Cap. 6 ¿Yo? ¿Enamorada?

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- Veo... -murmuró de pronto y entrecerré mis ojos- que eres fanática de todas estas personas...

- Sí... La mayoría son realmente impresionantes y quisiera ser como ellos... Ser su amiga, pero no puedo ahora más que ellos piensan que soy una demente -él pasaba las páginas de mi diario y observaba detenidamente cada una.

- Yo conozco a algunos de aquí... Puedo decirles que te hablen o algo -negué con mi cabeza.

- Te tomarán por loco también... -suspiré- Edgar... Mejor ya no te juntes conmigo, sino hablarán mal de ti como lo hacen los demás conmigo.

- Ya lo pasé una vez, y la primera vez lo superé solo, yo no quiero que tú lo hagas sola también -su cara mostraba neutralidad, pero se notaba la sinceridad en sus palabras.

- Gracias... -susurré y él asintió- debemos volver a la biblioteca o no vamos a estudiar nada.

- Déjame terminar al menos mi pastel -dijo con una mueca y reí nerviosa.

- Oki -cerré mi diario y lo apreté en contra mi pecho.

Terminamos de comer y volvimos a la biblioteca. Le enseñé una manera de resolver un problema, pero no me estaba prestando mucha atención y eso me molestó- Edgar -llamé su atención- ¿ya sabes responderlo?

- Sí -contestó encogiendo sus hombros.

- A ver si es verdad... -le escribí un problema en una hoja en blanco y él suspirando tomó el lápiz y lo contestó en menos de cinco minutos- ¿qué? ¿Y este? -puse uno más complicado y lo contestó también.

- ¿Tengo que hacer más? -preguntó con flojera.

- No, no... Es que Edgar... Tú no necesitas tutora, sabes bastante sobre matemáticas -se encogió de hombros- ¿por qué me pediste que fuera tu tutora si no era necesario?

- Porque si te hubiera pedido una cita, no hubieras aceptado -me guiñó el ojo y se puso de pie para dirigirse a la salida.

- ¡¿Eh?! -exclamé- ¡¿cita?!

- ¡Shh...! -me callaron todos y me cubrí la boca avergonzada.

- Lo siento mucho... -murmuré y vi la sonrisa burlona de Edgar. Inflé mis mejillas enojada y corrí detrás de él. En la salida lo vi con mi ceño fruncido y mis brazos cruzados.

- ¿Qué?

- ¿Qué? ¡¿Qué?! Lo hiciste a propósito -suspiré- sabías cuál sería mi reacción y lo hiciste por eso.

- Yo no sabía que reaccionarías así -dijo serio y mi ceño fruncido desapareció- te llevo a tu casa, súbete -se colocó su casco y con mi cara sonrojada me subí sentándome detrás de él.

Me aferré más a él sosteniendo su camisa y apretándolo. Mi diario se encontraba entre nosotros dos, pero aún así podía sentir el calor que él emitía.

- ¿Dónde queda? -me preguntó a medio camino y no reaccioné por unos segundos- ¿Colette? ¡Colette!

- ¿Ah? ¡Sí! -señalé hacia la derecha y siguió mis indicaciones. Cuando llegamos, se estacionó frente a la cerca y me bajé para despedirme- bueno... Am... Supongo que no necesitarás más de mi ayuda, vaya... Es mi primera vez como tutora y solo duré un día.

- Mm... No lo creo -dijo pensativo- necesito tutora de historia, nos vemos mañana -se quitó el casco por unos segundos y me volvió a guiñar el ojo. Se puso su casco y arrancó para irse al instante.

- Argh... -gruñí- tramposo -abrí la puerta sonriendo como una tonta, pero dejé de sonreír en cuanto me encontré con mi papá. Tenía su ceja alzada y sus brazos cruzados mientras golpeaba su pie repetidamente en el piso- ¡ay hola...! ¿Papi?

- ¿Cuándo planeabas decirme que ya tenías novio? -me dijo seriamente.

- ¿Quién? -me hice la tonta.

- El muchacho de la motocicleta.

- Ah... Él... No, él es mi amigo, no amigo, mejor dicho conocido y soy su tutora, solo me hizo el favor de traerme aquí -le aclaré sonriendo tratando de que me deje ir.

- Pero te gusta... -sonrió con picardía y me sonrojé.

- ¡No! -negué rápidamente.

- Hay, hijita... Eres igual a tu madre en ese sentido, no sabes mentir y no puedes ocultar tan fácilmente lo que sientes -me revolvió el cabello y se fue entre risas.

- Pff... Edgar no me gusta -me dije a mí misma cuando ya estaba en mi habitación acostada en mi cama boca arriba- es solo un sujeto más en toda la escuela... Y me agrada, más que cualquier otro, pero no es que me guste.

Me senté en la orilla de mi cama y cubrí mi rostro desesperadamente. Abrí mi diario buscando la página de Edgar, escribí más sobre él como su forma de vestir, su motocicleta y su bufanda que es una de mis partes favoritas de él.

Al final, puse con un color diferente: ¿qué es Edgar para mí?

- ¿Qué es Edgar para mí? -repetí lo que acababa de escribir- un... ¿Amigo? -seguía escribiendo y hablando a la vez- un... ¿Compañero? ¿O acaso es solo alguien como todos los demás...?

Apreté mi lapicero y luego hice una mueca- o tal vez... No me gustas... Sino que... ¿Estoy enamorada de ti? -terminé de escribir y cerré mi diario.

Hermanastros (Edgar x Colette) [BS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora