- Ambos hemos tenido una pareja en algún momento y creemos que somos lo suficientemente maduros como para formar una relación formal -cerré mi boca y luego miré hacia todos lados sin saber qué decir.

- Tu padre y yo ya no somos unos jóvenes como para cometer tantos errores -dijo entre risas Violette- además que bien dicen por ahí que para conocernos mejor, hay que vivir juntos.

- Comprendo... -cambiaron de tema y nuestra visita se acabó. Papá y yo nos fuimos, llegamos a casa algo agotados y por ello, quedamos dormidos bastante temprano.

Al día siguiente, hice mi rutina y fui a estudiar. De costumbre, vi a Edgar, pero no lo alcancé por culpa de mi vergüenza y cambié de rumbo a un camino algo distinto para no toparme con él.

Iba decepcionada de mí misma por no poder hacer nada al respecto, bien podría hablar con él haciendo como si nada hubiera pasado y tener una linda amistad, aunque no sé si me haría bien eso.

Continué caminando encerrada en mis pensamientos, cuando de pronto sentí unos pasos detrás de mí. Hice como si nada y revisé la hora en mi celular, ya era muy tarde y no me dejarían entrar.

Guardé mi celular y aceleré mis pasos porque seguía sintiendo que alguien me perseguía.

Solo a mí se me ocurre ir por un camino que no conozco y que es tan solitario.

La calle era profunda y callada, nadie estaba a mi alrededor, solo una que otra tienda cerrada y unas casas también cerradas. A lo lejos pude notar el parque central, y ahí me podría ubicar mejor.

Empecé a correr ligeramente, pero los pasos que había escuchado antes se aceleraban. Tuve miedo porque me podrían asaltar o algo peor y corrí como nunca esperando a que me dejaran de seguir.

Los pasos de esa persona misteriosa me atemorizaban, hasta que me tomó del hombro y mi corazón se detuvo por unos segundos junto con un zumbido que perturbaba mis oídos.

- Dame el teléfono y todo el dinero que tengas -pude distinguir que era un hombre al escuchar su voz ronca y sentí una presión en mi espalda que me lastimaba un poco.

- S-sí -le di mi celular y también mi cartera con algunas monedas, que no eran muchas pero era algo. Un sudor frío recorrió mi frente y mis piernas temblaban- tenga todo eso, pero por favor no me haga nada -supliqué y me llevó amenazada hasta un callejón.

- A bellezas como tú no puedo dejar sin hacer más de algo... -murmuró en mi oído. Me tomó de la cintura y guardó el cuchillo.

- ¡Suélteme! -grité atemorizada, pero me calló cubriendo mi boca y empezó a besar mi cuello. Me sentía asqueada y a la vez aterrorizada. Lamió mi cuello y solté un grito pidiendo ayuda, pero fue casi en vano porque su mano seguía en mi boca.

Cerré mis ojos esperando que terminara esto rápidamente y no podía evitar llorar en todo este momento. Rasgó mi polo dejándome descubierta y luego me tocó en casi que todo mi cuerpo.

Forcejeaba para que me dejara ir, sin embargo, al ser un hombre me era casi imposible. Se colocó sobre mí dejándome en el piso y yo trataba de escapar, hasta que reconocí los colores de la bufanda de Edgar y esa misma levantó al tipo lanzándolo cobtra una pared y éste soltó un quejido de dolor.

Mi vista estaba nublada por las lágrimas, así que me limpié los ojos y vi a Edgar que me ayudaba a levantarme. Recordé que mi polo se había rasgado por completo y me cubrí el pecho con mi mochila agradeciendo que el sujeto ese no me halla quitado el sostén.

Lo siguiente que vi, fue a Edgar golpeando sin parar al tipo; su bufanda daba golpes al igual que él, el hombre empezó a escupir sangre y corrí detrás de Edgar sosteniendo sus manos deteniéndole- vámonos vas a matarlo -le dije jalándolo.

Se detuvo y nos fuimos del lugar-toma -me dijo quitándose el saco de su uniforme. Asentí a manera de agradecimiento y me puse rápidamente ese saco cubriéndome y así estar más tranquila.

- ¿Te lastimaste? -le pregunté luego de un silencio- ¿no te golpeó?

- No, ¿qué hay de ti? -negué con mi cabeza.

- Solo... -sacudí mi cabeza- me lastimó un poco aquí -le mostré mi mano y la tenía algo raspada- además... -empecé a llorar y me detuve- qué asco siento.... -murmuré sollozando y cubriendo mi cara.

De pronto, sus brazos me rodearon y me di cuenta que me estaba dando un fuerte abrazo. Le correspondí el abrazo y lloré en su pecho.

Esa calidez, este abrazo, me encanta tener este cariño. Me encanta su calidez....

Hermanastros (Edgar x Colette) [BS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora